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El sol quemaba mi piel tanto que me estaba replanteando si me había equivocado en el mes que había colgado en el calendario de la entrada de mí peluquería.
¿Noviembre?, ¿Enserio? Pero si parece que estamos en mayo, cualquiera lo diría.
Hoy el día sería tranquilo, apenas tenía citas en la agenda, hace poco empecé con mi pequeño negocio, poco a poco la gente iba confiando en mis artes para dominar la belleza y el esplendor que puedo sacar con un simple planchado de pelo.
Me centré en ir activando un poco de música para que saliese por los pequeños altavoces cuando el sonido de la campana de entrada que sonaba siempre cada vez que entraba alguien, resonó sacándome de mis pensamientos.
Alto, esbelto, de complexión fuerte y muscular, ojos verdes como la menta y una sonrisa espectacular. Llevaba unos pantalones azules marinos espectacularmente planchado acompañado de una camisa blanca, terminando con unos castellanos marrón oscuro. Adinerado por lo que se ve. Miré sus manos y no, no había ningún anilo, jodídamente estupendo. Descubramos su voz.
– Bueno días, ¿Necesita algo?– Eché una ojeada rápida para darme cuenta de que ningún nombre de hombre estaba apuntado en mi pequeño descontrol de páginas, posit y notas adhesivas por la mesa.
El chico de ojos penetrantes se me quedó mirando tan fijamente que creo que el lívido de mi cuerpo había desaparecido y ligeramente tuve que apretar la entrepierna si no quería que los malos pensamientos de todo lo que podría hacerle se incorporaran en mi mente de una forma amenazadora.
– Hola, perdona.– Voz ronca y aterciopelada, por no decir como humedeció sus labios de una forma rápida y llena de agilidad. Demasiado apetitoso.– ¿Tiene un hueco? Tengo un asunto importante y no puedo ir con esto.– Señaló su cabeza y sonrió nervioso, provocándome un pequeño achispamiento en mi interior.
Joder, deja de pillarte por cada persona que te habla tonta.
– Sí, es un desorden de rizos lo que tienes ahí.– Sonreí nerviosa esperando a que no se tomase mi comentario a mal, escuchando aquellas carcajadas sonoras que salieron de las profundidades de su garganta.
Le señalé el lava-cabezas para que me esperase ahí mientras me ponía la bata, sintiendo como sus ojos me perseguían por la pequeña estancia.
– Me gusta esta música, es agradable. ¿No crees?
Quería entablar tema de conversación conmigo, eso estaba más que claro, y yo quería entablar de todo con él.
– Lo es...¿Cuál es su nombre?– Pregunté algo entrometida, aunque bueno, si de algo sabemos las peluqueras y peluqueros es de las vidas de los demás, ¿Porqué no la de él? A demás, parece un chico interesante, todo lo contrario a mi clientela habitual.
– Lucas ¿Y el suyo?
– Puede traerme de tú.– Sonreí ligeramente mientras acomodada su cabeza entre mis manos y dejaba que el aroma de su perfume se instalase en mis sentidos.
Hugo Boss. Mi perfume de hombre favorito, inconfundible.
– Me llamo Tiff, o sea, Tiffany.– Sonreí nerviosa.
Aun no entendía el efecto que me estaba provocando y porqué desde que entró aquí se ha instalado en un mar nublado de pensamientos.
– Tiffany, interesante.– Alcé una ceja negando con la cabeza.
– Si te parece interesante mi nombre, fliparías con otras cosas.
Y sí, pensé en alto, así soy yo.
– Vaya, esto se pone cada vez mejor, ¿Me lo podrías demostrar? Aun mejor.– Se sentó en la silla que le indiqué mientras roja como un tomate me dignaba a sacar la maquinilla de pelo.– Te recojo a las nueve, según tu horario se supone que sales a esa hora ¿No es así?
Lo es, pero ahora mismo estaba tan cortada que la voz no salía de mi garganta por lo que simplemente asentí.
HOSTIA, tenía una cita con un buenorro justo cuando saliese de aquí.
No sabía que me iba a deparar, estuve todo el tiempo en babia, sabía que mis clientas me estaban contando batallitas de su pasado, pero yo estaba centrada en aquel chico inquietante que me había dejado una propina descomunal y que sonreía como un dios griego capaz de dejar ciego al mismísimo sol.
No tenía nada que ponerme, nunca tengo ropa de recambio en la peluquería y es hora de joderme porque por lo general siempre escucho a mis amigas decirme que la lleve por si acaso la mancho de tinte o lo que sea, por dios bendito, ¿Por qué no les he hecho nunca caso? Porque soy tonta y ahora más que nunca lo soy.
Después del corte no mantuvimos mucha más conversación ya que simplemente me centré en cortarle el pelo intentando no hacerle ningún trasquilón que dejase su cabellera de rizos oscuros hecha un desastre.
Lo vi, vi su coche a través de los ventanales de mi local, ya oscurecido e iluminado por las luces artificiales de mi centro de belleza. Salió de su Range Rover negro y se apoyó en la puerta del piloto; y solo es en ese momento cuando me di cuenta que es enserio de que tengo una cita, de que este chico se había fijado en mí, que este ricachón ha querido salir conmigo y no podía estar más nerviosa, diría que mis piernas eran flanes en movimientos de bandeja.
– Hola.– Se acercó a mí ayudándome a cerrar la persiana de seguridad, tirando de ella a la vez que yo mientras no despegaba sus ojos de mi cuerpo.
– Hola.– Sonreí algo nerviosa.– Gracias.– Colgué mi mochila de un hombro y miré a los lados de la calle ya vacía y algo oscura.
– No hay de qué.– Sonrió mirando fijamente mis ojos.
Joder, alíviame y dame fuerzas porque no es normal lo que tengo enfrente.
Subimos a su coche, en cualquier otra circunstancia no lo hubiese hecho, pero no había traído el coche y se había ofrecido a llevarme a cenar a no sé dónde.
– No te pases con el sitio, mira como voy vestida.— Le miré rompiendo el hielo después de varios minutos en silencio.
Su coche olía a hombre, los sillones de cuero y el salpicadero brillante le daban demasiado lujo al cuerpo que manejaba el coche en movimientos suaves.
– A mí me gusta como vas vestida.– Se encogió de hombros lanzándome una sonrisa que fue directa a mi entrepierna.
– Llevo un uniforme.– Sonreí apoyando mis manos en mis piernas.– Nada en comparación como vas tú; Parezco la cenicienta limpiadora al lado de príncipe azul.
– ¿Me ves como un príncipe azul?
Me sonrojé de nuevo.
– Puede.– Le guiñé el ojo sonriendo.
Y todo lo demás fluyó; La cena estaba riquísima y parecía que nos conocíamos de toda la vida, no entendía como lográbamos coincidir en tantas cosas, todo menos en el trabajo. Lucas era empresario, su empresa "Lucas Enterprise" era de diseño gráfico, algo increíble que nunca había escuchado y que me tenía anonadada a sus encantos.
No es por nada, pero besa como nunca antes me habían besado.
Posesión.
Lujuria.
Pasión.
En eso sé resume nuestro primer encuentro sexual y con eso me refiero a toda la noche cabalgando a un hombre que no conocía de nada y a la vez parecía que lo conocía de siempre.
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VERDE MENTA ©
Cerita PendekEra algo horrible, quisiera estar lo más lejos de él, era el mismísimo demonio. No sabía que el estar a su lado iba a ser mi peor pesadilla. Toda relación empieza como un sueño, pero todo sueño se convirtió en mi gran tortura. No era yo, me sentía c...