Capítulo 2: El hotel catástrofe.

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     Ya casi no llovía la segunda vez que Alexei y Kamila escaparon del hotel. Mientras buscaban algún sitio para tomar algo, el ruso no podía evitar pensar en algo que no fuera su entrenadora decapitándolos por marcharse otra vez sin su permiso. Admiraba como su compañera charlaba apaciblemente con los otros dos chicos, parecía no tener ninguna preocupación.

     La conversación fue interrumpida cuando Kamila divisó a dos de sus rivales a lo lejos. La chica hizo gestos indicando a las japonesas que se acercaran; la de menor estatura, Yuki, abrazó a la rusa nada más verla. Su acompañante, Midori, se limitó a saludar a los cuatro inclinando ligeramente la cabeza. La pequeña, que llevaba el pelo recogido en dos coletas les contó, con un marcado acento japonés, que después del banquete habían salido a dar un paseo y cuando empezó a llover se refugiaron en un centro comercial donde todo era extremadamente caro.

     Se decantaron por una cafetería no muy lejos del hotel. Se sentaron en una de las mesas y pidieron algo simple. Antes de que se dieran cuenta estaban conversando como si se conocieran de toda la vida. Incluso Midori, que en un principio ni abría la boca acabó soltándose.

     Mientras volvían, Alexei se dio cuenta de que la otra rusa no había estado especialmente nerviosa, o había intentado acercarse especialmente a ninguno de los chicos. El rubio no quería darle mucha importancia, pues la vida amorosa de su mejor amiga no era de su incumbencia, pero por otro lado se sentía ligeramente traicionado. Kamila y él eran como hermanos, siempre se lo contaban todo... 

     De repente, alguien lo sacó de su ensoñación.

     ㅡ¿Alex? ¿Bro estás bien? Llevas sin decir nada un rato ㅡdijo el americano como si eso fuera algo raro.

     ㅡ¿Qué? ¡Ah! Sí sí, estaba pensando que antes salimos a dar un paseo sin decirle nada y nuestra entrenadora casi nos asesina. Espero que no se de cuenta ahora. ㅡalgo curioso del ruso era que, a pesar de su apariencia de no haber roto un plato, era un mentiroso compulsivo. No podía evitarlo, las mentiras le salían tan naturales como respirar.

     ㅡPodríais habérnoslo dicho, nos habríamos quedado en el hotel. ㅡcomentó Chris, el ruso negó con la mano.

     ㅡCuando algo se le mete a Kamila en la cabeza es imposible hacerla cambiar de idea. ㅡ respondió el de gafas.

     ㅡVosotros dos... ㅡaventuró Thomas.

     ㅡ¿Qué? ㅡa Alexei le costó un par de segundos entender a que se refería en suizoㅡ ¡Dios no! ¡Es como mi hermana!

     ㅡIgnora a Thomas, el Toblerone le afecta al  cerebro. ㅡrecomendó el de pelo rizado.

     Pero el momento de la verdad llegó cuando cruzaron las puertas del hotel. No había ninguna señora rusa enfadada, lo cual era una buena señal. Subieron al ascensor. Paulatinamente, todos fueron bajando las japonesas en el segundo, y los chicos a tercero. Se quedaron solos pues ellos aún subían hasta el cuarto. 

     ㅡRecemos para que Tanya no esté esperándonos delante de la puerta con una sierra mecánica. ㅡcomentó la chica a modo de broma.

     ㅡNo bromees con eso, que sabes que es capaz.

     Al salir al pasillo Alexei se despidió de su amiga.

     ㅡ¿Pero que dices? Si aún es pronto. ㅡle reprochó la pelinegra.

     ㅡSon las diez y media pasadas.

     ㅡ¿Y?

     ㅡY mañana tenemos que levantarnos las seis y media.

Hielo QuebradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora