Capítulo 2. "Secuestros"

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Alice nunca se había tenido que plantear aquello. Toda su vida había pensado que era heterosexual. Le gustaban los chicos, le parecían muy guapos, y nunca había sentido interés por ninguna mujer. Solo le parecía alguna guapa, pero eso no significaba nada.De hecho, cuando Alice pensaba en Selena no le parecía que fuera tan guapa. Vale que tenía unas pecas preciosas, el pelo rizado pelirrojo más aleonado y bonito que había visto en un tiempo y una figura encantadora, pero de ahí a pensar que era bisexual... Nah. Era una confusión.Lo que sí sabía Alice es que estaba bastante confundida y comía puré de patatas con desgana pese a que le apasionaba. Además tenía picante, pero... Era raro. Incluso aunque era perfecta la elaboración de esa comida, no podía disfrutarla. Se estaba rayando mucho y le pasaría factura. Hasta tal punto que, cuando su madre empezó a hablarle, no reaccionó al instante.


—Alice, ¿qué te pasa? Sé que no es pastel de carne pero sé que te encanta esta comida, y ya hace un buen rato que comes a tenedor por minuto... Es raro en ti. ¿Te ha pasado algo que no has querido contarme en el instituto? ¿Es por lo de insinuar lo otro? No quería ofenderte, aunque también deberías entender que no debe ser ofensivo ser bisexual, es algo natural al igual que decenas de cosas...
—Mamá. Es por eso, pero... No te preocupes, no soy homófoba ni nada por el estilo. Solo... Necesito calma y tal, ¿vale? Estoy pensativa. No es que sea bi, o no creo, pero es algo que tengo que resolver y si estás atosigándome no puedo pensar. Ya está.
—... Vale.


A continuación las dos se quedarían en silencio absoluto, desarrollando en sus mentes diversas ideas y temores. Para la madre, era aterradora la idea de confundir a su hija y que se pasara años pensando si era lo que quería o no, cuando a lo mejor ella lo tenía muy claro antes de eso. Para la hija, para Alice, el problema no residía en eso, en qué ser. El problema existía en la mera existencia de esta confusión, en la necesidad de razonar y valorar que podía ser bisexual.

Tras comer con tranquilidad y silencio, Alice marcharía a su cuarto y cogería el móvil, viendo que su compañera le estaba hablando.

-"Alice, ¿qué te parece si quedamos para pasar el rato? Mi novio no puede y me gustaría conocerte más y tal. ¿Qué te parece?"
-"Bueno, no es una mala idea, la verdad. A mí me parece bien."
-"Vente a mi casa. Te paso dirección."

Al recibirla, Alice sonreiría levemente algo sonrojada. Iba a ir a su casa. Qué guay. El primer día desde que se conocían, en Inglaterra no era tan común invitar a la gente a casa. Pero en Estados Unidos supuso que sería más común. Bajó y le comentó a su madre.

—Mamá, salgo. Me han invitado a una casa.
—¿Qué? No. Muy pronto, señorita. Eso puede ser cualquier cosa.
—¡Pero!...
—Ni peros ni nada. No voy a dejar que una chica a la que acabas de conocer te secuestre y me mande trocitos de ti. O algo así.
—Mamá, eso es en México. Donde secuestran con normalidad a la gente es en México. Además, es una estudiante de mi instituto, ¿crees que me va a secuestrar? La puedes pillar. Y te podrías montar una matanza con ella y todos los involucrados.
—¡Esto no es una película, señorita!
—Pues lo parece con todas las cosas que te estás imaginando. ¡Pásalo bien!

Y la chica salió, pese a que su madre se negaba a ello. No la seguiría más allá de la puerta de su casa, puesto que la verdad es que algo de razón tenía con aquello de la película pero... Es que tenía tanto miedo de perderla a ella también...Alice pediría el primer taxi que pasara por allí cerca y pronto estaría frente al domicilio de Alice. Allí, llamaría a la puerta y de repente un estirón la metería en el hogar de manera rápida.
—¡...!—¡Has sido secuestrada! Llama a tus padres y pide un secuestro de diez...Alice se asustaría un poco pero luego vería a Selena reírse y gruñiría. Le molestaba bastante esa broma justo después de lo de su madre. Pero podía aguantarlo.—... Era una broma, que te noto tensa. No te preocupes, no quiero hacerte nada...—Ya, ya... Es que justo mi madre me ha echado la bronca por esto. Y no querría morir pensando "Tenía razón."

Ambas reirían levemente, antes de que la pelirroja empezara a estirar de la rubia hacia el piso superior.

—Te tengo que enseñar muchísimas cosas, Al. Ya verás. Te voy a presentar con los álbumes de fotos a todos. Y lo vas a flipar.

Malditas pecasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora