Prólogo

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Tristeza, soledad, enojo, y desesperación, esos han sido los únicos sentimientos que he estado sintiendo estos últimos tres días después de la muerte de mis padres. Estoy en mi habitación recostada en mi cama, hoy es el día de su entierro y yo aun no puedo terminar de analizar todo esto.

Los recuerdos de nosotros en la casa de la playa vienen a mi memoria, el cómo solíamos jugar juegos de mesa cada dos veces a la semana para reponer el tiempo familiar que no teníamos cuando ellos andaban en sus viajes de negocios, y el cómo salíamos todos los viernes al cine a ver cualquier película que estuviera en la cartelera en ese momento para después opinar sobre ella.

Recuerdo que mis primeros días en esta casa yo sufría de pesadillas y terminaba tocando su puerta en medio de la noche, ellos abrían la puerta y me hacían un espacio en su cama justo en medio de ambos, papá me cantaba mientras mamá me acariciaba el cabello hasta que yo me quedara dormida.

—Sofia linda, es hora de que te levantes–dice Rosita del otro lado de la puerta de mi habitación. —El velorio será en dos horas y todavía tienes que desayunar.

—No tengo hambre Rosita—le digo mientras me siento en la cama recargando mi espalda en la cabecera de mi cama.

—Mi niña, tienes que comer algo o si no te enfermaras–Rosita abre la puerta de mi habitación y se adentra en ella hasta sentarse frente a mí en la cama. —Yo sé que en estos momentos te sientes triste y sola—toma una de mis manos mientras me acaricia el cabello con la otra—pero yo nunca me iré de tu lado ¿de acuerdo?

Es ahí cuando Rosita me acaricia el cabello como solía hacerlo mi madre que me permito llorar para sacar todo lo que tengo dentro de mí. Todas esas emociones de tristeza, y enojo hacia como la vida está encaprichada a quitármelo todo salen a relucir en ese momento.

—¿Por qué Rosita? —le digo entre sollozos mientras ella me atrae hacia ella en un abrazo mientras soba mi espalda. —¿Que rayos pude haber hecho mal como para que la vida se aferre a siempre llevarse a las personas que más amo?

—No mi niña no digas eso—Rosita comienza a hablar entre sollozos al igual que yo. —Tu nunca has hecho nada malo, estos son solo accidentes que pasan. Aparte tu nunca estarás sola–se separa de mi para tomar mi mentón y obligarme a verla—¿lo entiendes? Yo nunca, nunca te dejare sola.

Yo solo asiento y vuelvo a lanzarme a sus brazos para permitirme llorar un poco más la muerte de mis padres en compañía de una persona a la que sé que si le importaba.








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—Los Jones fueron un matrimonio digno de ser premiado. Siempre ayudando al necesitado, y regalando sonrisas al mundo entero. Te pedimos señor que lleves contigo a esta hermosa pareja que contribuyó mucho en darles cosas buenas a este mundo...

Dejo de escuchar lo que el sacerdote está diciendo, lo único que escucho es el eco que ocasiona la lluvia al caer en el suelo. Clavo mi mirada en la tierra fresca donde acaban de enterrar a las personas que más he amado en toda mi vida.

Toda la gente me mira con cara de lástima, y odio que lo hagan.

A mi lado derecho tengo a Rosita sobándome el brazo mientras yo tengo mi cabeza apoyada en el pecho de León, quien me sostiene hacia él en un abrazo. No he llorado mucho ya que gaste la mayoría de mi llanto antes de salir de casa, aparte de que no quiero que toda esta gente me vea llorar.

—Todo estará bien, amor. Yo siempre estaré aquí para ti.– Me susurra León en al oído.

Yo solo asiento con mi cabeza mientras la escondo en su pecho para evitar llorar frente a toda esta gente.

¿Quien soy yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora