Kihyun apagó la pantalla un tanto frustrado, no entendía porque siempre sus seguidores les prestaban atención a cosas tan tontas como esa, pero no a las importantes. Sacudió su cabeza intentando eliminar esos pensamientos, ahora solo tenía que tomar el valor de ir y ver, no era algo tan dificil, pero por alguna razón su corazón se aceleraba al escuchar aquella voz.
Luego de un rato se decidió a entrar, sus pasos eran lentos pero precisos, corriendo una cortina que ocultaba aquella pequeña bodega, siempre cuidando de ser silencioso y que el dueño de aquella voz no notara su presencia. Se apoyó en la pared y se mantuvo escuchando un rato desde las sombras, hasta que notó quien era. En cuanto vio a el barista su corazón empezó a ir a mil por hora, pues el pelinegro parecía un angel, su piel brillaba bajo la tenue luz, sus ojos se mantenían cerrados, disfrutando de aquel momento, sus pestañas, su nariz, sus labios, todo de el parecía ser angelical. Pero entonces una voz lo sacó de sus pensamientos, era la voz de jooheon, en ese tiempo, el barista lo había notado y se había quedado estático ¿Hace cuanto estaba ahí? ¿Porque quiso escucharlo?
Pero entonces el mas pequeño fue arrastrado por su amigo, pues era su turno de cantar.