El olor a canela me abruma, ya viene.
Con desespero intento alejarme, los chirridos van en aumento estridentes y constantes, con cada paso que doy los jadeos se atascan en mi garganta, me cuesta respirar, no puedo mas y me veo obligada a detenerme. Consternada, levanto la vista y a la lejanía lo veo, su mirada se envuelve con la mía, me observa insistentemente, tal vez consiente de lo que vendrá.
Después de un instante lo percibo, detrás de mi el traqueteo se detiene, lo noto en mi cuello y de un momento a otro todo se termina, así es, eso es todo, nadie sabrá jamas lo que me ha pasado, nadie, a excepción de aquel gato, que persistente sigue sobre aquel tejado, observando el mismo punto, aunque yo, ya no pueda devolverle la mirada.
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LA MELANCOLÍA DE LA MONOTONEIDAD
RandomRelatos cortos y versos hechos en esos momentos en los que lo único que puedes hacer es eso, escribir.