Sumario: Jorge Garay ha fallecido, y Benjamin Krol no sabe como seguir su vida.
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Dos años...
Hacía dos años la luz de su vida se había extinguido, y ya no recordaba como ser feliz. Había sido una muerte lenta, dolorosa y degenerativa. Cáncer cerebral, a sus cortos cuarenta años de vida.
Noen, Syd, Abby, Benji... todos habían llorado.
Pero nadie podría comparar el sufrimiento que Krol había atravesado, viendo como su amor de desvanecía ante sus ojos, sin poder hacer nada al respecto. Recordaba sus últimos días, donde sus rizos habían desaparecido y todo rastro de alegría dejaba sus ojos opacos y sin brillo. Recordaba, también, haber sostenido su mano por horas sin derrumbarse, porque debía ser fuerte por él. Y al cerrar los ojos, aún veía sus ojos marrones, sus manos, cabello rulado, sonrisa y hermoso cuerpo se colaban en su mente; dejándolo sin respiración. Escuchaba su voz en el viento, la lluvia y los silencioso amaneceres que pasaba en vela, recordándolo. Y lo peor de todo, es que tenía una promesa que cumplir. Le había prometido a Jey que no se daría por vencido, que seguiría viviendo en su memoria, que cuidaría a su hermana pequeña. Pero ya no aguantaba. No aguantaba seguir vivo, cada respiración le pesaba, le quemaba y pinchaba su corazón. Los pasos que daba hasta el borde del edificio sentía un peso en los hombros, en el alma y en sus huesos.
Escuchaba gritos lejanos, en idiomas que realmente parecía no entender.
Un paso.
Su risa, sus insultos.
Dos pasos.
Sus rizos, su manía por teñirse constantemente.
Tres pasos.
Las peleas, los besos.
El vacío.
Y saltó, con los ojos cerrados y las manos sobre el corazón, esperando el impacto contra el pavimento. Pero el golpe jamás llegó. Y abrió los ojos, confundido, molesto por la cegadora luz en sus ojos
¿Habré fallado? Pensó, ¿Estoy en el hospital?
— No, bubba, no estás en el hospital.
Y una fuerte exhalación abandono sus labios. Esa voz...
— ¿J-Jorge? — Alzó la vista, viendo la silueta de su amado recortada por la luz del sol.
— No esperaba verte tan pronto. — Pronunció, estirando sus labios en una sonrisa. Se veía tan joven, tan hermoso con sus 18 años y los rizos rubios.
—No podía vivir sin ti. — Benjamín se paró, apurado a rodear a Jey con los brazos, sollozando sonoramente sobre su hombro.
Lo había extrañado tanto, tanto tanto...
Garay se separó de él, mirándolo con una sonrisa aún plantada en sus labios.
— Te extrañé, Bitch
Era él, realmente era el.
Y ahora sería féliz, muerto, pero junto al amor de su vida el resto de la eternidad.
