3 Regret

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Comenzó de forma lenta, casi inadvertida. De una manera tan simple y pura que apenas se dio cuenta de que algo más grande estaba formándose entre ellos.

Algunas noches, cuando la oscuridad y los sonidos de las respiraciones de las otras personas durmiendo a su lado junto con sus miedos e inseguridad no le permitían dormir se entretenía observando y escuchando a sus compañeros.

Nezuko solía ser una buena forma de relajarse también, aunque no siempre se quedaba fuera de la caja cuando los demás dormían.

Así que era eso o dejarse dominar por sus voces internas recriminándole lo patético y débil que era.

Normalmente los latidos pacíficos de Tanjirou lo ayudaban a calmarse para caer en un sueño más tranquilo. Otras veces, ni el sonido gentil de su amigo lograba tranquilizarlo lo suficiente para sacarlo de su depresión.

Esas veces, en donde la agonía lo superaba, su cuerpo giraba de un lado a otro para poder eliminar aquellos malos sentimientos que lo atormentaban con fuerza.

- ¿Zenitsu? – Y siempre era la voz de su amigo el que lo regresaba a la realidad. - ¿Estas bien? Hueles... preocupado.

Preocupado era la última palabra que podría describir sus sentimientos en estos momentos, pero Zenitsu se encontraba demasiado mal y cansado como para recriminarle al otro muchacho su falta de vocabulario.

La mirada recriminatoria no afectó al otro ya que la sonrisa tranquila de este, aun con su expresión adormilada, nunca desapareció. Al final terminaban conversando por horas, a veces el amanecer los sorprendía embebidos en una plática armoniosa, y él podía notar la calma o el aparente olvidó de esos malos pensamientos.

Pero cuando las conversaciones tampoco ayudaron, Tanjirou, con su gran amabilidad y cariño le ofreció una nueva alternativa.

- ¿Quieres dormir conmigo?

La pregunta casi le provocó un ataque. Gritó con todas sus fuerzas ante la loca propuesta de su amigo.

- A veces. – Comenzó a explicarse después de calmarlo y rogar que bajara la voz. Su mirada se dirigió hacia la caja de Nezuko.

Su expresión fue cambiando a una entre avergonzada y triste, lo mismo que sus latidos provocando con ello que Zenitsu se sintiera mal por hacerle recordar a su familia perdida.

- Cuando mis hermanos no podían dormir se acercaban a mi cama. Decían que les daba tranquilidad. – Regresó su atención a Zenitsu con una sonrisa amable. – Pensé que podría servirte a ti también.

El silencio los acompañó por algunos momentos antes de que Zenitsu, sin decir más, se acercara a la cama de Tanjirou. Este, con su sonrisa gentil de siempre, apartó las mantas y le dejó entrar a su espacio personal.

Quedaron cara a cara observándose a los ojos, uno sonriendo tan amable y gentil, el otro con un puchero en los labios y algo sonrojado por la extraña sensación de estar tan cerca de otra persona.

Zenitsu nunca tuvo oportunidades de compartir cama, mucho menos de estar tan cerca de otro cuerpo. Todo esto era un mundo nuevo e inexplorado, pero que no le molestaba descubrir junto a Tanjirou.

La sensación le era extraña y desconocida, mas no incómoda. Cualquier cosa, menos eso. No lo odiaba.

- ¿Mejor? – Susurró el otro después de algunos minutos.

Zenitsu dejó que aquellas suaves palabras, junto con el latido del corazón de su amigo, ahora mucho más cerca, más real y directo lo envolvieran en un extraño capullo de tranquilidad. Sonrió.

Zentan Week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora