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Like a Tomboy

La fiesta de las porristas del instituto había sida cancelada.

No tenía nada más que hacer ese día ya que había cancelado cualquier plan solo para no faltar a esa fiesta.

Ser la capitana de las porristas era agotador.

Muchos creen que es un trabajo fácil y que eres popular.

No todo es como en la televisión.

Tal vez si era conocía por ser capitana, pero no tenía casi amigos por el tema de que no tenía tiempo libre para pasar con ellos.

Terminaba de salir del instituto luego de una larga charla respecto a la fiesta; ahora sería dentro de dos semanas.

Estaba agotada.

Harta de todo.

Había sufrido de una crisis hace poco.

Mi vida era complicada y no me organizaba.

—¡_____ Foster! —me giré para ver a la co-capitana del equipo de porristas corriendo detrás de mi—.

—Iris, ¿qué haces aquí? —fruncí el ceño mientras ella recuperaba el aliento—.

—Fui de compras hace un rato, había olvidado la reunión —suspiró—. Te vi y quise alcanzarte.

Iris Miller. Co-capitana del equipo del porristas desde hace poco tiempo, la anterior se había ido por problemas con la policía; habían rumores de que no estaba inscrita.

Iris era una chica inteligente que tenía problema de miopía, sabía aprender una coreografía y también de vez en cuando ella las hacía. Era muy responsable.

—No dijeron nada importante aparte de que la fiesta es en dos semanas —me encogí de hombros y la seguí una vez que comenzó a caminar—.

—Que fastidio, ya tenía un espacio libre en mi agenda.

También quisiera mencionar que ella es incluso más ocupada que yo; pero si se organizaba.
Iba a clases de inglés, violín, dibujo, literatura y danza. Todo esto en los siete días de la semana, así que los espcios de tiempo que le sobraban eran para la escuela y las porristas.

—¿Hoy no habían clases de violín? —pregunté—.

—Mi instructora está enferma, por el momento estoy preparando una pieza para el musical del teatro V.

—¿Cuándo es?

—Dentro de un mes—hizo una pausa—. ¿Debes llegar temprano a casa?

—No —negué con la cabeza—. ¿Por qué?

—Mamá y papá me dejaron quedarme a dormir en la cabaña que tienen arriba de la colina, quiero que la veas, ¡es preciosa!

Los padres de Iris trabajaban y siempre guardaban dinero para después gastarlo en cosas como una cabaña así, no eran millonarios pero cuando se proponían algo, lo cumplían.

Asentí con una sonrisa y procedimos a ir hacia la colina que había dicho Iris.
Me contó sobre el incidente en su última clase de danza; descubrió que a su profesor le aterraban los ratones cuando uno de estos animales se hizo presente en medio del salón.

Eran cerca de las cuatro de la tarde, así que no había problema con acompañarla. Si quería regresar a casa solo debía bajar la colina por el pequeño bosque había.

—¿Qué opinas? —preguntó Iris una vez que estábamos algo cerca de la cabaña—.

—Maldita sea, tus padres si son muy ahorrativos.