EL CACTUS

Clímax

Elardor se libera desde la arena y escala mi tronco. En la distancia, la visiónse distorsiona. El sol desprende su estela nuclear, derritiendo el azul. Dejaal cielo desprovisto de color. Algunos trazos de viento llameante levantanmomentáneos remolinos de arena. Pronto sólo se ve el calor. El culmen del díaasola toda la mustia llanura. Quema mi piel y mis endurecidas hojas. Purificatodo. Blanquecina sierpe brota del infierno y sale a la luz diurna. Allí, sobrela arena, repta con amenazantes silbidos. Ha comprendido que el verdaderoinfierno es la tierra. El astro brilla como un diamante. Lo siento. Justo sobremí. Él vigila nuestra vida. El astro sin vida. Aquella nimia sierpe circulabasobre las dunas reluciendo frente al sol, dispuesta a arrebatarle su trono. Laáspera mano del viento choca conmigo, sin fuerza. De entre las rocas cercanasasoma un roedor. Inocente va recorriendo saltarín el desierto hasta la víbora.Cree que puede cazarla. Los huecos arbustos gimen. Gimen por el aire, gimen dedolor. En la orquesta fúnebre el pequeño roedor lucha para su destino. La pugnacomienza. Las rocas vitorean. El sol llora lágrimas de fuego sobre los doscontrincantes, en éxtasis. Y los arbustos gimen. Yo los veo. La sierpe se alejadel roedor y lanza su venenosa mordida. El roedor es muy veloz. La sierpe no love, pero yo sí. Ella vuelve a girar y a lanzar su mortal golpe. Esta vezacierta en la pata del roedor. Las dos marcas que deja muestran la entrada alHades. El roedor siente el terror. Las rocas silban, alabando al vencedor. Todoel público enloquece, animados por el viento. La sierpe sujeta a su presa, queempieza a ser devorada paulatinamente. Los espectadores se van. Y traga. Elviento se desvanece. Y traga. Quiero ayudar al pobre roedor. Y traga. El solllora por su caído campeón. Y traga. Intento moverme. Lo siento. Y lo engulló,sin piedad, sin sentimientos, sin misericordia, sin humanidad, simplemente comola naturaleza nos ha indicado. Y reptando vuelve a las profundidades, bajo laarena. 

No llores, sol.