Aimery Legerlof era su prima mayor y también una desertora que se había marchado a buscar fortuna. Conrad no pensaba que fuera una mala persona, después de todo él también había dejado el clan a la primera de cambios, pero sabía que tenía talento, era ambiciosa, inescrupulosa y estaba dispuesta a hacer lo que sea para ser reconocida, una combinación problemática en el mundo paranormal.
—La princesa se encuentra indispuesta ahora —respondió encogiéndose de hombros y sin mentir, después de todo eso no funcionaba con un buen brujo—. En realidad está completa y permanentemente indispuesta a casarse con tu señor —agregó, frunciendo el ceño—. Así que debería ir con él y decirle que no la busque más.
Sus palabras consiguieron que el resto de los hechiceros se mirara entre ellos, probablemente intimidados por el hecho de que Aimery se molestara, ella nunca había sido conocida por su buen carácter, pero Conrad podía tratar con ella.
—La princesa ya no se encuentra bajo la protección de los Legerlof, así que deberías hacerte a un lado si no quieres suscitar roces entre los clanes —ella lo miró echándose el pelo hacia atrás, era obvio que no estaba dispuesta a irse de ahí pronto, mucho menos si se lo pedían de manera amable. Conrad se sorprendió un poco de lo familiar que le resultó el gesto. Era un típico farol para verse más seguro de lo que en realidad se sentía.
—Los Legerlof no tienen nada que ver con esto, mi nombre no está vinculado al de ellos de ninguna manera —explicó, encogiéndose de hombros, aunque estaba seguro de que ella era consciente de este hecho. Aimery lo odiaba, nunca había conseguido vencerlo en nada y sobre todo, odiaba a la princesa Aisha desde que era una niña, pues nada más aparecer en la mansión su estatus se elevó por encima del de cualquiera de las chicas del clan. Ella no podía ganar en la magia ni en la belleza, así que se había amargado bastante.
—Ya, entonces es aún peor —comentó ella, cruzándose de brazos en una pose más confiada y relajada—. No creerás que es buena idea pelear con el señor de Notre Dame ¿Cierto? Entrégame a la princesa y todo estará bien —aseguró, mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios.
Conrad se giró, mirando su pequeña casa para asegurarse que nadie se estuviera asomando por las ventanas, efectivamente, Altair se había quedado donde se lo pidió.
—Mira, no estoy buscando problemas, pero tampoco puedo dejar que te la lleves —comentó, regresando la atención a su prima—. Ellos no han cometido ningún crimen, tampoco son miembros de tu clan, así que no puedes llevártelos a la fuerza —su voz sonaba relajada, pero la verdad era que se sentía un poco presionado por la presencia de tantos magos. Aimery no era una amenaza estando sola, pero la magia unida de toda esa gente iba a aplastar su barrera cuando decidieran atacar en serio.
A lo mejor no pasase nada en ese momento, pero iban a hacerlo pedazos cuando le pusieran las manos encima y él no quería tener que llamar a su familia para que aquello se convirtiera en un problema mucho más grande.
—Pero no te pertenecen tampoco —Aimery lo miró como una víbora a su presa, sus ojos fríos habían encontrado una grieta en el discurso de Conrad que de seguro le facilitaría todo a nivel diplomático, porque era obvio que aunque no quisieran, los Legerlof terminarían involucrándose en ese asunto—. Es más ¿Que me asegura que la princesa no fue secuestrada? Ella no tiene un tutor aparte de su hermano y él está desaparecido desde hace un tiempo —comentó, sonando muy satisfecha con su argumento—. La princesa se comprometió con mi señor a cambio de protección, así que es mejor que me la entregues si no quieres que entre a la fuerza.
Conrad entre abrió los labios para decir algo, pero las palabras no le salieron de la boca. Al parecer Aimery no contaba con el hecho de que hubiera podido romper los sellos que encerraban a Altair tan pronto, por lo que quería utilizar este hecho en su contra, quizás incluso estuviese pensando en culparlo del encierro del príncipe. Estaba casi seguro de que ella había confeccionado la caja y por eso estaba tan segura de su eficacia.
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El deseo del príncipe
Romance(LGBT+) Conrad Legerlof es un mago independiente que piensa que está ante otra noche común hasta que se encuentra a un ciervo en la carretera. Altair es el último de su estirpe, un cambiaformas de sangre azul perseguido por gremios que quieren usar...