Vino tinto

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Pude sentirme bien al respecto, elegiste a Lolito encima mío para protegerme, pude ver en tu bello rostro la viva imagen del arrepentimiento y yo caí en el, fueron gruesas las lágrimas que caían de tus lindos ojos marrones y yo me encargué de borrar todas y cada una de ellas con besos llenos de amor.

<<No pasa nada de malo>>, afirmaba cada día de los siguientes meses cuando a pesar de ya estar perdonado seguías pidiendo clemencia, se te veía muy mal, debajo de tus simétricos y tiernos ojos marrones se lograba ver a leguas un par de pinceladas moradas que dejaban a la luz el cansancio y estrés que vivías constantemente. He de decir que sentí mucha impotencia porque sabía que fue culpa mía, yo empecé la discusión el 25 de enero cuando lo único que hacías era protegerme de lo que se avecinaba si fuera alcalde, en ese día, y por supuesto la semana entera, no pude evitar soltar un par de barbaridades hacia tu persona, no pude evitar sentirme traicionado por él que en ese entonces era el amor de mi vida, quien juró infinita lealtad hacia mi, quien dijo que nunca permitiría que su alma se corrompa, sellando tal contrato con un beso.

Esa fue la pelea más fuerte que tuvimos, ni tú ni yo dormimos juntos durante una semana, y si te soy sincero, esa fue la semana más larga que he tenido en mi vida, parecía una discusión que nunca iba a terminar puesto a que ninguno de los dos parecía dar el primer paso al perdón, en mi caso, y al las disculpas, en el tuyo. Sólo nosotros somos capaces de saber con exactitud lo mucho que sufrimos, pude ver en el segundo y tercer día de aquella semana la marca del apretón en tu muñeca debido a lo fuerte que la agarré cuando te pedí explicaciones. No sé si lograste ver las ojeras que he tenido al no dormir los cuatro días restantes, o por lo menos, no haber dormido una miserable hora gracias a las pesadillas que tenia por esa discusión repitiéndose en mi cabeza una y otra vez cual disco rayado.

Nuestros amigos sabían de la gravedad del asunto, y seamos sinceros, todo Karmaland sabía de aquello, se expandió tal rumor de que habíamos roto tan rápido como rebanada de pastel en el piso que se iba llenando de un grupo inmenso de hormigas, todos estaban preocupados, pero, ¿qué podrían hacer ellos? Era un problema que no es de su incumbencia y por más que quisiesen ayudar no lo lograrían ya que este problema era entre nosotros.

Tuvimos discusiones en el pasado como cualquier pareja, siendo solucionadas con una buena tarde de películas en alguna casa de los dos, ambos dándonos todo el amor posible casi sin prestar atención a dicha película por besarnos y ponernos melosos dando mutuamente cumplidos mientras nuestros hijos, Manolo y Frederick, descansaban en nuestros regazos. Durante esa semana no pude continuar la serie que dejamos pendiente, tampoco pude ver al pollo más hermoso del mundo y por supuesto, lo que más me dolía, no pude sentir tu cabeza apoyada en mi hombro mientras cerrabas lentamente tus ojos y cediendo a los brazos de Morfeo mientras que con mi mano acariciaba tiernamente tus oscuros y suaves cabellos con aroma a miel, no pude darte el beso de las buenas noches en tu frente como solía hacer diariamente, no pude escuchar el <<buenas noches, Luzu mi niño>> con tu voz más grave y suave de lo normal debido al cansancio.

No recuerdo quién dio el primer paso la semana siguiente, pero si recuerdo volver a tener tu cabeza en mi hombro, sólo que esta vez llorando mientras que mi mirada estaba borrosa debido al mismo motivo. En ese silencioso crepúsculo, frente a la fuente del pueblo, habían un par de amantes que lograron enfrentar los problemas y que ahora sólo disfrutaban del calor tranquilizador y protector del cuerpo del otro, ya que, ahora ambos estaban en casa.

Pasaron los días y contigo a mi lado pude perdonar a los demás que, al igual que tú, me juraron lealtad, pude decirle a Lolito las grandes felicitaciones, pude intentar confiar en él para hacer de Karmaland un lugar mejor.

Tan rápido como resolvimos los problemas, otros nuevos llegaron. Lolito te nombró tu mano derecha, por lo que solías ir con él al ayuntamiento casi todos los días, desde las nueve de la mañana hasta las ocho de la tarde, algunas veces te quedabas a dormir allí debido al gran trabajo que tenias que hacer, las veces que llegabas tenías los labios hinchados, lo entiendo, tienes el hábito de morder y chupar tus suaves belfos rosa para evitar romper en llanto, fui testigo de aquello muchas veces, algunas veces llegabas con el cabello hecho un desastre con tu ropa desaliñada, también lo entiendo, trabajas muchas horas y eso es normal. Nada más llegar besabas mis labios y preguntabas como había ido mi día mientras le dabas de comer a Frederick y acariciabas a Manolo, después hablabas con Luziana mientras peinas su sedoso cabello y luego ibas a dormir, no sin antes volver a llorar mientras me decías que no me merecías y que debías dejarme porque yo debería de tener algo mejor, a lo que por supuesto, me negaba rotundamente.

&quot;Vino tinto&quot; LuzuplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora