Esa noche en donde vio tan vulnerable al azabache se hizo una promesa y objetivo.
Haría lo que sea para traerle paz y brindarle todo el amor que el tenía.
Un beso por cada lágrima derramada.
—Extraño a mi hermana..– interrumpió el silencio de la habitación sin pensar, sin siquiera saber si el naranjo estaba despierto al darle la espalda en su futon. No podía dejar esa tristeza en su corazón.
Sabito con trabajos y luchando contra su sueño se levantó acercándose a este, el curiosamente también extrañaba a su familia esa noche y no quería dejarlo solo, el tampoco quería estarlo.
De rodillas frente a el hizo lo movió a un lado dejándolo entrar junto a el para dormir juntos. Aquel contacto lleno de cariño le provocaban ganas de llorar y aferrarse a las ropas y brazos del pelinaranja.
Besó su frente y rodeo con fuerza en sus brazos.
"Los besos que sean necesarios para calmar tus ojos".