EL HONDERO ENTUSIASTA (1933)

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Hago girar mis brazos como dos aspas locas...

En la noche toda ella de metales azules.

Hacia donde las piedras no alcanzan y retornan.

Hacia donde los fuegos oscuros se confunden.

Al pie de la muralla que el viento inmenso abraza.

Corriendo hacia la muerto como un grito hacia el eco.

El lejano, donde no hay más si no que la noche

Y la ola del designio, y la cruz del anhelo.

Dan ganas de gemir el más largo sollozo.

De bruces contra el muro que azota el viento inmenso.

Pero quiero pisar más allá de esa huella:

Pero quiero voltear esos astros de fuego:

Lo que es mi vida y más allá de mi vida,

Eso de sombras duras, eso de nada, eso de lejos:

Quiero alzarme en las últimas cadenas que me aten,

Sobre este espanto erguido, en esta ola de vértigo,

Y hecho mis mulas trémulas hacia este país negro,

Solo, en la sima de los montes,

Solo, como el primer muerto,

Rodando enloquecido, presa del cielo oscuro

Que mira inmensamente, como el mar en los puertos.

Aquí, la zona de mi corazón,

Llena de llanto helado, mojada en sangres tibias.

Desde el, siento saltar las piedras que me anuncian.

En él baila el presagio del humo y la neblina.

Todo de sueños vastos caídos gota a gota.

Todo de furias y olas y mares vencidas.

Ah, mi dolor, amigos, ya no es dolor de humano.

Ah, mi dolor, amigos, ya no cabe en mi vida.

Y en el cimbra las hondas que van volteando estrellas!

Y en el suben mis piedras en la noche enemiga!

Quiero abrir en los muros una puerta. Eso quiero.

Eso deseo. Clamo. Grito. Lloro. Deseo.

Soy el más doloroso y el más débil. Lo quiero

El lejano, hacia donde ya no hay más que la noche.

Pero mis hondas gritan. Estoy. Grito. Deseo.

Astro por astro, todos fugaran en astillas.

Mi fuerza es mi dolor, en la noche. Lo quiero.

He de abrir esa puerta. He de cruzarla. He de vencerla.

Han de llegar mis piedras. Grito. Lloro. Deseo.

Sufro, sufro y deseo. Deseo, sufro y canto.

Rio de viejas vidas, mi voz salta y se pierde.

Tuerce y destuerce largos collares aterrados.

Se hincha como una vela en el viento celeste.

Rosario de la angustia, yo no soy quien lo reza.

Hilo desesperado, yo no soy quien lo tuerce.

Pablo Neruda en el corazon de un poetaWhere stories live. Discover now