Capítulo 1.

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Me miraba a mí misma y único que puedo sentir es asco, toda mi vida me enseñaron a temer, miedo, tras miedo. Puede ser que no tenga ninguna cicatriz en mi cuerpo, pero dentro de mi cabeza, soy culpable.

—Vamos cariño, es hora de darle el último adiós a tu madre —anuncio mi padre.

Mi padre, el culpable de todas mis desgracias, es dueño de una gran y reconocidas empresas.

—Todo es tu culpa — murmuré sin regresarlo a ver. Seguía viendo mi reflejo.

Con solo un jalón en el brazo me hizo mirarle —Mi querida mariet, hay algo que aún no has aprendido de todo esto. Debes aprender a callarte.


—Ya he callado lo suficiente, estoy harta de ti. Eres un asesino y eso jamás va a cambiar, padre.

Sonrió— tanto me odias, pero llevas a la sangre de un asesino, grábatelo tu cariño.

—¿Crees que no lo sé? Estoy maldita por ello.

Abrazaba con fuerzas las cenizas de mi madre mientras sollozaba, ella se había ido y con ella mis esperanzas.

—Mariet —me llama Madeleine.—Lo siento tanto, siempre estaremos para ti ¿Verdad Madison?.

—Es cierto, no importa lo que pase —dijo Madison.

Las gemelas Campbell son mis amigas, otras víctimas de sus padres, Madison es la más sumisa, mientras que Madeleine es todo lo contrario. Ella va en contra de todo lo que le dicen que no haga.

—Gracias —fue todo lo que pude decir, se acercaron a mí y me abrazaron.

Mis lágrimas cayeron sobre mis mejillas, estaba agradecida de que al menos no estaba tan sola como pensaba, también estaban sufriendo como yo.


Ella se había ido y mis esperanzas también.

******

Blake.

Seis meses antes.

—¿Siempre es la misma pesadilla?—pregunta mi psiquiatra.

Asentí con la cabeza—ambas sabemos que no es una pesadilla—me miro triste—es un recuerdo, uno de tantos.

—Hemos trabajado tantos años, Blake nunca te des por vencida.

Aun después de tantos años la herida cada vez se vuelve más grande y dolorosa, no sé si alguna vez podré sanar y ser feliz.

Todavía albergo, esperanza, algún día seré libre.

—Blake—me llama, sacándome de mis pensamientos—¿Cómo vas con el chico que te invito a salir? Recuerdo que hablabas con mucho entusiasmo.

Claro que sí lo recordaba, al parecer tenía los mismos gustos horribles de mi madre.

—Ya no lo estoy saliendo con él—respondí—él era igual a mi padre, empezaba a intentar controlarme. Terminé con él.

—¿Sigues teniendo miedo a ellos?—pregunto.

La respuesta es si, me mantenía muy lejos y no me relacionaba con nadie.

Aunque ya habían pasado algunos años quedaban algunas secuelas en mí, el contacto físico con hombres me da asco ¿Cómo lo sabía? Cuando recién llegaba cometí el error de salir con un hombre. No importa cuanto lo intente, nunca hubo un buen resultado.

La excepción fue Dante, Tuve la gran suerte de encontrarlo, nos volvimos incondicionales como si fuésemos hermanos, también gracias a él conseguí mi trabajo. Desde entonces trabajo para una empresa importante, soy la asistente del presidente.

—Sí, la verdad es que me mantengo alejada de todos—respondí—todas las personas cercanas a mí mueren.

Asiente con la cabeza—fuiste adoptada ¿También te alejaste de ellos?—pregunta cuestionándome.

—mientras más lejos este de ellos estarán a salvo.

—Aún nos queda mucho por trabajar, pero has avanzado.

—lo sé

Muy en el fondo sabía que nunca podría ser normal, siempre resaltaba en todos lados y terminaba siendo marginada.

Así sería siempre.

*****

En camino hacia mi trabajo, cuando mi teléfono comenzó a vibrar, un mensaje de mi hermano.

—¿Vas a venir a casa a cenar, hermana?—envió mi hermano.

—probablemente—respondí.

Llevaba una buena relación con ellos, me querían a pesar de mi falta de afecto.

Camine hasta la entrada del edificio donde trabajo, subo al elevador, marqué el número del piso. Una vez que he hecho mi camino por el pasillo a mi lugar, dejo mis cosas y luego tomar mi bloc de notas y pluma, Llamo a la puerta y escucho un adelante, abro la puerta, doy unos pasos hacia delante y cierro detrás de mí.


—Buenos días, señor.


Ríe—Buenos días, ya te he dicho que me hables de tú. Somos amigos ¿O no?

—debo mantener el profesionalismo, somos amigos, señor.

Bufa—Terca como siempre.

Río—gracias, señor, lo heredé de mi madre.

—Como sea, quiero que te encargues de revisar los contratos que haremos con los italianos—hace una pausa— Por cierto, mi mejor amigo vendrá así que iremos a verlo, le he platicado mucho de ti y está loco por conocerte.

Lo miro confundida—¿No es un poco raro? ¿Debo de asustarme?

Niega—Nada de eso, solo le das algo de curiosidad y es normal.

—bien, si usted lo dice —dije no muy convencida.

—puedes retirarte—dijo, asentí.

Vuelvo a mi lugar y encuentro algunos documentos que tenía pendientes, sabía que una de las chicas lo vino a dejar y también sabía que ellas me odian.

Abro la carpeta solo para leer una hoja con la frase: PERRA.

Ellas son tan infantiles que creen que esto me afecta, afecta su trabajo, no el mío.

Camino hasta las oficinas y entro, todas están reunidas ahí.

Lanzo la carpeta sobre la mesa y los miro —¿Son tan infantiles que quieres que entregue este informe tal cual es?

April me mira enfadada—Tal vez deberías hacer bien tu trabajo en vez de quejarte—respondió.

—me han llamado con mejores insultos—me acercó a ella—si tienes problemas con tu trabajo y no quieres hacerlo, ve y renuncia.

—te crees mejor que nosotras ¿Quién te crees que eres?—replica—solo por qué eres la amante del presidente te crees intocable.

—deja de decir tonterías, te excusas por tu mal trabajo—miro hacia la carpeta—quiero ese maldito reporte hecho, si quieres quejarte de mí, hazlo.

Me voy dejándolas sin escuchar sus insultos, regreso a mi oficina y minutos después el reporte está bien hecho, sin errores.

Así es como es mi vida actualmente, buscaba no resaltar mucho y mi único motivo era uno: vivir en paz.

Sombras Del Pasado (Saga Amores Sanadores 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora