Anhelo Perdido "Destino" - Geraskier

Parte Única.

Hacía tanto frío, sin embargo nada comparado a la soledad que sintió apenas unas horas antes.
La nieve y niebla apenas dejaba ver, y aún así cabalgaba sobre Sardinilla con un niño llorando atado a su pecho con una sabana, sin un camino fijo el cual tomar, tan solo con la férrea idea de descender la montaña, salir del bosque y visitar el primer poblado a la vista. El brujo no podía concebir la idea de todo lo que estaba pasando.

En la madrugada, y tras dejar al omega solo en la habitación, ambos alfas se reunieron en una sala alejada y que anteriormente, mientras Jaskier se encontraba en trabajo de parto, Yennefer había limpiado. Con mucho cuidado y cautela, la hechicera dejó el pequeño cuerpecito del bebé sobre el desgastado colchón de paja, mientras intentaba cubrirlo aún más con su abrigo de piel. Hacía mucho frío para ese pequeño cuerpecito, y sin embargo el bebé se resistía a cubrirse, agitando con violencia sus pequeños bracitos y llorando inclemente en busca de la persona que lo cobijó por nueve largos meses.
El brujo sentía cada vez como su corazón se encogía más y más, el pedido del bebé no podía cumplirse, y la impotencia de no poder hacer nada le obligó a tomar ese pequeño cuerpo entre sus enormes brazos y pegarlo a su pecho en un intento por darle calor y calmar sus lastimeros llantos.

— Geralt. . . El bebé, hay que limpiarlo. —

— No. — Respondió tajantemente el alfa albino. Escondiendo más al bebé entre sus brazos.

— ¿No? Geralt. . . — Yennefer se aproximó al alfa, extendiendo ambos brazos para recibir de nuevo al bebe.

Como consecuencia, tan solo recibió un gruñido amenazante por parte del brujo, que se negó a cumplir la petición de la alfa, retrocediendo un par de pasos.

— Esto es tu culpa. . . — De nuevo negó con la cabeza, antes de que Yennefer retomara la palabra. — No, no lo es. . . Es mía, mía y solamente mía por aceptar cumplir tu absurdo deseo.

— ¿¡Absurdo!? — El bebé gimió molesto ante los gritos. Inevitablemente, Yennefer suavizó el tono de su voz. — Ni te atrevas a mencionar que es absurdo, nuestro hijo está aquí gracias a m. . .

— ¿Nuestro? — Entre sus brazos, el bebé se removió. Ya había cesado su llanto y luchaba por mantenerse despierto, abriendo y cerrando sus ojitos. El alfa no pudo evitar separar al bebé de su cuerpo para mirar sus expresiones, pero tuvo que rechazar la idea cuando el recién nacido gimió con molestia al ser separado de su progenitor, apretando sus pequeños puñitos y abultando sus labios, dejando ver con más claridad el hoyito en su barbilla.