Parte 3: Final

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Tony cerró los candados. Las cadenas alrededor de su cuerpo le quitaban el oxígeno. No iba a morir, al menos no por la eternidad, y si lo hacía, si fallaba, tomaría la vida de su protegido. Pero, iba a hacerlo por Lorenzo.

—¿Estás listo?— Tony levantó la puerta del refrigerador. Avril había llenado el interior con agua.

—Sentirás el tiempo más lento que aquí en la tierra. Tenés que volver cuando escuches mi voz. Si no lo haces, te sacaré de aquí en un féretro.

Valentino inhaló y exhaló. Tony le enseñó a cómo medir el tiempo internamente sin tener que poner su completa atención en esa acción. Tenía diez días para hacer la petición y volver a la tierra. Volvería a ser un ángel híbrido, debía de sacrificar lo que conllevaba ser un demonio. Lo haría, por su amigo. Aunque, él también quería ver a Ezequiel. Reunirse los tres les haría bien. No le gustaba pensar lo que Lorenzo podría llegar a hacer. Su amigo era impredecible en cualquier aspecto. Esa era la única razón por la que no estaba seguro de irse y dejar a Lorenzo por tantos días. Pero, ya lo había decidido.

'Lorenzo, mejor que cuides de vos mismo o yo te mataré'. Valentino quiso comunicarse telepáticamente con él.

Tony se acarició la barba. Valentino metió las piernas y siseó. La temperatura del agua le entimeció las piernas. Trataría de llegar a un punto medio entre la vida y la muerte, para poder hablar con una parte de Dios y hacerle la petición.

—¿Prefieres que te noquee antes? No me gustaría escuchar tus gritos— Abril preguntó, su tono aburrido, y levantó su puño.

—Gracias por tu preocupación, pero no es necesario— Tony aclaró— Como te enseñé. Mientras menos te opongas al agua entrando a tu nariz, será más rápido.

Valentino asintió. Tenía que funcionar. No, debía funcionar. Justo al hundirse y escuchar el refrigerador ser cerrado, Valentino inhaló. Se mordió los labios y enterró las uñas en sus antebrazos. Al minuto siguiente, pudo sentir el respiro de la muerte, y luego, nada.

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El sujeto con el que tropezó y su amigo, se miraban, enfocados en ellos mismos. Felipe alzó la ceja. ¿Por qué el tipo alto sabía el nombre de Gabo si no se conocían?

—Lamento romper su burbuja, pero, Gabo y yo tenemos que irnos— Felipe posó su brazo sobre el hombro de Gabo— Y, otra vez, perdón por mancharte.

Casi arrastró a Gabo del lado del tipo alto, y lo llevó a rastras hasta la parada.

—¿Qué fue eso? ¿Amor a primera vista o alguna cosa así?

Gabo se rió. Felipe frunció el cejo. Maldición, eso era lo malo de siempre tomar todo como un juego, a veces no lo tomaban en serio a él.

—No— Gabo no sonó seguro— Quiero decir, ¿alguna vez has tenido el sentimiento de que conocés a alguien?

—No, pero he oído a algunas personas mencionarlo. Es raro, eso creo.

—Es que, cuando lo vi, sentí algo acá— Gabo puso su puño sobre su corazón— Sus facciones vinieron a mi mente y sentí que ya lo conocía.

—Oye, si sigues hablando así, me va a dar diabetes.

Gabo volvió a reír, y desde aquel fatídico día en el que el único Moreti era Gabo, él perdió algo. Algo en su sonrisa y en su forma de ser. Aunque sí, Gabo seguía siendo el mismo por dentro, había algo que cambió para siempre. Pero, él seguía siendo él. Felipe observó el rostro de su amigo. La sonrisa era genuina, brillante, natural. Como aquellas anteriores a la desgracia. Pensó que no fue tan malo tropezar con ese chico.

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⏰ Última actualización: Feb 14, 2020 ⏰

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