Los pasos sepúltales avanzaban en completo silencio por el largo pasillo decorado en finos tonos salmón. Nadie proliferaba ningún tipo de sonido, el miedo por ser descubiertos les impedía el siquiera tener intención de hacerlo. Sólo si agudizabas lo suficiente el oído, podías ser capaz de percibir la variedad de respiraciones que entre esas paredes oscilaban, diversas entre sí, ocultas en la espesura de la fría noche que con su deslumbrada presencia envolvía de un tétrico ambiente el lugar.
Un fugaz movimiento se hizo presente a la vez que una mano daba indicaciones. La luz roja y amenazante de la cámara se hizo visible a la vez que los cuerpos, peligrosos de ser descubiertos, se ocultaban bajo los diversos adornos que de forma extravagante completaban el solitario espacio. La calma y sosiego reinó de forma escalofriante, casi inhumana, hasta que la luz carmesí volvió a desaparecer de la misma forma veloz con la que había llegado. Los cuerpos, ante esto, realizaron diversos movimientos para liberar la tensión acumulada durante los pocos segundos en los que tuvieron que permanecer completamente estáticos; y avanzaron rápida pero sigilosamente hacia la puerta que les daría el acceso directo a la zona de vigilancia.
Una mano vacilante, pálida como la misma nieve, logró posarse sobre el frío pomo metálico que ante el pesado toque cedió levemente, soltando un casi inaudible quejido que alertó a todos los que pudieron percibirlo. La propietaria y causante de ese pequeño descuido, Mal, cerró los ojos esperando que el guardia no hubiera sido capaz de escuchar la torpeza por su descuido provocada. El silencio volvió a reinar de forma implacable nuevamente, y tras unos segundos en los que no pareció haber ninguna consecuencia, un suspiro escapó, imparable, de los labios rosados de la Alfa.
Los párpados de Mal se abrieron nuevamente dejando ver sus dos desafiantes esmeraldas, tan verdes como el césped en primavera, con ese toque fresco y pícaro tan característico de su mirada. Su cabello morado caía cuidadosamente a ambos lados de su rostro, dándole un ápice altanero, rebelde y seguro.
Mordió su labio inferior y aguardó un par de minutos más, expectante de que en el último momento algo inesperado pudiera suceder. Pero, tras ese lapso de tiempo, se armó de valor para de un solo movimiento hacer que la manilla cediera sobre su peso causando de un fuerte empujón que la puerta se doblegara a su paso.
—¡Lo tengo! — gritó en el mismo momento en el que en su campo de visión pudo vislumbrar luces que procedían de diversos ordenadores repartidos por la amplia sala.
Sin embargo, su expresión de victoria se vio forzada a cambiar a una de confusión cuando frente a ella, no vio a la persona a la que esperaba encontrar. Una chica de cabellera castaña, ojos pardos, piel morena y mirada angelical se mantenía cruzada de piernas sobre la butaca que por derecho le pertenecía al vigilante nocturno; y tras analizar durante un minúsculo lapso de tiempo la escena, se dio cuenta de la presencia de dicha autoridad tirada en el suelo, aparentemente dormida. Por su lado, la chica, quien hasta en ese momento se encontraba aparentemente escrutado de manera superficial las cámaras, proliferó un fuerte chillido de terror frente al grito furibundo que Mal había proporcionado. La única reacción que tuvo en esa situación fue levantarse de su lugar para después salir corriendo, tropezando en el camino con el cuerpo del guardia y por ende cayendo de bruces frente a Mal, quien desesperadamente trató de frenar su caída. Pero, el resultado obtenido fue que la castaña quedara, de manera fortuita, tumbada sobre el cuerpo de la peli-morada.
—¡Audrey! —gritó Mal al sentir como su pecho era aplastado sin condescendencia.
El dulce olor a frambuesas de Audrey fue opacado por el inminente dolor que la Alfa sintió en ese preciso instante. Su estómago también resultó fuertemente presionado por las pequeñas manos de Audrey, quien tratando de salvarse de la caída, había ignorado por completo el echo de que podría hacerle daño a la más grande.
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Should I Let You Go [Maudrey/ Omegaverse]
Lupi mannariAudrey tenía Alfa. Mal vivía feliz junto al rey de Áuradon. Ambas poseían una vida por separado que jamás debieron haber mezclado. Ni siquiera su relación como "amigas" había llegado a ser buena en ningún momento. Y, sin embargo, todo cambió drást...