Parte sin título 2

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Como todos los días, poco antes del amanecer  ella trabajaba, la joven tenía ciertas responsabilidades en el hogar, debía de atender a su familia, después de todo esa era su forma de agradecerles por haberla recibido.

Al fallecer su mama la joven, que en aquel tiempo era una niña, se vio obligada a establecerse en casa de su tía, hermana de su madre. Claramente no era lo mismo, no paso mucho tiempo antes de que se encontrara a si misma anhelando aquel cariño maternal que antes recibía, lentamente los recuerdos de una vida feliz se fueron encallando en alguna zona lejana de sus memorias, ahora difusas.

Con 19 años y sin darse cuenta , la joven se había olvidado de vivir, respiraba claro está, pero lo hacía para los demás, trabajaba por los demás, no quería ser desagradecida con la familia de su tía, aquella chica desesperada por alguna muestra de afecto poco a poco se iba dejando de lado a si misma,  ¿cuáles eran sus gustos o que cosas le disgustaban?, ella no lo tenia claro, sin embargo, lo que sí sabía era que a su tío no le gustaban los pimientos, por lo que evitaba usarlos al hacer las comidas, su prima prefería tomar café por las mañanas ya que el té le causa somnolencia, su tía con sus gustos de antaño en esta época moderna, extrañamente prefería leer por las tardes el periódico local, por ello, la joven caminaba todas las mañanas al mercado a conseguirlo para ella.

Esa era su rutina diaria, así transcurrían sus días, los años siguieron pasando y durante ese tiempo la pobre muchacha jamas cuestiono sus acciones, al menos no hasta aquella noche, noche en la cual soñó por primera vez, así, sin aviso ni alguna sutiliza aquel sueño llegó a ella de forma abrumadora, su madre, aquella que había olvidado, esa mujer que le había dado su amor incondicional, aquel amor que ella tercamente creía nunca haber recibido, estaba ahí y le hablaba a ella.

Al día siguiente, la joven se levanto a la misma hora de siempre, por la mañana compró el periódico para su tía, preparo la comida para la familia y el café para su prima, termino con las tareas del hogar y aquella muchacha siguió con su monotonía, sin embargo ese fue el último día en el que Angélica tendió su ropa, limpio su cocina y camino hacía su cuarto, el aire por fin se sentía ligero, recorrió su habitación con maleta en mano, recolectando todas aquellas cosas que consideró importantes, esta vez, pensando en lo emocionante que sería el mañana, así es, Angélica por fin iba a vivir.

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⏰ Última actualización: Feb 20, 2020 ⏰

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LA MELANCOLÍA DE LA MONOTONEIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora