𝟎𝟐

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Capítulo 2: Contacto

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Un viento gélido propio de los bosques rusos de la zona más cercana a Europa soplaba con fuerza. Esto provocaba unos incesantes golpes en las ventanas de la enorme casa, llegando a asustar a los jóvenes inquilinos de esta.

Ese hogar lucía tan rústico y antiguo que parecía construido expresamente para el rodaje de una película en blanco y negro. Pero lo cierto era que esa humilde morada hacía poco que cumplía el siglo de su construcción. Fue renovaba en más de una ocasión para que está no se viniera abajo, llevándose consigo el legado de generaciones que habían vivido y trabajado en ese lugar. Pero las fotos de sus antepasados desaparecieron tras la muerte de su abuelo, solo por la mera voluntad de su padre. Ahora, donde de un bonito ambiente hogareño se trataba, tan solo había unos claros en forma de óvalos y rectángulos. Las caras inmortalizadas de los familiares estaban desaparecidas en el alma del hogar.

Y por las escaleras subía el mayor de los hijos de la familia, con un andar despreocupado y sin nada en lo que fijar su atención. La antena de la televisión estaba cortada por las fuertes airadas del exterior, y el camino al pueblo sería una tortura de media hora. Además, el clima no acompañaba mucho a realizar alguna actividad fuera de casa, sería una locura el salir sin un mínimo de cuatro mangas encima.

Su mente se llenaba y vaciaba de posibilidades y variables para pasar la tarde de la forma más amena posible. En un principio pensaba en hacer lo de siempre, quedarse en su cuarto acostado y sin hacer nada. Quizás dormir un rato hasta que el mal tiempo se fuera. Pero parecía ser venir para largo.

Sus pasos distraídos cruzaban el pasillo superior de la casa, en la que se encontraban los cuartos de sus hermanos y de su padre, un pequeño cuarto de baño y el lavadero. Sus hermanos estaban en el comedor de abajo, se escuchaban algunas risas y, de vez en cuando, algún que otro llanto. La pobre de su hermana, Bielorrusia, siempre cae en las pesadas bromas de su hermano, Ucrania. El albino se uniría a ellos de no ser por el dolor de cabeza que tenía en esos momentos.

Aún recordaba a noche anterior. Su herida. Alemania.

Se podría haber escuchado un click al recordar al pequeño alemán ayudándolo en el cuarto de baño esa misma noche. Su mirada se dirigió lentamente a la puerta del desván, donde se suponía que debía estar.

No conocía mucho al menor, siendo el chico nuevo de la familia y, por consecuente, el más ignorado de esta. Parecía no querer relacionarse con nadie, haciendo acto de presencia tan solo para la hora de la comida y la cena. Con una forma de ser bastante seria y educada con todos, como si no quisiera ofender ni desestructurar la unidad familiar ya formada de antes. Como un inadaptado.

Sus oídos se agudizaron al captar los leves murmullos que se escuchaban cerca del desván. No se había dado cuenta hasta ahora de que la pequeña puerta del lugar más alto de la casa estaba abierta. Así que, sin pensárselo mucho, subió lentamente por las incómodas escaleras de madera extensibles, llegando al desván en sí. No requirió de mucha búsqueda para distinguir la silueta del pelinegro en la oscuridad del lugar, tan solo iluminado por una vela colocada en la mesa donde el chico estaba sentado.

En un principio pensó en volver a bajar, dejar tranquilo al alemán y buscar otra forma de pasar la tarde. Pero tras pensarlo dos veces, decidió orientar sus pasos hacia el escritorio.

La única falla en su plan de llegar e intentar entablar una conversación con su salvador de anoche era la vieja madera que recubría el suelo. Esta chirrió los suficientemente alto como para sacar al alemán de sus constantes murmullos y mirara hacia atrás con una clara expresión de sobresalto.

Needs || RusgerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora