↳ primero.

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ㅡ No eres tú, soy yo.

Claro que era él. Erick quiso reírse en su cara, de hecho lo hizo. Vamos, ¿en serio iban a dejarlo con una excusa tan barata?¿tan poca cosa era para él, que ni siquiera fue capaz de idear algo más... lindo, para dejarlo?

De igual forma se supone que debería estar acostumbrado, había pasado por cinco desamores en tan solo un año. Quizás era él, que tenía algún problema en su forma de ser.

O tal vez tiene una especie de imán para imbéciles, cualquiera de las dos opciones resultaban efectivas en su revoltosa mente.

Ahorrándose el drama para más tarde cuando estuviese llorando bajo sus sábanas, juntó sus cosas en un incómodo silencio, se vistió y se marcho del hogar de su ex pareja. Durante el camino el peso de la realidad y de su corazón le iban cayendo cada vez más, como toneladas de piedras sobre su espalda. No pudo evitar soltar algunas lágrimas cuadras antes de llegar a su hogar.

Su celular sonó justo a un paso de adentrarse a su casa y él atendió sin siquiera ver el nombre.

ㅡ Erick, yo... uh, olvidaste las llaves de tu casa en mi mesa.

¡Genial!

El azabache apretó sus párpados con fuerza al revisar su bolsillo y notar que, sin duda, su llave no se encontraba donde debería.

Colgó la llamada sin molestarse en responder y marcó el número que se sabía tan bien de memoria.

ㅡ Pequeño, ¿sucede algo? ㅡla cálida voz de su mejor amigo se sintió como un abrigo sobre su lastimado corazón.  Erick sollozo ganándose por completo la atención del muchacho.ㅡ ¿Estás en tu casa? ㅡasintió, recordando de pronto que Joel no podía verlo, así que tomó una bocanada de aire y se obligó a responder con claridad un suave:

ㅡ Sí.

Joel colgó, Erick entendió que no debería moverse de ahí, por lo que se sentó en la vereda de su hogar y se abrazó así mismo cubriéndose del frío invierno. Cinco minutos más tarde, la moto de Joel estacionó frente a él y el nombrado bajo corriendo directo a cubrirlo en sus fuertes brazos. Entonces Erick se quebró.

Y como cada vez, Joel se aseguró de mantener los pedazos entre sus brazos, mientras intentaba retener algunos con palabras cálidas susurradas en el oído del menor.

Descargó junto a él lo sucedido entre lágrimas y algunos balbuceos para nada entendibles entre tanto llanto, sin embargo Joel asintió a cada palabra pronunciada por los labios que tan loco lo volvían, dejando uno que otro beso sobre los párpados húmedos de Erick. La situación le llenaba de rabia e impotencia al saber que no podía hacer nada más que estar ahí como un amigo, no negaría que él dejaría absolutamente todo solo para que esos ojos verdes lo miraran con el mismo sentimiento que consumía su pecho cada vez que le veía sonreír.

Y si había algo que odiaba ver, era como más de un imbécil llegaba a la vida de su pequeño prometiéndole el universo entero, para luego pedirle que se conformase con observar las estrellas desde la tierra. Erick merecía más, mucho más que simples promesas. Merecía a alguien que reventase de amor en cada mirada que le dedicara, que lo besara cada mañana y le hiciera el amor cada noche como si fuese la primera vez. Que le recordaran cada segundo su belleza física e interna, una persona que aumente su brillo interno y le enseñé que es mucho más de lo que cree.

Alguien como Joel, tal vez.

Pero eso era solo un sueño del mayor. Quizás más adelante, se alentó, aún sabiendo que posiblemente jamás pasaría. De igual manera él estaría ahí para encender el brillo de Erick cada vez que se apagase, aunque eso apagué el suyo propio lentamente.


That's my boy ↳ JOERICKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora