Capítulo VI

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Ya no sabía que hacer.

Quedaban pocas semanas para las vacaciones y con ello los últimos días en que te vería. No aceptaba la idea de que te irías a otra institución, que ya no te vería en los recesos, que ya no disfrutaría ver tu sonrisa a lo lejos, tus hermosos y misteriosos ojos más peligrosos que las arenas movedizas y lo peor de todo... la distancia y el tiempo. Las emociones reprimidas me comían por dentro. ¿Emociones? Creo que más bien eran los sentimientos, esos que guardaba para mí por que tenías novia, por que sabía que no te fijarias en mi y por que deje pasar el tiempo...

O quizás no, en ese momento se me vino una descabellada idea: Confesarme el último día, así si sucedía lo peor ya no lo vería con vergüenza cuando nos encontramos por algún lugar. ¿Y si me correspondía? ¿Que pasaría? Bueno de algo estaría segura y era que fue torpe de mi parte dejar pasar el tiempo.

¡Bah! Deja de soñar despierta Gabriela, eso no pasaría, aunque... la esperanza es lo último que se pierde como dicen.


Bien, ya que eran las últimas semanas y no había nada de gran importancia por hacer en la escuela decidí tomar los pocos cuadernos con hojas disponibles para poner en marcha mi perdición, desvelos y dolores de cabeza en una carta. Gasté la mitad de un cuaderno en intentos fallidos de confesarme y de ser una poeta.

¿Poeta? ¿Por qué una poeta? Sabía que él era un amante de los poemas, por lo qué decidí hacer uno que acompañará la carta como si no fuera ya mucho trabajo transcribir mis sentimientos al papel. Al cabo de casi tres semanas terminé con mis intentos.

Faltaban cuatro días para que él ya no fuese parte de la institución y se marcharía a buscar algo mejor para su prometedor futuro y yo no veía la hora de salir corriendo de este lugar también por no dejar de saber del muchacho que se adueñó de mi mente.

Dos días antes de que nuestra historia tuviera un largo punto suspensivo decidí encararlo. ¿Que le diría? Le diré (indirectamente) lo que siento y luego le daré un sobre con mis intentos de confesarme y mis desordenados pensamientos transformados en un pobre poema.

A la mitad de la mañana tomé el valor de buscarlo y desvelar este secreto. Pero me llevé  con la sorpresa que ese día estaria solo, con sus compañeros, celebrando el último día de clases

¿Último día? ¿Como puede ser? Todo este tiempo pasó tan rápido que no lo noté. Así nace mi angustia: ¿No podré verte ni el último día? En ese momento todo se desmoronó, todos esos desvelos, confusión, dolores de cabeza y noches de insomnio pensando en cómo sería nuestro último momento.

En ese instante perdí mi raciocinio un momento y me dirigí a tu salón de clases y dejé el sobre con dudas de lo que haría entre tus cosas; luego salí decepcionada por que ya no te vería más. De haber sabido que eso pasaría, hubiese disfrutado más aquellos momentos del pasado.

Pero no quedaré añorando aquellos recuerdos, eso es una lección: Nunca se sabe cuando será la última vez que volverás a tener un buen amor cómo aquel, si no podía verte ni hacer nada solo me quedaba tomar nuestros momentos, inspiración para seguir adelante, por ti y por mí.


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⏰ Última actualización: Feb 08, 2020 ⏰

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