Capítulo IV

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En a penas unas horas, todo parecía haber cambiado...

Al acabar las clases, caminaba por los pasillos tratando de simular la misma elegancia que Anna. En Dragflyers todo el mundo se fijaba en mí como un preciado tesoro al que adorar, podía escuchar mi nombre en cada rincón, incluso de las bocas que jamás esperaría la más mínima atención. 

Con esas bocas, me refiero a Dakku.

En el instante en el que el timbre sonó para llamar a los alumnos, a penas una hora después de la negociación con Anna y Maggie, corrí al aula para dejar el cuaderno bajo la mesa de su dueño. Me senté en mi pupitre y jugueteé con mi bolígrafo para disimular mi ansiedad. El corazón golpeaba mi pecho con tanta intensidad que la respiración me fallaba. Apreté la mandíbula y contuve las ganas de gritar.

Cuando el resto de alumnos entraron, Anna me guiñó el ojo amablemente y yo le devolví lo único que pude trazar bajo presión: Una mueca nerviosa. 

Todo el mundo se agrupó alrededor suyo, y de sus labios rojo granate escuché mi nombre. Me estremecí. En pocos instantes, todos comenzaban a mirarme, incluso Dakku, que me fulminaba con su fría mirada desde la pared en la que se apoyaba. 

Este cogió el cuaderno de su pupitre y lo agolpó contra su pecho. Parecía haber estado preocupado. Recibí un pinchazo de culpabilidad.

- Alice... - dijo él, lentamente, como si le costase pronunciarlo

Le regalé una sonrisa poco expresiva, sin embargo, esta se desvaneció cuando sus ojos comenzaron a atravesar los míos. Parpadeé y volví a centrarme en el bolígrafo. 

Durante toda la clase, sentí gran cantidad de miradas clavarse sobre mi nuca. Me giraba de vez en cuando, pero todo el mundo me sonreía. Era tan extraño como satisfactorio, nunca me había sentido de tal forma. 

Cuando el timbre sonó para indicarnos que debíamos cambiar de clase, sentí una mano fría sobre mi hombro. Mi mirada trepó sobre el brazo, hasta encontrarse con el rostro de Dakku, mirándome de una forma cautivadora.

- Alice - volvió a decir, con ya a penas dificultad - Alice...

Asustada, retiré su brazo de mi hombro bruscamente y salí corriendo del aula. Por el rabillo del ojo, pude ver una imagen borrosa de Dakku, con los ojos entornados en mí, con una mirada entristecida que me golpeó el corazón. Caminé despacio y entorné mi cuerpo hacia él a una distancia segura. 

- Hasta mañana, Dakku - dije, sin poder evitar mirarle a los ojos.

Giré de nuevo y me fui. En aquel momento, desconocía el porqué me había detenido, el porqué su tristeza acuchillaba mi alma...Era una pregunta que me torturaba cada segundo de mi existencia, una sensación que, en ese entonces, desconocía.

Traté de difuminar esos pensamientos de mi cabeza, pero derivaron en una confusión irrelevante. Me mordí el labio inferior con fuerza para evitar que las lágrimas se deslizaran por mis mejillas. ¿Qué me estaba pasando? 

Me senté en una mesa alejada de la gente en el comedor, pero en un par de segundos, Anna se sentó a mi lado y me abrazó con tanta fuerza que temía escupir el bocadillo. 

- ¡Alice! ¿Qué tal estás, cariño? - me dijo con dulzura, enseñándome su dentadura impoluta

- Bien - mentí, tratando de disimular el dolor clavándose en mi voz. Quería decir la verdad, pero sabía que Anna no era alguien en el que podía depositar mi confianza. Tracé una sonrisa forzada y reí cariñosamente. Me sentía realmente falsa. 

- Alice, ¿Qué comes? - me dijo, con resignación marcada en su voz

- Un bocadillo de tortilla y jamón - contesté, como si me hubiese aprendido la frase de memoria - Es lo que solía prepararme mi madre...

- ¿No es demasiado calórico? - dijo, mirándome confundida. A pesar de que su mirada parecía inocente, algo en mí sabía que en realidad ardía por dentro. Tragué saliva. 

Cada instante que el silencio se alargaba, su mirada se volvía más afilada y mi sonrisa más inestable. Afortunadamente, un grupo de alumnos se sentó en nuestra mesa y Anna volvió a mostrar dulzura en su faz. Entre ellos, estaba Maggie, que me miraba como si fuese un objeto del que se siente orgullosa. Le sonreí disimulando mi confusión aún presente.

- ¡Chicos! - exclamó Anna - Os presento a Alice, es la hija de una artista muy famosa y adinerada...

Traté de evitar interrumpir. No eran adjetivos que precisamente se adjuntaban a mi madre, pero sabía que era mejor dejarlo pasar y asentir como si fuese cierto. 

- Un placer - dije, aunque las palabras me sabían amagas. 

- ¿Has escuchado los rumores sobre Dakku, Alice? - dijo Maggie, tratando de disimular la situación real. Me miraba tan fijamente que sentí un escalofrío acariciar mi piel. 

- ¡Sí! ¡Mirad que es ridículo! - dije, rompiendo a carcajadas un tanto exageradas. Me saltaron las lágrimas, no porque fuese gracioso, si no porque estaba siendo alguien que no era. Lo siento, mamá. 

Me dirigí a mi habitación al final de las clases totalmente rota. No solo estaba confundida, si no también estaba haciendo lo que no debería hacer. Pero era la única forma de mantenerme a salvo, ya lo había comprobado, y prácticamente todo el instituto estaba a favor de Anna. Si no estaba con ella, mi vida se destrozaría. Hice un esfuerzo y levanté los labios contra los temblores. No debería sufrir por ello, papá no querría que sufriera. "No es para tanto" me dije a mi misma, pero en el fondo sabía que no era cierto. 

Abrí la puerta suavemente y deslicé mis dedos hacía el interruptor de la luz. Casi se me detiene el corazón cuando vi una figura sentada sobre mi cama. Era Nina, que me miraba con una mirada fulminante y los brazos en jarra sobre su redonda cintura. Apretaba su mandíbula con tanta fuerza que temía que se torciera. 

- Tenemos que hablar, hablar muy seriamente

El Cuaderno de DakkuWhere stories live. Discover now