4 (Final)

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Todoroki se encontraba disperso. Si fuera una persona expresiva quizás tendría un rostro lleno de ensoñación y, si pudiera ser más caricaturesco, flotarían corazones a su alrededor pero no, sólo se mostraba distante y, accidentalmente quemaba o congelaba un poco el mantel sobre la mesa. Por fortuna, nadie esperaba su activa participación en la cena con los Yaoyorozu ni notaban los pequeños accidentes que tenía con sus poderes, prácticamente nadie notaba que estaba ahí y, si por él fuera, definitivamente no estaría ahí, se hubiera quedado descubriendo otras facetas de su "amistad" con Tenya.

Era increíble cómo había cambiado todo por un simple beso. No se arrepentía por ello y, a pesar de la mirada avergonzada que le dedicó el otro cuando por fin se soltaron, creía que su pensar era el mismo, en especial porque él inició el beso.

Ahora más que nunca, odiaba el dichoso compromiso. No odiaba a Momo, ella era una chica muy agradable que en verdad se esforzaba en todo y con una inocencia que le indicaba que era algo así como una niña malcriada, a pesar de todo, tenía buen corazón.

El (mayor) problema de estar comprometido con ella era que, al parecer, Momo en realidad deseaba que esa boda ocurriera. Aunque Todoroki no se explicaba de dónde había salido este posible enamoramiento que la chica tenía por él, no se conocían muy bien, en la escuela hablaban poco y él se había limitado a ser amable con ella; ni siquiera podría pedirle que se uniera con él para rebelarse contra sus padres sin romperle el corazón en el proceso, además de que no quería que le cuestionara porqué apenas decidía que no quería seguir con esto. Antes no le interesaba tanto, parecía algo que ocurriría sin importar cuánto luchará pero, con nuevos sentimientos fuertes y dolorosos en su interior, no quería resignarse a ello.

Para Iida no estaba siendo más sencillo vivir esto. Veía el techo de su habitación, un poco borroso porque había dejado de lado sus lentes que se empañaron antes. Conocía que las cosas ya no podrían ser las mismas en su amistad, habían roto los límites que no podían pasar. Afrontarse a las consecuencias sería la verdadera prueba porque ellos no debían hacer lo que quisieran por el simple hecho de desearlo, aunque eso no impedia que lo hicieran de todos modos.

No eran hombres de muchas palabras, les bastaba con lo que podían ver y tocar. Nunca se habían sentido tan... Necesitados de alguien, querían verse, querían estar juntos, sólo podían pensar el uno en el otro y contaban los segundos para estar a solas, para vergüenza de ambos.

Sería tan fácil olvidar su presente para ir a otro momento, quizá en un futuro o en otra vida, dónde estar juntos no esté prohibido ni lastime a terceros pero en el juego engañoso del amor, el dolor era obligatorio.

Estar con sus respectivas parejas era complicado porque recordaban que hacían mal ya que tenían a alguien a quién le debían fidelidad y cada día se juraban que ese sería el último que se arriesgarían en este juego. Sin embargo, comenzaron una carrera en picada hacia lo desconocido, explorando cada vez más, con la culpa desvelándolos por las noches pero el sentimiento de urgencia por un beso o un abrazo invitándolos cada mañana.

Pero pensar la situación demasiado, complicaba aún más todo porque era cansado y ambos deseaban dejar de esconderse para no delatar lo que sentían.

El heterocromático llegó a pensar que podría dejar todo atrás por intentar algo con el más alto, pero tenía miedo de correr ese riesgo solo y Tenya sólo quería terminar con todo, tan lejos que a nadie les importara... ¿Eso era una opción? Antes de siquiera intentarlo, necesitaban saber si eran correspondidos en esta relación sin nombre.

Los remordimientos y sentimientos eran tantos aquella tarde en el solitario hogar de Todoroki que Iida tuvo que separarse para no caer en la tentación de los labios de su compañero antes de poder aclarar eso que corroía su alma.

Dime que me quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora