Pequeños Problemas en el Paraíso

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Cazzu PDV

Dicen que una persona que tiene capacidades y privilegios por ejemplo irse de paseo con su pareja para relajarse debería sentirse de buen humor, despreocupada, plena, y justamente disfrutar de ese momento, porque de otra manera sería como desperdiciar un lujo y ser mal agradecida. Bueno yo en este momento me siento así, como una pelotuda desagradecida porque cuando se supone que debería estar sintiéndome en paz y alegre por ir de paseo con Tomás lo único que hago es cargarme un semejante mal humor.

No sé como lo hago pero desde que estoy con Tomás me siento mucho más sensible a la hora de vivir mi vida amorosa, puede ser el hecho de mis inseguridades que aún me atormentan por heridas pasadas, las mismas logran que me auto boicotee para crearme problemas incluso donde no los hay, y por lo general suele terminar en discusiones y mal humor.

No podría echarle la culpa totalmente a Tomás, porque yo misma responsable de mi propia psiquis pero a veces me siento tan culpable de los problemas que me pesan y duele. Es cierto a veces siento que hay situaciones en las que podría ayudar más, pero aún así él no tiene porque cargar también con lo mío.

Hoy desafortunadamente fue uno de esos días en los que me levanté sensible, justo el día en el que emprenderíamos el paseo. Al levantarme lo primero que hice fue revisar el celular y de vuelta todo el mundo opinando de mi relación con Tomás, ya empezamos mal, para colmo el señorito en lugar de levantarse y ayudar remoloneaba, lo cual terminó en una discusión sobre cómo él se pasa de haragán y cómo yo puedo llegar a ser bastante pesada.

Ninguno de los dos dice nada en el trayecto a nuestro destino, yo sólo miro por la ventana apreciando el hermoso y no tan caluroso día soleado en silencio mientras cebo mate. Tomás frena en una gasolinera para comprar cosas y cargar combustible, yo aprovecho para usar el baño. Hago mis necesidades, me lavo las manos y la cara, en este momento cuando pasó todo el calor de la discusión pienso que tal vez exageramos, los dos nos dijimos cosas es cierto, pero no tenemos porque empezar nuestro fin de semana en pareja así enojados, menos después de haber estado tanto tiempo lejos.

Yo lo último que quiero es ser de esas parejas que se la pasan discutiendo y a gatas se demuestran cariño, dando por hecho que la otra persona ya sabe cuánto amor se tienen. Siento que eso desgasta las relaciones, pero de la misma manera que a él puede llegar a mostrarse frío y serio, a mi el terreno del amor me ha golpeado bastante y temo ser tan agobiante con Tomás que luego se canse de mí.

Aún así cuando lo veo de espaldas a mí cargando cosas en el maletero del auto, dos chicas lo están mirando; ambas más altas que yo con cuerpos hermosos y cara de igual belleza, una rubia de ojos claros con la piel un poco más bronceada, la otra pelirroja de piel cuya palidez resiste al sol veraniego, ambas se sonríen y se murmuran cosas inaudibles, en ese momento me recorre una vibra de calor señal de que me daba celos y coraje que le estuvieran echando el ojo a Tomás, aunque por mi orgullo me quedo callada.

Me recuerdo a mi misma que este es un momento para pasar bien entre los dos, que no es necesario crear más mal entendidos por mis inseguridades entonces me acerco en son de paz y lo abrazo por la espalda cuando estoy lo suficientemente cerca, hundo mi cara para aspirar su perfume y siento como sus músculos se relajan.

Tomás se da vuelta para abrazarme por la cintura, me agarra del mentón para que lo mire y me da un beso casto pero firme en los labios y otros en el cachete, sube sus manos para acunar mi cara y yo me aferro aún más a él. Sus ojos brillan camuflados detrás de los mechones verdes que caen por su frente, con los dedos de una mano los muevo hacia un lado para poder verlo mejor, el me sonríe y yo le correspondo casi por inercia.

-"Perdón"-Soltamos al unísono y después una leve risa.

-"Perdoname por ser despelotado a veces, aunque haya estado cansado tendría que haber colaborado más"-Habla primero con voz tranquila pero sus ojos se desvían al piso. Con mis manos esta vez yo acuno su cara y hago que me mire, le doy un pico en los labios antes de decirle:

Sólo AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora