Piloto

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—¡Señor Choi! —llamó el joven que trabajaba en la biblioteca captando así la atención del asiático— he leído el primer capítulo de su último libro. ¡Ha sido fantástico! —anunció con entusiasmo pero recibió como respuesta un simple movimiento de cabeza por parte del nombrado.

Choi Min Ho era escritor, con rasgos orientales, cabello negro, tez pálida y un semblante frío y serio. Se había mudado a Nueva York hace más de 15 años atrás, su pasado jovial le hizo viajar unos cuantos kilómetros desde su casa hasta el continente americano persiguiendo sueños, nuevos amoríos y una pasión por la escritura que no todos poseen. Había lanzado al mercado una serie de varios libros la mayoría de ellos fantásticos y sobrenaturales. Min Ho pensaba que su  otra pasión a demás de escribir era desmentir los mitos urbanos. La última obra se titulaba "Cazando un fantasma en Texas" y de este libro era el que le hacía la referencia aquel joven bibliotecario. Su trama era un poco aburrida, pero el escritor sabía cómo encontrar el jugo de las cosas. No tuvo mucho éxito para decir verdad, y tampoco había una alta competencia para pelear por el primer puesto; el libro se podía encontrar hasta en plataformas como EBay o Amazon, a un precio bajo muy bajo a comparación de otras obras.

Volviendo al plano actual: Min Ho se encontraba en la biblioteca de la quinta avenida cazando clientes. Como anteriormente se mencionó, el adulto estaba cayendo en un pozo lleno de lodo, no tenía la fama ni el dinero que a él le hubiese gustado tener desde un principio por eso cada tanto recurría a lugares como bibliotecas, cafés, o puntos turísticos para promocionarse a si mismo. Porque con tener uno o dos fans de sus obras no iba a convertirse en millonario.

Se sentó en un sillón de esos que ofrecen a los lectores para que reposen y disfruten de una buena historia, sacó de su saco la correspondencia que había recolectado unas horas atrás y sin prestar tanta atención las desechaba sobre sus piernas, quedarían allí hasta después ir a un lugar en común: el tacho de basura. El antepenúltimo papel era una postal, bastante bonita y presentable. Había una imagen de un edificio y a su lado el nombre de éste: "Burdel Lucifer" y una dirección.

—Vaya nombre para un burdel —susurró Min Ho y guardó esa postal en su saco nuevamente. Sin esperar más recolecto todas las cartas que tenía en su regazo y las depositó en un tacho antes de irse a tomarse un taxi. Cuando llego a su casa quitó sus zapatos en forma de tradición respetando sus creencias. Bueno a decir verdad Min Ho no era de creer en algo en particular, él decía que ni siquiera en la existencia de fantasmas aún siendo así un cazador, buscador, y catador de ellos. Su última experiencia fue en Texas en un hotel para ser más exactos, lleno de mitos y leyendas acerca de espíritus que caminaban sobre los pasillos, objetos que se movían por si solos, susurros y gemidos que brotaban de las paredes y miles de comentarios parecidos que atraía al turismo y a los curiosos. Cuando Choi visitó aquel hotel abandonado en la ciudad del desierto se llevó la sorpresa de la cruda realidad. Paso una noche allí y no fue sorprendido con nada nuevo, mejor dicho con nada fuera de lo "normal". La estructura vieja y con altos peligros de derrumbes era habitada por animales de la zona árida y todo el resto que había escuchado acerca de ese hotel eran solo una palabrería sin fundamento. 

Abrió su nevera para buscar algo de comida, encontrándose con un emparedado se dirigió a su estudio donde pasaba la mayoría del tiempo escribiendo, leyendo y volviendo a escribir. Esta vez tomó el teléfono para llamar a Jinki, un amigo y colega. Jinki trabajaba para una editora y éste contacto le facilitaba mucho la dura tarea a Choi.

—¿Qué sabes del burdel Lucifer? —preguntó Min Ho

—¿Acaso tengo cara de visitar burdeles?

—Sí amigo mío. Pero —soltó aclarando su garganta—, yo no recibo estas invitaciones por nada... ¿qué oculta?

—Bueno... —dijo pensativo el otro— hay algunos rumores acerca del sadismo con que brindan ciertos servicios.

—Explicate mejor, porque atrás de esta postal que recibí dice las siguientes palabras: "no juegues con el chico de la habitación 1408" Y créeme Jinki que ya se me puso dura al retarme de esa manera.

—¡Ay por todos los santos! —gritó Jinki por el teléfono. ¿Cómo le diría a su amigo la verdad si éste era un demente? Suspiró y largó:— Conoces Nueva York, existen cosas locas y ese lugar es uno de ellos. Más allá de lo paranormal que puede haber ocurrido o no allí, debes temer también de los vivos... eso lo sabes ¿no?

—Sí, sí. Prosigue.

—Averigualo por tu mismo, si quieres tener sexo con un supuesto "sucubo" o espíritu malicioso. Ve allí... adiós Choi.

Jinki había cortado la llamada, dejando al escritor con muchas preguntas acerca de estas últimas palabras que lo dejó pensando. Min Ho no creía en esas cosas ¿verdad? Iría allí y se divertiría desmintiendo como siempre lo hacía. Quizás conocería algún lindo chico para follar, pero... ¿un espíritu? ¿un fantasma? ¿un demonio? Eso sí que no.

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Bienvenidas a Habitación 1408, espero que amen la trama tanto como yo cuando me propuse escribirla. Contiene lenguaje vulgar, temas delicados como prostitución, drogas, sexo, violencia y demás. Pero no se asusten; disfruten junto a Min Ho una noche con Tae Min.

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Habitación 1408 - 2MinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora