"Tendríamos unos catorce o quince años cuando sucedió. Estábamos en el pueblo y nos fuimos a comer al campo varios amigos. Al llegar a la explanada donde siempre colocábamos nuestras cosas, al lado de un gran árbol donde también podíamos subir, encontramos varios claveles rojos esparcidos por el suelo. Empezamos a hacer el tonto con ellos poniéndolos en la boca simulando que bailábamos un tango", comenta Abraham a El Confidencial ahora que han pasado 15 años.
"Cada vez aparecían más flores y nos empezamos a mosquear. Tras dar un paseo por allí descubrimos una urna funeraria. Habían esparcido todas las cenizas por allí y tirado las flores a modo de funeral. Rápidamente se nos vino a la cabeza que nos habíamos tragado los restos y algunos de nuestros amigos empezaron a vomitar. Fue todo horrible", concluye.
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Verdades Terroríficas
TerrorHechos Reales. Ten cuidado, tú puedes ser la siguiente víctima de alguno de estos asesinos.