Capítulo 2: "Varitas de regaliz"
Si Draco pensó que lo peor de haberse acostado con Potter fue la ligera cojera que tuvo al día siguiente, estuvo más que equivocado, porque las náuseas comenzaron un par de semanas después.
Myrtle fue testigo de ello al andar merodeando por el baño de prefectos justo cuando el estómago de Draco decidió que no quería retener más los escasos alimentos que había consumido durante la mañana. El rubio lo atribuyó a una simple enfermedad pues desde que se había levantado de la cama, ligeros mareos le habían atacado. No era común que se enfermara, pero tampoco era imposible. Tal vez la culpa era de Harry, ese estupido miope que le hacía salir de la comodidad de su habitación para verse a mitad de la noche sin importar que afuera estuviese helando.
—Si mueres aquí, podríamos compartir retrete.— La chillona voz del fantasma se hizo escuchar, seguido por el eco que esta misma ocasionaba. Malfoy quiso matarla de nuevo.
Estando ahí, de rodillas y con la cara frente a un sucio escusado, lo que menos quería era que le molestaran. Su buen humor ya se había ido al carajo, sintiéndose humillado por la asquerosa situación; no necesitaba que le sumaran algo más. —Por favor, vuélvete a morir y esta vez hazlo bien.— Respondió con el tono más ácido que su lastimada garganta le permitió. El fantasma de coletas hizo una mueca antes de marcharse llorando de una forma exagerada, haciendo honor a su apodo.
No estaba seguro de cuánto tiempo pasó ahí, pero creía que había sido el suficiente como para perderse del banquete y tener el tiempo justo de llegar a clase de adivinación; una hora desperdiciada si le preguntaban. La única razón por la que asistía era el trato que había hecho con el Gryffindor, pues una semana antes de iniciar el curso escolar acordaron que cada uno escogería la clase adicional de su preferencia y la compartiría con el otro, de ese modo podrían verse durante más tiempo, aunque fuese de lejos. Harry la había elegido por fácil, sin imaginar el gran aburrimiento que traería o la muy posiblemente loca profesora que la impartiría.
Pero Draco tenía un gran consuelo, y ese era que él había optado por una clase bastante compleja como lo era la Alquimia; clase que Potter terminaría odiando y con una gran posibilidad de reprobar. En un principio no lo había hecho por maldad sino porque realmente le interesaba, ahora estaba más que feliz por su decisión.
— ¿Malfoy?— El retumbar de unos pasos distrajo al Slytherin de compadecerse a sí mismo, haciendo que se incorporara lo más rápido que su cansado cuerpo le permitía. Tal vez estaba siendo un poco dramático- solo había vaciado su estómago hasta que se sintió desfallecer-No, no lo estaba siendo.— ¿Estás bien? —
Granger.
¿Por qué de todas las personas posibles tuvo que ser ella quien lo viese de esa manera? Y para variar, realmente parecía preocupada por él. Draco no lo entendió, su relación jamás fue buena, incluso aceptaba que en más de una ocasión cruzó la línea en cuanto a sus insultos. No es como si la chica fuese azúcar pura que perdonaba al instante, ella también era fuerte y explosiva (lo comprobó cuando casi le rompe la nariz). Probablemente solo intentaba demostrarle cuán mejor persona era para burlarse de él de una manera sutil, o eso fue lo que pensó. Así que optó por responder de la única manera en que podía: insultando.
—¿Qué demonios te importa?— Tuvo que tragarse las dos palabras que años atrás hubieran seguido tras esa frase pues estas habían sido protagonistas de varias peleas con Potter, y en realidad, ya no podían importarle menos. —Deberías meterte en tus propios asuntos.
Le dedicó una gélida mirada antes de inclinarse nuevamente para vomitar.
Por Merlín, la vida lo odiaba.
ESTÁS LEYENDO
¿Qué esperar cuando se espera? [Harco/Drarry]
Roman d'amourEn donde Draco se queda dormido durante las clases sin motivo aparente. O en donde Harry nota que su novio sale corriendo después de clase de pociones en dirección al baño casi todos los días y decide investigar por qué.