sugar daddy

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[NO contiene lemon]

Sus ojos te miraban de manera peculiar, con una mezcla de deseo y amor. Sus labios eran como algodón deslizándose por tu cuerpo. Sus brazos te sostenían con fuerza y te abrazaban con calidez. El choque entre tu piel y su piel te daba una sensación de choques eléctricos y los pelos se te ponían de punta cuando te tocaba. Él era de las drogas más adictivas, él era el único que te hacía sentir lo que sentías. Pero era mayor, mucho mayor, y por razones que tenía cada uno no podían estar juntos públicamente.

Seokjin repartía besos húmedos sobre tu cuello y clavícula, con cada beso que daba se te ponía la piel de gallina. Cerraste los ojos y apoyaste con relajación tu cabeza en la cabecera de la cama. La mano del hombre se posaba en tu muslo derecho y cada vez lo agarraba con apenas un poco más de fuerza; su agarre te transmitía calidez. Abriste los ojos repentinamente al sentir como Jin se separaba de ti y se levantaba de la cama. Se puso los pantalones, se abrochó la camisa y se miró al espejo para acomodarse el cabello. Se iba a trabajar.

—Me voy a la oficina, bebé —plantó un beso en tus labios. —Ah, ya deposité dinero en tu cuenta. Cómprate algo lindo. —te dijo antes de finalmente irse. Le gritaste un "¡Gracias Daddy, voy a compensártelo!" y escuchaste una risa de su parte antes de que cerrara la puerta.

Su habitación era espaciosa aunque acogedora, excepto cuando él no estaba y te encontrabas sola, en esos momentos te resultaba fría, muy grande y vacía. Cada vez que estabas allí, deseabas que Seokjin estuviera abrazándote todo el tiempo. Te acurrucaste entre las sábanas juntando tus piernas y abrazándolas, vestías solo la ropa interior mientras que el resto de tus prendas yacían en el suelo. Volviste a relajarte pero te viste interrumpida por una llamada entrante de tu celular.

¿Si? —contestaste con esos nervios usuales que aparecían cada vez que él te llamaba.

Hola bebé —saludó tu novio con dulzura.

Hola... —respondiste neutral, porque por más que quisieras, en ese momento hablarle con amor no te salía.

Sólo llamaba para saber como estabas —soltó una pequeña risa. —Te he mandado un mensaje hace unas horas pero no lo has leído así que supuse que estabas ocupada con mucho trabajo. Entonces recordé que me dijiste que a esta hora tenías un descanso...

Soltaste un suspiro silencioso y cerraste los ojos. La culpa te invadía todo el cuerpo. Lo que estabas haciendo era horrible, mentirle así era horroroso, pero no podías decirle la verdad a esta altura.

Si, mi amor... —dijiste con la voz apagada. —Estoy descansando un poco, pero en unos minutos tendré que volver ya que hoy ha sido un día ocupado. —mentiste. Te sentiste asquerosa y descarada, como lo hacías siempre que tenías que mentirle.

Entonces no te molestaré más, disfruta tu descanso —contestó el pobre ingenuo. —¿Quieres que cenemos juntos esta noche?

Claro bebé —sonreíste sin mostrar tus dientes aunque él no estuviera viéndote. —Pasaré por ti cuando salga del trabajo.

Asombroso. Adiós jagi-ah, te amo.

Frunciste el ceño y tragaste en seco, porque si bien tenías el descaro de mentirle así tan naturalmente, había dos palabras que se te dificultaban de pronunciar: te amo. Y cada vez que lo hacías el cargo de conciencia que te quedaba era enorme.

Yo también —te limitaste a responder.

Diste por finalizada la llamada y tiraste tu celular sobre la mesa auxiliar a un costado de la cama, te acostaste estirando brazos y piernas ocupando todo el espacio que podías de la cama King Size. Cerraste los ojos y tu novio se te vino a la mente en menos de un segundo; hablar con él estando en la casa de tu amante era algo que te atormentaba por el resto del día cada vez que sucedía, pero volvías a pasar la noche con el chico y te olvidabas de tu infidelidad, para luego otra vez encontrarte con Seokjin y sentirte culpable. Era un ciclo que nunca acababa.

No podías dejar a tu novio, estar con él ya se te había hecho costumbre. Te llevabas estupendo con su familia y él ya casi que pertenecía a la tuya. Terminar con él de un día para otro desconcertaría a muchos y el drama que conllevaba romper una relación de años era mucho que lidiar. Las cosas estaban bien como estaban y te daba flojera cambiar todo.

Por otro lado, tampoco podías dejar a Seokjin. Lo que empezó siendo un encuentro casual para tener relaciones y recibir un poco de dinero, terminó siendo una atracción más profunda. Nunca creíste que por una alternativa de trabajo ibas a terminar enamorada de él. Nadie te hacía sentir como él lo hacía y nadie te amaba de la misma manera que él, ni siquiera tu novio.

Al pasar los minutos el sueño te consumió y no pudiste evitar quedarte dormida. La cama de Seokjin era tan cómoda que nunca querías salir de allí. Unas horas después, tu sugar daddy volvió del trabajo encontrándote enrollada entre las sábanas. Despertaste enseguida al sentir la puerta de su habitación chirriar. Al abrir los ojos, allí estaba Jin mirándote sonriente.

—Lo siento bebé, no quería despertarte.

Se metió del todo a la habitación y comenzó a descambiarse ahí mismo para ponerse ropa de entrecasa. Una vez que estuvo cómodo, se tiró a tu lado y te abrazó por la cintura. Comenzó a repartir suaves besos por tu hombro, cuello y mejilla.

—¿Vas a pasar la noche aquí? —preguntó entre besos.

—No —contestaste con un suspiro. —He quedado con mi novio.

—Pero yo soy tu novio. —respondió el hombre. Acarició suavemente tus muslos.

Te giraste para quedar frente a él, lo miraste sonriente y le diste un corto beso en los labios. —Ya sabes a quién me refiero.

Seokjin soltó una pequeña risita. —Dile que te han pedido hacer horas extra en la oficina y no puedes ir. No sé.

—No puedo hacer eso, le prometí que pasaría por él. —cerraste los ojos y juntaste tu frente con la de Jin.

—Debes dejarlo de una vez, bebé... —dijo en voz baja. Observaba todo tu rostro. —Esto no le hace bien a nadie.

—En todo caso debería dejarte a ti, tú eres el tercero en la relación aquí.

Seokjin sonrió y te besó con fuerza. —¿Lo soy? ¿Segura? —asentiste en modo de respuesta. —Por lo que observo, él es el que estorba. Le dices mentira tras mentira para evitar reunirte con él, te irritas cada vez que tienes un compromiso con su familia, ya ni siquiera le hablas bonito... —enumeró. —Sin embargo no rompes con él por costumbre.

—Ya basta. —lo paraste. Por más que Jin estuviera tratando de hacerte entrar en razón, lo que en realidad hacía era hacerte sentir más culpable.

—Yo soy el único que te hace sentir bien y ciertamente soy el único a quién amas. —siguió.

—Seokjin... —intentaste regañarlo. Te tomó de la cintura y te apegó más a él.

—¿Tengo razón o no?

—Si.

—¿Si qué?

—Si daddy. —pronunciaste esbozando una sonrisa a medias.

Miraste los labios carnosos de Seokjin formar una sonrisa. Escaneaste todo su rostro admirando lo hermoso que era. Te acercaste a él y le diste un beso sensual, tomándolo por el cuello. Él lo siguió aún con más fervor mientras cubría de caricias todo tu cuerpo. Podrías quedarte así para siempre, pero justo hoy no podías. Después de haber rechazado tres invitaciones a cenar de tu novio, no podías negarle una cuarta. Con todas las fuerzas del mundo te separaste de Seokjin antes de que la cosa pasara a mayores.

—Lo siento Jinnie —plantaste un último beso en su mejilla y comenzaste a cambiarte con la ropa que estaba en el suelo. —Nos vemos mañana, que descanses bien.

El hombre te devolvió una sonrisa como respuesta. Él sabía perfectamente que luego de la cena irías a dormir a su casa, después de todo, eso es lo que venías haciendo todas las noches.

bts seokjin ; historiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora