¿Adoptada?, ¿yo? (5SOS/1D) [Luke Hemmings Y Tú]

I

Narra Meira.

8:30 am

No tenía ánimos de levantarse, todos los días eran iguales ahí y cada vez que iba gente a adoptar, preferían a los más pequeños y hoy no sería diferente.

-Vamos Meira, Levántate... hoy es día de adopciones y debemos estar listas.

-Un suave gruñido salió de los labios de la más pequeña y se giró para mirar a la pelinegra frente a ella.- ¿Qué te hace creer que hoy nos adoptaran?, debemos superar el hecho de que nadie quiere adolescentes que están a punto de cumplir la mayoría de edad.

Un triste suspiro salió de la mayor y se sentó en la orilla de la cama de Meira.- Sé como te sientes pero... debemos mantener las esperanzas de que algún día nos adoptarán, vamos, se hace tarde.

Un suspiro de resignación salió de los labios de la más pequeña y se levantó de la cama para ponerse sus sandalias, tomó una toalla junto a su uniforme y se dirigió al cuarto de baño de la habitación. Quince minutos después, salió del baño completamente lista y aseada. Tomó la mano de su compañera de habitación para salir de la misma, dirigiéndose al gran comedor del recinto a desayunar.

-Buenos días, niñas. ¿Durmieron bien? -Preguntó la amable encargada de la cocina una vez que vió frente a ella a ambas muchachas.-

-Buenos días, señora Clara. Dormimos bastante bien, ¿y usted? -La más pequeña esbozó una sonrisa mientras la más grande de las jóvenes tomaba ambos desayunos.-

-Meira querida, muchas gracias por preguntar, dormí bien también, ¡es maravilloso que puedan descansar! -La voz alegre de la mujer llegó a los oídos de las muchachas.- Tengan un precioso día, ojalá hoy sea su día de suerte.

‐Muchas gracias, Señora Clara. Esperamos lo mismo, cuídese y tenga lindo día. -Finalizó Claudia, yéndose con Meira a la mesa.- me agrada esa mujer.

-A mí también... ¿qué hay de desayunar hoy? -Preguntó con curiosidad Meira mientras tomaba uno de los panes y lo abría.- Huevo, delicioso. -No tardó en dar una mordida al pan y mirar a su alrededor, viendo como todas las demás chicas comían sus desayunos.-

Claudia por su parte, también comenzó a comer mientras rezaba en su mente para poder ser adoptadas hoy, o al menos Meira. Más que a su mejor amiga, lo que ella veía era una hermana... y como buena hermana mayor, siempre veía el bienestar de la menor antes que el suyo. Tan absorta estaba en sus pensamientos que no se dió cuenta que una de las profesoras la había saludado, ganándose una patada bajo la mesa de parte de su compañera de habitación.- Oh, lo siento, Señorita Adams. Buenos días, ¿durmió bien?

-No te preocupes, Claudia. Sí, ¿y tú? Me preocupa que no estés durmiendo tus horas por estudiar para los exámenes. -La mujer acomodó sus lentes mirando con preocupación a la Pelinegra.-

-Sí, estoy durmiendo bien, tranquila. Estudio mis horas correspondientes y me voy a la cama temprano. -Asiente con una pequeña sonrisa, desde que Meira se enteró de sus problemas en los estudios y se ofreció a ayudarla, pudo descansar mejor y quitarse un peso de encima.- Meira me está ayudando y me prohíbe estudiar más de lo necesario.

La más grande esbozó una sonrisa y asintió, se alejó deseándoles un buen día mientras las muchachas volvían a quedar solas. El resto del desayuno transcurrió en silencio, pero no uno incómodo, uno en el que sabían que podían hablar de lo que quisieran pero no era necesario, no solo podían comunicarse con palabras.

Una campana empezó a escucharse provocando que todos los adolecentes y niños del lugar se alertaran, todos menos una. Esa campana significaba que los padres adoptivos comenzaban a llegar, Claudia dejó los utensilios utilizados en un gran compartimiento y tomó a Meira de la mano, sacándola del gran comedor.

-Es tan estúpido que se vuelvan locos por unas personas, cuando probablemente ni siquiera los adopten ésta vez. -Murmuró la chica que era casi arrastrada por su amiga.-

-Ya basta, lo único que haces es quejarte e insultar, que a ti se te hayan ido las esperanzas no te da derecho a matar las de las otras personas o a minimizar sus sentimientos, Meira. -Se detuvo por completo la mayor mirándola con cierto enfado. Era cierto, lo único que había hecho era quejarse sin preocuparse de los demás o de los sentimientos de su amiga. Una mueca apareció en sus labios y bajó su mirada un momento.-

-Lo siento, no era mi intención minimizar lo que sientes, Claudia. -Rasca su brazo con algo de timidez y envuelve los mismos alrededor del cuerpo de su amiga, fundiéndose en un abrazo correspondido.

-Solo... no vuelvas a hacerlo o no te voy a perdonar. -Murmura la más alta, acariciando con suavidad el cabello contrario.- Ahora vamos. -Tomó nuevamente su mano y comenzaron a caminar hacia las habitaciones, una vez allí ambas se sentaron en sus camas esperando a que pasara la directora junto a los grupos de Padres.

Los grupos de Padres no tardaron en aparecer junto a la mujer avejentada, directora del lugar. Todos comenzaron a ver a las más pequeñas del lugar, ignorando por completo a las mayores lo que hizo bufar a Meira, ganándose un codazo de parte de Claudia.

-¿Cuáles son sus nombres? -Preguntó de pronto una mujer de unos cuarenta y tantos, mirando a ambas chicas.-

-Ella es Meira y yo soy Claudia, señorita, es un placer. -Habló la más grande de las adolecentes con una suave sonrisa, haciendo sonreír a la desconocida.-

-Yo soy Anne, el placer es todo mío, señoritas. Verán, ando en busca de dos criaturas para que me hagan compañía, tengo dos hijos pero ya crecieron y ahora estoy sola debido a que mi marido falleció. -Hace una mueca con algo de tristeza mientras se sienta en el borde de la cama de Claudia, recibiendo pequeñas palmaditas de parte de la recién nombrada en su espalda, pero lo que llamó la atención de ambas mujeres es que Meira, se haya levantado y la haya abrazado con suavidad, mientras susurraba un "Lo siento." - Me gustaría que ustedes fuesen las que viniesen conmigo a casa.

Ninguna se lo esperaba, Claudia saltaba de la emoción mientras Meira seguía abrazada a Anne. Luego de comunicarselo a la directora, se quedaron conversando y conociéndose mejor mientras que terminaban el recorrido de los otros padres.