Grecia

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Había dormido hasta poco más de medio día, y mi sueño había estado plagado de las imágenes que había visto la noche anterior.
-Alex, ¿cómo te fue ayer con Nick?
-Bien Nico- le respondí a mi pequeña hermana removiéndole el pelo con una mano.
Los tres habíamos ido al centro comercial a comprar cosas para la escuela.
-Fijate si le fue bien hermanita, que mañana va a ir a conocer a toda la familia infernal- un codazo en las costillas hizo que mi querido hermano dejara caer el par de audífonos que tenía en las manos. Por suerte, aterrizaron en un suave y gordito colchón de pétalos de rosas.
-¿Rosa?- tanto la voz de Arián como su expresión denotaban preocupación.
-Estoy bien hermanito, sólo que reaccioné a tu torpeza. No tengo intenciones de pagar por algo que rompiste- dije, aunque me sentía algo extraña.
-No es eso Alex, tus ojos...- Nicolleta hizo una pausa para tragar saliva- Tus ojos son rojos.
Miré uno de los espejos que estaban colocados en el mostrador; mis ojos había cambiado a un rojo vino bastante intenso, aunque aún quedaban algunos vestigios del azul original en los bordes de los iris.
-Vamonos- le dije a ambos mientras me daba la vuelta para salir de la tienda.
Había dejado salir pétalos de rosas antes, inclusive, si el esfuerzo mágico era muy extremo, aparecía la rosa completa, cosa que sólo había pasado una vez cuando un minotauro descontrolado había atacado la casa, había tenido que mantener a todos protegidos con una barrera emocional hasta que llegara mamá, porque estaban muy mal heridos y no podía curarlos; otra anomalía más en mis poderes. Lo que si nunca había pasado era que me cambiara algo en el cuerpo, y menos los ojos.
Mi cabeza daba vueltas, y las imágenes que tanto me habían atormemtado volvieron a inundar mi cabeza.
Sabía que ya había salido de la tienda, pero no me quedaban claras las direcciones. No sabía por dónde tenía que tomar, es que de hecho no llegaba a atinar hacia dónde tenía que ir.
Respiré ondo tratando de mantener la compostura. En situaciones como esta es que las clases de modelaje, a las que por cierto me obligaron a ir (yo prefería cerámica), te servían de mucho.
-¿Alexia?- una voz relativamente familiar, y la energía que sentía en la dirección de la que venía, hizo que prácticara más mi auto control. Gracias orgullo.
-Hola Isaac, ¿cómo estás?- me di la vuelta para ver al chico cogido de la mano con su alma gemela. Sonreí para mis adentros porque no tenía fuerzas para hacerlo con los labios. Sabía que termimaría así, y por eso lo había dejado.
-Bien Alex. Ella es...
-Sara- se terminó de presentar la chica, que se acercó a mí para estamparme un beso en la mejilla, el cual correspondí.
-Un gusto Sara, yo soy Alexia- ella asintió y volvió a tomar la mano de su novio.
-¿Estás sóla?- en ese momento mi visión se hizo más clara y pude ver dónde estaba; el problema es que no tenía ni la más mínima idea de dónde era- ¿Qué te trae a Grecia? Nosotros estamos celebrando el final de las vacaciones- miré a mi alrededor. Habían algunos pétalos de rosas desperdigado en el piso, pero dado a que había un vendedor de flores ambulante, no parecía tan extraño.
-Yo...- alguien tomó mi cintura y me atrajo hacia su cuerpo, e interrumpió mi respuesta inventada para dar una más creible, sobretodo por su presencia.
-Estamos por hacer un trabajo para mi padre, o más bien, soy yo el que lo hará; Alex sólo me acompañaba- miré la cara de Nick y mi cuerpo se relajó. Sabía que podía confiar en él, cosa que era muy importante porque sabe Hermes cómo, había llegado yo a Grecia- Perdón- continuó el chico- no me he presentado, soy Nícolas.
-Supongo que son pareja- Sara parecía ser una chica muy noble e inocente. Era bastante bajita y rubia, con unos ojos carmelitas muy expresivos; una combinación perfecta con Isaac, que era un poco más alto que yo, de pelo trigueño y un color de ojos poco definido, entre verde y gris.
-Sip- dije tratando de parecer lo más natural posible.
Un escalofrió recorrió mi columna vertebral, seguida de una punzada en la cabeza. No llegué a desfallecer porque Nick mantuvo su agarre, apretándolo inclusive.
-Bueno es hora de que nos vayamos. Acabamos de llegar y estabamos dando un paseo, y aún tengo que hacer lo que mi padre me pidió.
-Claro, fue un placer verlos. Igual podemos quedar más tarde. Nosotros nos vamos dentro de tres días, ¿y ustedes?- la conversación seguía siendo entre Sara y Nícolas, porque yo estaba demasiado cansada para hablar, e Isaac, que me conocía y sabía que no estaba bien, ya se estaba planteando si estaba embarazada o no.
Negué lentamente y el entendió porque su animo volvió a la normalidad.
-Dentro de dos- miré a Nick con cara de "no entiendo ni papas", y resiví como respuesta un giño.
-Perfecto, entonces nos podemos ver hoy en la noche- agregó Isaac- Yo puedo llamar a Alex para acordar dónde nos veremos.
-Claro- asentí. Por suerte tenía mi móvil ensima.
-Hasta luego- se despidió Nick.
Nos dimos la vuelta y comensamos a caminar hasta su auto, que por suerte no estaba muy lejos.
Nícolas me ayudó a sentarme y luego lo hizo él. Arrancó y estuvimos moviendonos unos minutos sin hablar.
-¿Cómo te sientes?- dijo mirándome con su vista periférica.
-Mejor, pero no bien- respondí cerrando los ojos.
-¿Qué pasó?
-Mis poderes se salieron de control, mis ojos cambiaron de color, me empezó a doler la cabeza y luego aparecí aquí- recaí un momento en mis palabras- ¿Nicky...?- él negó y yo volví a tranquilizarme. Por suerte el rojo de mis iris había desaparecido a tiempo- Por suerte estabas cerca.
-No estaba cerca, rosa. Sentí tu precencia dentro del país, y también tu desesperación; y nunca me ha importado ir a exceso de velocidad.
-¿Rosa?- repetí la palabra recordando lo que había pasado- Aún no sé cómo llegué aquí.
-Enojo, tristeza, deseperación o un gran control de tus poderes, o descontrol. Esas son las únicas maneras de teletransportarte. O ser hijo de Hermes, claro. Por supuesto, controlar tus habilidades no implica que no te afecten las demás razones- terminó su conferencia con algo de orgullo en la voz.
-¿A dónde vamos?
-A mi hotel.
-¿Te hospedas en un hotel? ¿Tanto te va a llevar capturar a esa alma?- traté de hacer un puchero que salió más o menos.
-Claro que no, mañana tenía una cita muy especial. Aparte, ya devolví al fugado. Dije que estaríamos más tiempo porque no pienso dejarte ir al inframundo en estas condiciones, ni a tu casa.
-Ya estoy mejor- traté de sonar convincente, pero no lo logré.
-El viaje en avión será muy tedioso, y llegar hasta Hawai llevará su tiempo, eso te agobiará mucho. Vamos a esperar a que mejores para regresar.
-Pero tus padres...
-Entenderán cuando les explique- llegamos a la entrada de un hotel que aparentaba ser bastante pequeño y más similar a un hostal, pero que estaba segura que era mucho más grande por dentro, porque mucha energía mágica emanaba de él.
-¿Tienes reservación hecha?- hice una pausa para luego aclarar- Nicky, yo estoy aquí ilegal, y por muy mágico que sea el lugar, no creo que me vayan a aceptar sin identificación a menos que...
-Puedes tranquilizarte y respirar. Nunca dije que tenía o fuera a hacer reservación, más bien te dije que veníamos a mi hotel, y fue literal- salió del auto para darle la vuelta y abrir mi puerta.
-Ya veo, entonces...- me ayudó a salir, y de paso a mantener el equilibrio-... todo es tuyo.
-Si, y Alex, no hables más, que sigues estando fuera de control, y tus habilidades como hija de Afrodita podrían causar estragos- dijo conduciéndome hacia la entrada.
-Señor, no sabía que estaba en Grecia, y con compañía.

Uno de los botonos del Hotel Hades, un nombre bastante obvio, se quedó mirando a Alexia  embobado; y eso que estaba medio ida, si la llegaba a ver estable... "reacciona Nícolas, tienes a una chica medio desmayada en tus brazos"
-No planeaba venir, pero surgió un imprevisto. Voy a estar en mi habitación. Trata de no regar la noticia- caminé con Alex hasta el interior de la construcción, que no correspondía en nada con el exterior, pero no tenía mucho tiempo para contemplar el decorado.
Cogí por el área de servicio hasta llegar al elevador que usaban los empleados. No quería causar revuelo entre los huéspedes.
En unos minutos estabamos en la habitación 666 del hotel, que había reservado para mi uso personal.
Acosté a Alex cuando ya estuvimos adentro y luego fui hasta el teléfono para llamar a mi asistente en el hotel, o más bien, la directora cuando yo no estaba.
Marqué el número de la oficina principal, y la voz de una de las hijas de Hermes, Hermione, respondió la llamada.
-¿Si señor?
-Hola, Hermione, necesito que me traigas algo de ropa de mujer- mi petición fue algo rara, así que me tomé unos minutos para aclarar la situación.
-Claro señor, enseguida me ocupo de todo, ¿desea que llame a un médico?
-No gracias, eso es todo- finalicé la llamada, para iniciar otra por mi celular.
-Nícolas, que bueno que llamas, ya no sabía que hacer, estaba a punto de llamar a mamá.
-Tranquila Milena, está conmigo; parece que el descontrol fue tan grande que se teletransportó hasta  Gracia, por suete yo tenía pendientes aquí y di con ella. No regresaremos de inmediato, no está estable como para coger un avión- la chica al otro lado de la línea respiró de manera audible.
-Gracias, Nick. ¿Alex puede hablar?
-No lo creo- dije mirando a la chica, que se había hecho un ovillo en la cama.
-Está bien, que llame cuando pueda. Gracias de nuevo, y hasta luego.
-No hay de que.

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