—Sé que parecerá extraño que le mencione ésto.
—¿Tiene un prostituto la habitación 1408 si o no? —interrumpió el discurso del gerente.
—Se encuentra vacía señor Choi, no me haga volver a repetírselo. Pero por el amor de Dios no lo haga... entrar allí es como entrar a una cámara de gas pero con gas venenoso, se volverá loco en pocos minutos.
—¡Ese idiota me ha mentido! Si es un estúpido gas tóxico que me hace vivir esta mierda, todo está dentro de mi cabeza ¡Mierda! —gritó Min Ho para luego darse vuelta, caminar e ignorar la figura del rubio frente suyo.
—Pero yo sigo aquí amor...
—¡Cállate mierda!— El escritor tiró de su cabello, suspiró para calmarse. Pensó, pensó, y volvió a pensar acerca de aquello, todo era mentira; todo era una alucinación como si hubiese fumado hierba, cosa que ya había hecho, pero de una forma descomunal. Recordó por un momento el pequeño paquete que había traído en su chaqueta, aquel polvo blanco y fino. Tragó saliva e internamente se prometió no volver a drogarse nunca más. Las adicciones tenían un límite y esa noche había tocado fondo. "Todo está dentro de mi cabeza, todo dentro de mi cabeza" se repetía una y otra vez mientras caminaba por la sala de la suit. Tae Min lo observaba apoyado en el umbral que separaba dicha sala con la habitación donde estaba la cama.
—Si dices que todo está allí —refutó el rubio tocando los cabellos del pelinegro, se acercó con cautela y ésto hizo que el otro se dejara de mover—. Yo puedo estar aquí abajo...
¿Qué le estaba haciendo? Tae Min se arrodilló frente al escritor, éste sintió algo húmedo en la punta de su miembro viril. No sería capaz de mantener una erección en un momento de crisis como ese, pero por alguna extraña razón la estaba teniendo. La polla del pelinegro abandonaba su estado flácido para tornarse dura gracias a las caricias que el rubio le estaba proporcionando. Chupó la punta de aquel falo, para luego relamerse los labios y mirar hacia arriba; notando que Min Ho había cerrado los ojos, deseando que acabara de una vez por todas esa tortura.
De repente un click resonó en la mente magistral del escritor. Tomó a Tae Min por los cabellos para que aumentara su ritmo, procuró agarrarlo con fuerza; como desquitándose con él por lo que ocurría en ese supuesto sueño. A Min Ho le importó poco si estaba siendo un poco brusco con aquella boca. El rubio luchaba un poco, pero eso le excitaba; el ser sometido. Parecía disfrutarlo ante los ojos de Min Ho, pero éste tenía un as bajo la manga. Empujó a Tae Min provocando que cayera al suelo de espaldas, el pelinegro corrió hacia la única ventana de la habitación aprovechó que ésta estaba abierta, porque lo había prevenido desde antes, y saltó de allí al vacío.
—Señor Choi, ya puede volver a su casa—. Frente a sus ojos una mujer de unos 30 a 40 años le indicaba lo que ya podía hacer en su estado. El pelinegro miró a su alrededor; estaba en un hospital postrado en una camilla bastante cómoda y para su suerte su cuerpo no dolía en absoluto. Consiguió sus pertenencias y ropa decente para salir rápidamente de aquel lugar, el escritor odiaba los hospitales quizás desde la muerte de su madre y la de su ex novia quedó un poco traumado. Sin embargo ahora culpaba ese hecho con fluidez y sin darle tanta importancia pero que, de alguna u otra forma, influenciaba en su caminar con sus pasos apresurados y torpes. Choi pidió un taxi con destino a su hogar y al llegar a éste lo único que hizo fue bañarse, comer e intentar dormir.
¿Qué era lo que estaba pasando? pensó y dio varias vueltas en la cama, no podía contener la calma. Lo último que recordaba era cómo había saltado directo al vacío, pero no se sentía muerto; claramente cualquier ser humano que se lance desde el treceavo, o mejor dicho catorceavo (porque así estaba denominado) piso no sobrevivía ni con la mayor de las suertes. Pero haciendo una excepción, Min Ho había salido de allí, sin darle noción al tiempo que pudo haberse quedado en el hospital, o cómo fue que verdaderamente escapó de aquel maldito lugar, él estaba bien y eso le preocupaba.
El despertador sonó, y siguió su rutina diaria. Se alistó para dar una visita a la biblioteca, algo usual en él.
—Buenos días señor Choi —saludó el adolescente que trabajaba allí. Min Ho le sonrió, tomó el periódico del día y se sentó en un sillón de lectura. Lo primero que hizo fue fijar su mirada en la fecha, era 13 de octubre. Levantó su ceja izquierda y no notó alguna anomalía; según su cuentas él visitó el burdel el día 12 del mismo mes.
—¿Cómo mierda salí de ahí? —susurró mientras tiraba el diario sobre sus piernas. Se rascó la cabeza mientras analizaba todo lo acontecido; pero ese "todo" parecía tan normal, tan real.
—Disculpa, ¿estás leyendo el periódico? Es que parece no haber otro... —preguntó alguien por detrás del sillón donde estaba reposando. Una voz que le resultó un poco familiar. El escritor se dio vuelta para entregar aquel manojo de hojas y así poder verle la cara a ese sujeto.
—¡Tae Min! —gritó eufórico.
—¿Qué pasa Min Ho?— Frente al pelinegro se encontraba él, su pesadilla, el terror mismo manifiesto en persona regalándole una sonrisa seductora pero a la vez llena de cinismo.
—Cállate hijo de...
—Sh... —silenció— Ya te dije varias veces que puedo ser quien quieras que sea. Si no te gusta mi apariencia puedo cambiarla amor.
Tae Min se lanzó al cuerpo de Min Ho, rodeó su cuello con sus brazos y lo abrazó. El escritor cerró sus ojos con fuerza, queriendo desaparecer o despertar de aquel siniestro sueño. No era capaz de llorar, pues nunca lloraba, pero pudo jurar en ese momento que quería hacerlo. El rubio besó su cuello con delicadeza, cada toque parecía quemar, cada toque era más maligno; lo estaba consumiendo, jugando con su mente y su cuerpo como nadie nunca lo había hecho.
—Cálmate amor, cálmate.
—¿Qué tengo que hacer para que me dejes en paz?— Min Ho estaba dispuesto a hacer lo que fuera, queriendo acabar de una vez por todas aquel infierno. Suplicó, pero como no obtuvo pronta respuesta volvió a preguntar.
—Quédate conmigo para siempre.
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Habitación 1408 - 2Min
FanfictionChoi Min Ho es un escritor que ha perdido toda gracia de inspiración. Abrumado por la incontinencia del tabaco visita un burdel para saciar sus deseos carnales y desmentir, como otras veces, un mito urbano de carácter paranormal. En el lugar tendrá...