Odio que no te odio; Isulio

➵0.9

Amo tus besos, tu pelo y tu piel
Te amo a distancia y te amo en papel
Pero lo que más amo
Es que no te odio y nunca lo haré

Querido Julio:
Creo que esta carta si llegará a tus manos, no como las demás.
Te quiero Julio, te quiero como no he querido a nadie en esta vida. Pero no es ese querer de amistad, si no que esto es distinto. No diré la palabra más grande porque nose si es necesario decirla y aún no se su significado.
¿Será que tú me la enseñes?
Quizás.
¿Me podrías enseñar a amar?
Te quiere
—Isabela.

Había llegado el día.

Hora de el matrimonio.

Todas las chicas se habían reunido en la habitación de Andrea para cambiarse y arreglar a la novia, quien lucia un vestido blanco con pequeñas tiras en cada hombro para sostenerlo  y con una tela ligera, su cabello traía dos trenzas en cada costado de su cabeza unidas por un tocado lleno de pequeñas conchitas de mar.

—Te ves hermosa —soltó Dani con su cabello hasta los hombros, quien traía un vestido rosa pastel con brillos.

—Gracias, pero nadie le gana a Giulia —soltó Andrea mirando a la rubia quien tenía un vestido azul eléctrico sin muchos detalles, pero hermoso.

—¿Mis zapatos? —Isabela tomó su vestido azul cielo y caminó por la habitación en busca de lo último.

—¡Acá está! —soltó Julia en el baño terminando su maquillaje y arreglando su vestido amarillo, la morena caminó junto a la mexicana y la castaña le entregó los zapatos plateados de la chica.

—Los chicos no deben estar vueltos locos—Rió Agustina.

—¡Mi camisa! —Gritó jandino a lo que en respuesta recibió un bolso con la camisa y la chaqueta en su cara de parte de Julio.

—¡Apurate que tu debes estar primero allá! —Gritó Rhener acomodando su chaqueta y su corbata.

Jandino traía el típico traje de novio que le resaltaba su cabello castaño.

—Las chicas ya deben estar listas—rió Luis acomodando su cabello húmedo.

—Lo dudo, las chica siempre se demoran —rió Rodri.

Luego de una agetreada mañana todos, menos los novios, bajaron a comer algo para ir rumbo a la playa para que a las 4 de la tarde comience la boda.

Le llevaron comida a los chicos y bajaron rumbo a la playa, ahora los novios eran responsabilidad de sus familias.

Isabela ya se había despojado de los zapatos plateados que buscaba hace algunas horas para sentir el tacto de la arena tibia en sus pies.

—Te ves hermosa —susurró el español en su oído haciendo que ella sonria.

La chica se gira y ve al castaño en un traje negro sin corbata, su camisa estaba abierta dándole un toque más veraniego a su look y su cabello ligeramente húmedo.

—Gracias —sonrió —tu no te quedas atrás—rió tocando su pequeño aro en forma de cruz, el cual le recordaba al característico aro de Alan.

—¡Que onda ahí los tortolos! —Gritó la chica del vestido azul eléctrico.

La rubia caminó junto su novio, quien traía una chaqueta del mismo color que el vestido de la italiana , hacía los dos chicos.

—¡No somos tortolos! —Rió la morena—solo conversamos.

—¿A sí? ¿Que onda ese beso anteanoche? —sonrió Guido pícaro.

Los dos chicos abrieron de par en par sus ojos y se miraron fijamente volviendo a los dos rubios.