UNA Y MIL DESGRACIAS EN MI VIDA

4. Elecciones

‡۝ Senoiccele

Era simplemente esperar que Lucia no me haría caso de todas formas –nunca lo ha hecho y no podría empezar hoy. Llegando tan solo una hora después de haberme llamado–, y aunque esperase a que hubiese tardado un poco más en aparecer en casa de mis padres, no había mucho que hacer a menos que sopesara la idea de dejar mi cama, trayendo con eso que Lucía dejara de tocar la puerta como una desesperada por entrar a una tienda de ropa nueva, y no pudiendo olvidar su chillona voz –tan aguda que sin duda podría romper una copa de cristal y hacer que un perro huyera al instante– que se esforzaba en recitar un sin fin de palabras y amenazas –huecas por no decir otra cosa– que a mí realmente no me importaban en lo más mínimo, a la vez que recalcaba la cantidad de tiempo perdido –que no era mucho realmente– para llegar a la inauguración. Hizo dejar de lado mi deseo de seguir acostado hasta que ya no tuviera alguna otra forma de evitarlo –deje de tapar mis oídos con la almohada y descubrí mi cuerpo del agradable calor que me proporcionaba la cobija de algodón–, así que con todo el dolor y pena –más dolor que pena– que hacía al levantarme de mi cómoda cama –porque las amenazas que le gritaba para contrarrestar las estupideces que lanzaba al aire hace algunos minutos para que dejara de hacer ruido no funcionaron–. Tuve como única opción levantarme e ir directo al baño para tomar una ducha –no perdiendo la oportunidad de dar unos cuantos pasos delante de la puerta ignorando sus graznidos y golpeando la puerta un par de veces, para evitar que dejase marcas con sus garras al tatar inútilmente de abrirla, y de igual forma para que se callara y me dejara tomar por lo menos un baño decente–, antes de comenzar con una tortura llamada Lucía, a éstas escasas horas de la mañana.

Aunque realmente tenía la esperanza de que se cansase y me dejara dormir más –por dios a quien se le ocurre llamar tan temprano a una persona un fin de semana, al menos yo no lo hago–, porque hoy es domingo y no hay –no existe–, ninguna necesidad de que me levante ahora y mucho menos si mi vista es de lo peor a estas horas de la mañana –eso lo termina de confirmar mi cuerpo cuando casi caigo al suelo por culpa de algo que posiblemente no haya recogido antes de dormir–. Guardo todo mi pesar y mis palabras para cuando esté más despierto que dormido y para tratar de lidiar con lo que pueda ocurrir el día de hoy –quien sabe quizás y me encuentre con alguien que conozca, que espero que así sea, para librarme de la loca de mi prima o pueda comprar una trampa para gatos efectiva y evite atraparla usando dulces–.

[ × × × ]

Bajo lentamente las escaleras y veo de reojo a Lucía que trata de alejar a Catherine de sus pies, sin obtener éxito alguno –esa bola de pelos es inteligente, pero es muy vanidosa tratando de verse en el teléfono que tiene en la mano Lucia–. Desafortunadamente al voltear tratando de alejarse de Cathy me ve, y se levanta del sillón siguiéndome en mi trayecto a la cocina –bueno aquí vamos–, bola de pelos sube las escaleras –seguramente va al cuarto de mi hermano, si es así espero que por lo menos se siente en su cara y así lo despierte. No es algo que no haya hecho alguna vez pero en esos casos el afectado fui yo–. Suspiro esperanzado en que sus excusas tontas de llegar temprano a un evento que será al medio día no sean solo para acosar a chicos o viceversa. Recuerdo alguna ocasión cuando ella fue la que resultó intimidada por un chico un par de años menor que nosotros –aunque al final se disculpó con Lucía por ello y terminó diciéndole que era por una jugarreta–, cabe destacar que eso la enfadó y casi golpea al chico –quien lo diría, aparte de loca posee fuerza bruta–, pero lo ayudó con eso y luego le presentó a un amigo suyo –o en eso quedaron–, supongo, aunque la verdad eso suena un poco más estúpido porque podría haber sido otra jugarreta, en fin. 

Mientras ella toma asiento en un taburete cerca de la isleta, me acerco a la cafetera y la pongo a funcionar. Voy a los estantes para sacar la caja de cereal y un tazón, al final a por el yogurt y un poco de fruta en el refrigerador.