Extra: Día de Blanco

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"Secret Love Song"

por Kay Cherry

Día de Blanco

(extra POV Yaten)

🌠⭐🌠


Hacía un día estupendo aquella mañana, pero eso no representó ningún aliciente para Yaten.

Aunque después del incidente entre Mina, Seiya y él que ocurrió luego del festival, con el paso de las horas, minutos y días, las cosas comenzaron a enfriarse en el instituto y con el grupo de amigos, regresando a la monotonía.

De hecho, se habían enfriando tanto, que a pesar de estar en plena primavera, el ambiente social era semejante al Polo Norte. Todo gris, oscuro y helado.

Nunca se habían considerado inseparables ni íntimos entre todos, pero solían tener una convivencia diaria amigable y entretenida, incluso muchas veces divertida en fechas especiales como los cumpleaños o Navidad.

Hoy, cualquiera que los mirase de lejos podría advertir la división notoria. Unos por prudencia, otros por lealtad... otros por decisión propia. La distancia era evidente, pero mucho más por parte de Yaten hacia el resto y viceversa.

Él y Seiya habían roto oficialmente todo lazo comunicativo, afectivo y cordial que pudiese unirlos. Por las mañanas se evadían en los desayunos y por las tardes cada uno se encerraba en su habitación (portazo de por medio), y cuando tenían que trabajar en el grupo, lo hacían a regañadientes y obligados por Taiki. Desafortunadamente, el pobre había quedado en medio de sus inmaduras y cabezonas diferencias, así que para proteger su vida y ahorrarse la saliva extra, prefirió mantenerse al margen y luego de un par de intentos, se había rehusado a convencer a cualquiera de ellos para intentasen resolver sus... malentendidos.

Quizá ahí radicaba la cuestión: no había malentendido alguno. Al menos no para Yaten, que estaba muy ofendido respecto a las múltiples cagadas del pelinegro, a quien le achacaba toda consecuencia y responsabilidad de lo ocurrido con Minako.

A su modo de ver, Seiya era una de ésas personas que con total plena intención, se la viven queriendo hacerte pensar y reflexionar sobre asuntos (generalmente no de su incumbencia) constantemente bajo sus supuestas convicciones, aunque se le explicara que no emparentara con ellas, y peor, aunque a Yaten no le conviniera demasiado creerlas. Forzándolo de una u otra forma, a cambiar de opinión sobre algo que él ya tenía clarísimo. Llámese negación, desquite, orgullo o lo que fuera.

Y lo sabía, porque no era la primera vez que le ocurría.

¡Cómo le cabreaba que la gente no se ocupara de su propia vida, por muy patética o aburrida que fuera! En primer lugar, había estado sobre la lente del espectáculo de un modo que, erróneamente pensó, ser cantante sería muy diferente: no se trataba de transmitir sentimientos en torno a una canción o un instrumento, tampoco la inspiración poética que le llegaba frente a un micrófono, mientras grababa en algún estudio. Toda ésa magia se desmoronaba cuando salías al mundo real, y todo estaba lleno de paparazzis insidiosos, chismes, frivolidades, supuestas admiradoras que no tienen la mínima idea de quién eres pero quieren casarse contigo, besuquearlo en una multitud, e incluso dispuestas a formar sectas de adoración (¿eso era legal?) en nombre de... ¿de qué? ¿Hormonas? ¿Mucho tiempo libre? ¿Demencia juvenil? ¿eso existía?

Y en segundo lugar, suficiente tenía con ser ya un adolescente acosado, sin poder tener una rutina tranquila o una vida medio normal sin cuidarse de cada paso que diera, cada palabra que dijera o subir todas las defensas de con quién se juntara para socializar un poquito. Sentía que no podía confiar en nadie sin que tuviesen alguna intención secundaria o egoísta, como si todos quisieran aprovecharse de él (y no, no sólo era paranoico, le había pasado varias veces)... para encima, además, agregar a su hermano, sangre de su sangre, a la lista de personas no confiables, indeseables y traidoras.

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