CONFESIONES

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Park Jimin detuvo su pequeño automóvil en el estacionamiento del cementerio y miró la gran camioneta roja estacionada dos espacios más allá de donde se había ubicado. Sabía que pertenecía a su mejor amigo, Kim Taehyung, o Tae como todo el mundo lo llamaba.

Jimin y Tae eran los mejores amigos desde que podía recordar, y no podían ser más distintos. Físicamente eran como el día y la noche, su amigo era alto, moreno y hermoso, en cambio él era bajo, delgado y pálido.

Socialmente la diferencia era aún peor, los padres de su amigo eran de una situación muy acomodada, poseían viñedos desde hace varias generaciones y producían uno de los vinos más premiados del país. Cuando Tae se había graduado en la universidad como ingeniero comercial había trabajado en la empresa familiar, pero las constantes peleas con su padre habían hecho que renunciara y buscara trabajo en una empresa de computación, en donde tenía un cargo ejecutivo. Para tener solo treinta años estaba haciendo una muy exitosa carrera, pero su padre aún no le perdonaba su deserción.

En el otro extremo, él era hijo de una madre soltera y lo único que había heredado de su padre, eran su tez clara y sus ojos grises.

Se conocieron siendo compañeros de curso desde pequeños, en una rigurosa, cara y muy elitista escuela católica. La familia de Tae no tenía problemas para pagar la colegiatura, pero él había estado becado toda su vida, siempre fue un alumno destacado, tanto que estaba adelantado en sus clases, era un año menor que sus compañeros. Eso sumado a que sufría una enfermedad cardiaca desde niño, lo habían hecho ser siempre bajo, flaco y ojeroso, logrando por años ser la burla y el objeto de abuso de sus compañeros de clase.

Eso fue hasta el día que Tae salió en su defensa cuando tenía nueve años, aunque era un niño de diez años su amigo siempre fue alto, de espaldas anchas e incluso un poco gordito. Desde el día que lo tomó bajo su protección, jamás volvieron a molestarlo, y se convirtieron prácticamente en hermanos.

Jimin respiró profundo sintiendo su arritmia.

Maldición. Rezó porque el desfibrilador no le diera un choque en ese momento. Aquel aparato insertado bajo su piel y conectado a su corazón controlaba sus arritmias, cuando su corazón se descontrolaba demasiado aquel infame aparato le daba un choque eléctrico a su corazón. Jimin lo odiaba, probablemente le había salvado la vida varias veces, pero cada vez que lo veía era un recordatorio de lo defectuoso que era.

El salto de su corazón le recordó el mal diagnóstico que su doctor le había dado hacia unas semanas. Había ido a sus controles rigurosamente, había tomado todas sus medicinas, y aún así la condición de su corazón había empeorado, la junta médica del hospital que seguía su caso se reuniría la semana siguiente para analizar los últimos exámenes a los que se había sometido.

Él todavía esperaba que un nuevo desfibrilador cambiara la situación, pero según los doctores ya no era muy viable y estaban viendo la opción de una complicada e innovadora cirugía que podía ser una opción indicada para él. Si la junta decidía que no era adecuada lo único que le quedaba era un trasplante de corazón, incluso ya lo habían puesto en lista de espera.

Un trasplante era una opción complicada para él, su tipo de sangre lo hacía poco compatible con posibles donantes. Lo asustaba pensar que si no era operado y no aparecía un donante, le quedaba menos de un año de vida.

Pensó en Tae. Debía contarle, había perdido peso y no lo lucía tan sano como antes, él lo conocía y se daría cuenta tarde o temprano, pero temía ver la mirada de lástima en sus ojos. No soportaría ver una mirada así en la cara del hombre que había tenido en su corazón durante años.

Sí, admitió para si mismo, estaba enamorado de Tae, profundamente y desde hace muchos años, desde que era un adolescente. Cuando Jimin tenía quince, había comenzado a ver a su mejor amigo con otros ojos. Por su condición cardiaca, él no podía jugar fútbol o basketball, pero siempre iba a ver y apoyar a Tae en los partidos. En ellos había comenzado a ver el cuerpo de su mejor amigo y a admirar sus músculos, al principio se justificaba diciéndose a si mismo que envidiaba el cuerpo de su compañero, pero ver el cuerpo de sus compañeras no le producía lo mismo, no lo excitaba de la misma manera.

CORAZÓN DEFECTUOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora