Mitología: Dos Afroditas

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Cuando llegue a mi oficina del hotel, seguido de mi madre, encontré un caos total en el lugar. Eris seguro estaba involucrada en esto (vaya diosa del caos).
-¿Qué demonios pasa aquí?- pregunté a los otros dioses que estaban en el luhar
-¿Hades?
-No sé cariño. Parece que sus dolores de cabeza, junto a lo que dijo Nícolas, sacaron a Alexia de control totalmente.
-Genial, ahora todo el Olimpo sabe que soy un bueno para nada con los sentimientos de las mujeres.
-Sii- una respuesta unánime de mis dos tíos y mi padre hizo que asintiera con fuerza pasándome la mano por el pelo.
-Pero no es su culpa del todo.
-¿De qué hablas Zeus?
-De una vieja historia, pero es mejor que la cuente Afrodita- hasta ese momento no me había dado cuenta de la precensia de la diosa del amor en la habitación.
Nuestras miradas se crusaron y no necesité ser Alex para ver su odio. Incliné la cabeza en señal de disculpa.
-Cuéntala tú Zeus, yo estoy tratando de calmarla.
-Bueno, si no queda de otra- el dios del trueno se dio la vuelta para mirarnos a todos- ¿Conocen la historia de las dos Afroditas?
-Eso es un mito, hermano- Poseidón mostró su mejor tono de cansancio.
-Pues no lo es Poseidón. Hay dos diosas del amor: una representa la parte carnal- señaló a la diosa a unos pasos de nosotros- Mi hija es esa diosa, Afrodita Pandemos; pero hay otra, nacida de Urano. Ella es la diosa del amor espiritual, Afrodita Urania. El problema es que esta deidad nació con cuerpo de niña y nos pidió que dejaramos su existencia como un invento humano. Sólo mi hija y yo conocíamos su escondite; pero hace diecinueve años, comenzó a crecer, y Afrodita quiso que tuviera una vida fuera del Olimpo, del cual nunca había salido antes. Entonces le borramos la memoria y le clausuramos sus poderes todo lo que pudimos. Afrodita habló con alguno de sus hijos para que la cuidaran, y la presentó como gemela de uno de ellos- las palabras comenzaron a darme vueltas en la cabeza. Todo aquello significaba que...

Había escuchado la historia de Zeus, pero ya yo sabía cada palabra que él había pronunciado. Todos los recuerdos de millones de años habían venido a mi cabeza, toda mi vida en el Olimpo.
Mis poderes estaban fuera de control, pero sabía como estabilizarlos, sólo necesitaba aclarar una cosa.
-¿Nícolas?- sabía que era mi alma gemela, algo que nunca pensé que pasara, pero, ¿cómo voy a ser una buena diosa del amor si no sé cuál es su verdadera forma?
-Lo siento, tú mejor que nadie debes saber que soy demasiado impulsivo. Sé que no es escusa, pero de verdad lo siento.
-¿Nícolas?
-Te amo- sólo eso necesitaba escuchar. No tenía que oír como me prometía el mundo, ni verlo arrodillarse para pedir disculpas; era consciente de que lo sentía, y de que me amaba.
La energía que me envolvía se disipó en segundos, dejándome ver la cara de Afrodita.
-¿Alexia?- nervios, preocupación y muy en el fondo, miedo.
-Puedes usar mi nombre real Afrodita- ella asintió- Creo que la barrera que hicieron tú y Zeus no duró mucho.
-No- esta vez fue el dios el que habló a mis espaldas- Siento habar hecho la barrera, creo que eso no estaba en tus planes.
-Nop, la verdad que no, pero no creo que haya sido tan malo- le hice señas a la segunda diosa del amor para que me dejara sóla con Nick; ella asintió y obligó a los otros cuatro dioses a irse con ella.
-Alex yo...
-Ese no es mi nombre.
-Para mí si lo es, a menos que te desagrade mucho.
-Nop- me di la vuelta para verlo a los ojos y él se acercó a mí dejando unos pocos centímetros entre nosotros.
-Lo siento.
-Lo sé, pero me dolió lo que dijiste.
-Debo arrodillarme ante usted y pedir perdón, señora- dijo alzándome el mentón para que lo mirara a los ojos.
-No, y no me trates como "señora"- hice un puchero que consiguió relajarlo.
-Pero eres un montón de años mayor que yo.
-Más del millón, pero igual no lo hagas.
-Está bien mi diosa- sus labios se acercaron a los míos haciendo que nuestras respiraciones se cruzaran. Estuvimos unos minutos así hasta que al fin nos besamos.
-¿Sabes?, aún nos queda algo pendiente- dije cuando nos separamos por la falta de aire.
-¿Qué?
-Hay una parejita a la que reconciliar.
-Te ayudo si me dejas asustar un poquito a Isaac.
-Mientras no lo mates- Nick dibujó una sonrisa con sus labios y volvió a besarme.

-Estoy nerviosa- Thina iba de un lado a otro de la habitación.
-Claro, princesa, te vas a casar- su madre trató de tranquilizarla pero fue en vano.
-Es muy pronto mamá, sólo llevamos saliendo un año; y si no es la persona correcta.
-Perdón- ambas me miraron y Atenea asintió.
-Vez, Urania dice que lo son.
-Pero y si Alex se equivoca- aún me costaba trabajo asimilar que me llamaran por los dos nombres.
-No lo hago, porque tú lo quieres, sólo que estás en ayunas y eso te pone más nerviosa.
-¡Pero, Catherina, te dije que debías comer algo para asentar el estómago!- la diosa de la sabiduría tomó la mano de su hija para llevarla a tomar algo, supuse, porque con esos nervios comer ya no sería de ayuda.
-Gracias- articuló de manera sarcástica la joven, haciendo que sonriera.
-Adoro esa sonrisa- la voz de Nick en mi oído hizo que me herizara.
-¿Cómo está el novio?- me di la vuelta para pasar mis brazos por su cuello.
-Nervioso, igual que la novia- hizo una pequeña pausa para darme un beso- Mamá quiere que vayamos esta noche a casa  quiere darnos una noticia importante- contuve la risa; ninguno de los hombres de la familia infernal sabía nada, pero Maca y yo habíamos pasado semanas comprando monitos y sonajeros de todos los colores.
-Vamos a ver a Arián.
Fuimos hasta el salón de espera de novio, que también caminaba de un lado a otro.
-Relájate que le vas a sacar brillo al piso.
-Alex...- el chico hizo una pausa y luego se corrigió- Señora Urania, gracias por venir- no pude evitar reirme de su manera de llamarme, sobretodo porque no era en broma.
-Ari, ya te dije que sigue siendo Alex si quieres, y sigo siendo tu hermana mayor- sus nervios se relajaron y pudo senreir con mayor tranquilidad.
-Vamos hijo, es hora- Afrodita entró en la habitación para indicarle al joven que debía encaminarse al altar.
-Deseame suerte, hermanita.
-Suerte- vi como se marchaba detrás de su madre.
-¿Cuándo nos tocará a nostros, diosa?- Nick pasó su brazo por mi cintura, acercándome a él.
-Después de que agarre el ramo de flores, cuando tú quiras- él asintió para tomar mi mano e ir a buscar a la novia y avisarle que debía estar lista. Trabajo de padrinos.

-Uno, dos y... tres- Thina lanzó el ramo de flores mientras todas se mataban por cogerlo.
No tuve que hacer mucho para que llegara a mis manos, sólo redireccionarlo un poco.
Busqué a mi novio con la mirada para mostrarle el ramillete y guiñarle un ojo. El me respondió con una sonrisa, dejándome claro en sus pensamientos que de este juego no me iba a poder escapas jamás; y mi respuesta, también mental, fue más que directa:
-Como si quisiera.
                                   FIN

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