Pov's Lisana.
Cuando llegué al hospital ya era demasiado tarde. Sabía que no debía haberme ido esa noche, pero él me lo pidió, me hizo jurarle que me quedaría esa noche en casa y que descansaría sin pensar en él. Con el nudo en mi garganta, y las lágrimas empujando mis párpados para salir, llegué hasta donde estaba su madre - en peor estado que yo - no dijo una sola palabra cuando llegué a sus lado, solo me entregó un sobre.
Para mi único amor: decía el sobre. Lo abrí con lentitud, tenía una carta adentro.
24/2/2020
Para mi único amor:
¿Recuerdas aquel día en el olivo? ¿En ese pequeño monte que había cerca de nuestras casas? Yo sí lo recuerdo, y espero haberlo recordado hasta el momento de mi muerte. Si lees esto es que morí, pero no te preocupes, morí feliz. ¿Sabes por qué? Porque recuerdo cuando teníamos 13 años, ese momento en el que nos conocimos ¿Sabes dónde? Apuesto a que sí, pero por si acaso voy a recordártelo.
En el olivo del monte.
Aunque tan solo éramos dos niños, en ese momento en el que vi tus ojos. ¡Oh Dios! Tus hermosos ojos, esos llenos de expresividad y alegría. En ese pequeño instante en el que nuestras mirada se cruzaron por primera vez. ¡Fue maravilloso! Te juro que nos imaginé más viejos, más o menos con la edad que tenemos ahora, calléndole atrás a dos pequeños niños que perseguían a un cachorrito. Se veía tan hermoso.
Paré de leer. Las lágrimas ya corrían por mi rostro sin parar ¿cómo me pudo hacer esto? ¿cómo pudo dejarme? Aún con el corazón queriendo apagarse seguí leyendo.
¿Sabes que es gracioso? Incluso imaginé los nombres de los que serían nuestros hijos. ¿Te imaginas si mi visión se hubiera hecho realidad? Yo si lo imagino, eso, y tú, son las cosas que me dieron fuerza para seguir todos estos años.
¿Te acuerdas que nuestros padres no querían que estuviéramos juntos? Yo sí. Me acuerdo cuando nos veíamos a escondidas en ese olivo. Soñé mucho con volver a ese lugar. El día que nos atraparon estábamos tallando nuestros nombres en el tronco de ese olivo.
Recuerdo ese día, juramos que nada nos iba a separar, que cruzaríamos mar y tierra si era necesario. Solté una sonrisa melancólica ¿Por qué todo tuvo que terminar así?
Pero eso no nos detuvo, seguimos viéndonos a escondidas, en el patio trasero de tu casa, en el parque, en un restaurante, en una esquina de una calle ¿Recuerdas el día que me colé en tu habitación?
-Claro que lo recuerdo - hablé en voz baja.
Estuve, y estoy, muy feliz de haber perdido la virginidad con el mayor amor que pude tener. Después me diagnosticaron esta estúpida enfermedad incurable, y todos mis sueños se quedaron siendo sólo eso: sueños.
No quiería verte sufrir, no quería decirte nada de lo que me pasaba, por eso lo oculté, y no tardé mucho en pedirte matrimonio. Me sentí el hombre más feliz del mundo cuando esas dos palabras salieron de tus labios.
"Si acepto"
Pero también me sentía culpable, culpable de que te daría una felicidad demasiado efímera.
Entonces llegó el día de la boda. Mi corazón palpitaba tan rápido que creí que iba a salirse de mi pecho. Ahí estabas tú, la mujer más hermosa que había visto, entrando al altar vestida de blanco, y sin zapatos, porque ni los soportabas.
Volví a sonreír con melancolía, ese día había sido maravilloso casi en su totalidad. No tenía palabras para describir lo que siento. Tengo tantos deseos de desaparecer junto a él.
Te sonreí, y nos casamos, parecía todo sacado de un cuento de hadas, pero entonces empecé a sentirme mareado, no quise decir nada para no arruinarte el momento. Te veías tan feliz. El mareo aumentó, y lo próximo que recuerdo es despertar en el hospital, en este mismo hospital.
De ahí empezó la quimio, por culpa de ella no pudimos tener hijos ¿Sabes cómo me sentí el día en el que me lo dijeron? No me sentía triste por mí, me sentía triste por tí, porque te privarías de tener hijos por mi culpa. Me sentía pésimo. Ibas a sufrir por mi culpa.
Luego mi cuerpo comenzaba a deteriorarse, y los dolores aumentaron. Mas eso no era lo que más me dolía, lo que más me dolía, era ver como tu bello rostro se decoloraba, como las ojeras se hacían más grandes, como tus ojos perdían su brillo. Eso dolía, como si me mataran una y otra vez.
Así me siento yo en este momento, como si me mataran una y otra vez, como si estrujaran mi corazón y lo cortaran en mil pedazos.
¿Sabes por qué te mandé a casa anoche? Sentí que mi hora llegaba. Como mi corazón latía con mayor lentitud, como mi cuerpo se apagaba con cada segundo que pasaba, y no quería verte sufrir más de lo que ya has sufrido, no podía permitírmelo.
Por eso te escribí esta carta de despedida, para plasmar todo el amor que siento por ti en letras, mas temo que mis sentimientos son demasiado grandes como para quedar escritos, temo que no sean suficientes las palabras. No hay hojas suficientes en el mundo, ni palabras, ni acciones, ni objetos que puedan compararse con mi amor por tí, ni siquiera todos juntos.
Te amo, más que a mí propia vida, lo eres todo para mí, y sé qué escribir esto no te vale, pero este es mi adiós, así es como me despido del plano terrenal, pero como ya te he dicho, no quiero que estés triste, pues muero feliz y sobre todo, en paz.
Quiero que mis cenizas sean esparcidas en el.
-Olivo del monte - leí en voz alta, sequé mis lágrimas, voy a estar feliz, por él, por mí, por todos a nuestro alrededor. Voy a ser fuerte como el quisiera que fuera. Y voy a llevar sus cenizas al lugar en donde empezó nuestra historia de amor, ahí empezó, y ahí terminará.
En el olivo del monte.
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El Olivo del Monte
RomanceTodo comenzó con un frondoso árbol de olivo, en ese monte cerca sus casas...