5 El visitante nocturno.

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Una chica llamada Leonor y su madre se mudaron a una casa antigua ubicada en el centro de Madrid. La afición de la señora era remodelar casas antiguas para luego venderlas, así que tenían un estilo de vida casi nómada. La niña odiaba mudarse tanto, pero su mamá era muy feliz restaurando casas, así que nunca se quejaba.

Pero aquella casa era diferente. Tenía un aire lúgubre y en casa habitación sentías que alguien te observaba atentamente. Ni siquiera con la mudanza y las pequeñas restauraciones que día a día su madre realizaba se podía vivir cómodamente en ella.

Todo era oscuridad y una sensación escalofriante. Por las noches, Leonor dejaba una lamparilla encendida, era lo único que la ayudaba a dormir bien. Sin embargo, el ruido del jardín, el crujir de las tuberías de la casa y la madera de las paredes la atemorizaban sin cesar.

Cada vez que se cambiaban de casa le costaba conciliar el sueño.

Una noche, cuando por fin pudo acostumbrarse a esos ruidos, empezó a sentirse observada en sueños, ni siquiera su pequeña lámpara podía ahuyentar esa sensación.

La temporada de tormentas llegó y una noche, una ráfaga de viento intenso abrió la ventana de su habitación de golpe. Asustada, corrió a cerrarla. Los relámpagos iluminaban el cielo, los truenos hacían retumbar la casa desde sus cimientos y entonces, un rayo cayó cerca de ahí y su luz de noche se apagó. Desesperada, Leonor trató de encenderla, pero fue en vano.

Muy asustada porque no podía sacarse de encima la sensación de ser observada, salió corriendo a la habitación de su madre. Estiró sus brazos frente a su cuerpo para evitar chocar en la oscuridad. Paso a paso se acercó a la habitación de su mamá, hasta que sus dedos rozaron algo suave ¡Era cabello!

En ese instante un fuerte relámpago iluminó el pasillo y lo vio:

Sostenía el flequillo de un niño de su misma edad y estatura, muy pálido, con ojos oscuros e inexpresivos.

La niña gritó con todas sus fuerzas y corrió hasta la habitación de su madre, quien ya había salido de la habitación.

—¿Tú también lo viste? —preguntó su madre horrorizada.

Leonor asintió entre temblores y así las dos, aun vestidas con sus pijamas, salieron a toda velocidad de la casa.

Regresaron al día siguiente, aun con miedo de ver al fantasma. Revisaron cada habitación, no había nada extraño en ellas, pensaron que todo estaba bien hasta que llegaron a la habitación de Leonor. En el tocador habían dejado un mechón de pelo y en el espejo habían escrito: FUERA.

Madre e hija no perdieron tiempo y se mudaron de allí ese mismo día.

Tiempo después y mientras hacía una tarea para la escuela con periódicos viejos, la niña encontró un recorte que hablaba sobre la casa que habían comprado y abandonado. El titular rezaba lo siguiente:

Niño es encontrado muerto en extrañas circunstancias.

Bajo el titular había una foto del niño que las había asustado.

Verdades TerroríficasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora