2. Chocolate amargo

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"Canción secreta de amor"

por Kay Cherry

2. Chocolate amargo

En menos tiempo del que hubiera querido, el instituto se llenó de todo el animoso ambiente de San Valentín: los corazones de papel maché pegados en las puertas de las aulas y colgados de los techos, los tenderetes de regalos en el patio con tarjetas coloridas, así como el tradicional aroma a chocolate blanco, oscuro y en diferentes presentaciones como galletas, pastelitos o caramelos en bolsitas metálicas. Por supuesto que a todo ello venían la emoción por las fechas, y Minako estaba comiéndose las uñas mientras miraba con aprensión el chocolate con avellanas que, insólitamente, había logrado que fuera comestible y decir verdad, muy rico.

—Deberías tomarle una fotografía, pasarán siglos para logres otro milagro como ése —dijo Rei con un tinte cómico.

—Mejor cállate si quieres llegar viva al día de blanco —le recomendó Lita a su oído.

Rei acató la sugerencia.

Efectivamente, Mina parecía un puerco espín. Daba la impresión que le soltaría una mordida a quien fuera que la tocara.

—Todo estará bien, Mina —le dijo Amy con una sonrisa nerviosa —. Repasaste el plan con Seiya muchas veces, y... ¡éste horóscopo dice que tu planeta está en una excelente posición!

Todas miraron a Amy con cierta desconfianza, que sostenía una revista. Normalmente ella daba argumentos muy racionales, pero ciertamente en el amor nadie puede explicar las cosas con la ciencia ni asegurar nada.

—No —atajó la rubia sacudiendo la cabeza —. M-mejor no. ¿Saben qué? Mejor lo intento otro día... ¡o el siguiente año!

—¡Nada de éso! ¡Te has esforzado mucho y de nada sirve si no haces el último! —le insistió Serena fervientemente, haciendo un gesto con la mano formada en un puño —. Recuerda, ¡eres la diosa del amor, nadie puede contra ti!

—No me siento la diosa de nada... —gimió Mina, pálida y desorientada, mirando el chocolate en sus manos como si de una bomba se tratara.

—Al menos hazlo por mí —dijo Lita simulando limpiarse una lágrima con su pañuelo —. Con todo lo que me hiciste pasar...

Por supuesto, la cocina de Lita había sido zona roja de guerra el día anterior. Habían ocurrido calamidades con el horno, derrames de moldes, vasijas rotas, techos llenos de humo y otros chascarrillos varios. Además, terminó quemándose varios dedos por desobedecer sus instrucciones sobre dejar enfriar el sirope antes de vaciarlo, por lo que encima de todo, luego de todo ésa tragedia griega, Lita tuvo que soportar sus llantos y quejidos al untarle la pomada y las muchas banditas.

—Chantajista —gruñó Mina en respuesta —. ¡Aaah!

Fue entonces que la campana de la entrada sonó, y Mina dio un brinco, asustadiza. Le daba la impresión que más que el inicio para las clases pareciera el inicio de su sentencia de muerte. Estaba arrepentida de haber llevado ésto tan lejos, al punto donde sentía demasiados ojos y expectativas sobre ella, y eso la ofuscaba.

Fue Serena quién aplaudió, para retomar el orden.

—Andando, que se nos hace tarde.

Mina siguió a sus amigas casi a rastras, tiesa como un maniquí.

—¡Mina! —le gritó Rei desde el portal —. ¡No camines como un robot, eso no es atractivooo!

Las primeras asignaturas transcurrieron de un modo casi agónico para la rubia. En más de una ocasión, prefirió echarse para atrás, y tanto Seiya como los demás lograban convencerla con algún argumento. Aunque Mina sabía que ellos no tenían más conocimiento que ella en todo ésto, de algún modo llevaban razón. De nada servía mantener sus sentimientos ocultos, sin poder demostrarlos, siendo que ella siempre había sido muy sincera respecto a éso. Y posiblemente ya no se trataba de conquistar a nadie, sólo de dejar fluir aquellas emociones que se guardaba desde hace mucho y tampoco le hacían bien, pues al igual que un mendigo que mira su comida favorita por el vitral de la tienda, ella debería conformarse con ver a Yaten de lejos, sin posibilidad de acceder a él, a menos que hiciera algo por cambiarlo.

Secret Love SongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora