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Debido a las escapadas de Deku, Iida y Todoroki quedaban solos más tiempo del que hubieran esperado y, a pesar de que el silencio era agradable, fue inevitable hablar un poco de sus respectivas familias, las personas que tenían a su alrededor y, por supuesto, las relaciones sentimentales.

De esta manera, el delegado de clase, supo que el chico bicolor había sido comprometido con su compañera de clase, Yaoyoruzou Momo, aunque habían decidido mantener la discreción del tema para que sus compañeros no les trataran como seres extraños, ya había suficiente diferencia entre ellos y el resto de sus compañeros como para agregar mas por cosas de este tipo, mientras sus padres no lo hicieran público, ellos tampoco lo harían.

Después de obtener esa información, era inevitable para Iida poner mayor atención en las pocas interacciones que existían entre la creadora de objetos y su nuevo amigo, distinguiendo que existía la cordialidad entre ellos, como dos personas que no les quedaba de otra mas que trabajar juntos y trataban la situación con toda la entereza posible pero sin querer que le relación fuera más allá. Ese conocimiento le creó un alivio y una indescriptible, egoísta satisfacción al descubrir esto; debería desear lo mejor para Todoroki, desear que pudiera amar a la persona a su lado pero para el chico de lentes, la hermosa pelinegra no era la persona que merecía su amor.

Ahora cada pequeña información que podía obtener sobre el hijo del héroe #2, le era tan apreciada como cada lección para ser un buen héroe en el futuro e incluso mas, por lo que no fue sorprendente que supiera lo que los demás pensaban de él.

Había escuchado a algunas chicas definirlo como sexy pero, aparte de que el adjetivo le parecía un tanto impropio, tampoco lo creía del todo correcto, ya que él lo definiría más como... lindo, con su carita redonda y sus expresiones casi inexistentes pero que, cuando eran evidentes, parecía que el mundo se detenía sólo para poder apreciar esos momentos únicos además de sus movimientos tan seguros pero controlados, curiosamente adorable.

Sin embargo, movió la cabeza para alejar esos pensamientos, era un poco extraño que un hombre pensara así de otro, aunque fuera su amigo y lo admirara demasiado... a pesar de la paz y la tormenta que luchan en su interior cuando están ellos solos y debía ignorar que jamás se había sentido así con nadie mas, debía ser por lo especial que era Todoroki.

Desgraciadamente para Tenya, no fue la última vez que escucharía una conversación ajena aunque la siguiente vez, quedaría tan impresionado que cambiaría la propia relación que él había construido con el chico de los dos elementos.

Esa tarde Iida pensó que sus notas habían quedado en el salón, por lo que caminó a paso apresurado pero antes de abrir la puerta, escuchó voces amortiguadas dentro del salón y se detuvo, pensando en lo que podía estar ocurriendo pero, cuál fuera la situación, era su obligación como delegado de la clase el poner orden; sin embargo el sonido de algo parecido a un... jadeo se dejó oír desde el interior, provocando un intenso sonrojo en el más alto.

-Kacchan... -Por fin pudo distinguir la voz de Midoriya en el salón y, por lo que escuchaba estaba con Bakugo- ¿Po-porqué tan de repente...?

-Porque tú me provocaste. -La ronca y siempre arrogante voz del rubio, le confirmó lo que creía.

-¿Yo qué hice? Sólo te dije que me gustaba más tu estilo normal que cómo intentó cambiarte Best Jeanist. -Izuku respondía con inocencia que, si Iida no lo conociera tan bien, creería que es fingida para provocar un poco más a su acompañante.

Se sentía bastante incorrecto el estar presente cuando imaginaba lo que ocurría detrás de la puerta entre abierta. Con una detestable curiosidad, el de lentes se asomó sigilosamente, viendo como su mejor amigo era arrinconado contra el escritorio y besado sin ninguna delicadeza a la vez que se aferraba a la espalda del otro.

Dime que me quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora