1 de Febrero de 2012

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Después de un largo día cargado de trabajo llegué a casa, aun no me acostumbraba a vivir bajo tanto lujo.

Me mudé con Lucas después de nuestro primer año de relación, todo fue intenso y rápido, me dejé llevar por su amor y por cómo me cuidaba.

Nunca me ha ido bien en el aspecto amoroso, siempre han habido engaños, cuernos, peleas y demás, es por eso que todo me parece tan mágico que no quiero ni tocarlo.

Mi vida nunca ha sido un camino de rosas, siempre me las he buscado, me fui de casa con tan solo quince años, mis padres eran drogadictos y fueron los servicios sociales los que después de tanto tiempo me buscaron una casa de acogida, aunque cuando cumplí los dieciocho años emprendí camino sola, lejos de toda unión familiar.

Escuché la puerta de la entrada mientras bajaba las escaleras tras haberme cambiado después de tanto trajín. Era Luca, increíblemente guapo, como siempre.

– Hola cariño.– Tenía la voz ronca y las facciones fruncidas, como si hubiese algo que no le cuadrase.

– Hola Lucas.– Sonreí acercándome a él para robar sus besos con los míos mientras sus brazos se apoderaban de mi cintura.

– ¿Qué tal el día muñeca?– Besó mi mejilla mientras yo pasaba mis manos por sus rizos peinándolos entre mis dedos.

– Agotador.– Suspiré aspirando su aroma mientras él hacía lo mismo con el mío.

Y eso llevaron a los besos en el cuello, justo donde no debía palpar. Sus manos me cogieron por las piernas mientras este se disponía a subir a la habitación, sobando ligeramente uno de mis pechos hasta erguirlos y hacerlos nuevamente suyos.

Me hizo suya una y otra vez, debajo, encima, de lado, de pie...Sin parar, sin cansancio, con necesidad de transmitirme en cada estocada un sentimiento.

– Tiff.– Susurró rozando su aliento con mi cuello mientras acariciaba mi costado.

– Mmm.– Alcé la mirada para encontrarme con aquellos ojos verdes que me hacían no pensar en nada y a la vez en todo.

– Ayer...– Fruncí el ceño incorporándome un poco.– Fui a verte a la peluquería pero..– Noté el recelo en su voz, pero si vino a verme, ¿Porqué no lo vi yo?– No entré si es lo que te estás preguntando. Vi cómo tonteabas con aquel chico rubio ¿Sabes? No me gustó nada.

¿Tontear? ¿Qué?

– No tonteé con nadie Lucas. Simplemente charlamos, deja tus problemas de celo a un lado.— Cogí la camiseta que había cercana a mi almohada y me cubrí con ella.

– No son celos, son advertencias, hazlo por mi nena, me gusta que seas mía.

No sabía si estaba bien o estaba mal, pero me estaba protegiendo, de cierta manera solo estaba protegiendo nuestra relación ¿No es así?

– Vale.– Suspiré cediendo una vez más a sus sugerencias mientras este se dignaba a lanzarme una de esas sonrisas con las que perdía el conocimiento de los hechos transcurridos.

Me estaba cuidando, tenía la contraseña de mi móvil por si alguna vez me pasaba algo, la de la tablet para poder usarla el cuando la necesitase, la de mis redes por si alguna vez fuese necesario que tuviese algún dato mío desde dentro; Todo lo hacía por mí y estoy tan agradecida de que me quiera de esta forma como la que me siempre me lo dice: Todo es por ti cariño, solo quiero protegerte. Y eso hacía.

VERDE MENTA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora