Después de la misión de los cien años; Llegó la respuesta.

2.- La decisión de Gray y un primer beso.

 

Bajo la luna nos encontramos sentados en un banco frente al lago que reflejaba la luz de la luna, mientras Gray estaba muy sonrojado y atacado por los nervios.

Juvia... - Dijo de repente serio y mirándome a los ojos- He tomado la decisión de que quiero estar a tu lado siempre...y ha-hacer una familia c-con-t-tigo si aún quieres.

Atónita vi el rostro de Gray-sama que se habia teñido por completo de rojo y miraba al lago evitando mi mirada. Cuando me di cuenta de lo ocurrido no pude evitar que mi cuerpo se moviera solo y le abracé.

¡Sí Gray-sama! Juvia quiere estar aún contigo

Me alejó de él muerto de la vergüenza para evitar que nadie nos viera en ese momento tan vergonzoso para él pero nos quedamos a centímetros mientras mirábamos nuestros ojos.

Noté como Gray me cogía de los brazos y lentamente se acercaba a mi rostro, un vuelco que me dio el corazón, me sentí nerviosa, sofocada... como si el aire de repente me faltara, las mejillas me quemaban, posiblemente del rubor que se había formado en ellas, me sentí ansiosa de abrazarlo, de amarlo... había pasado tanto tiempo esperándole que ahora no quería perder mas el tiempo, cerré los ojos lentamente. Algo que él también imitó, pocos segundos después noté sus labios fríos sobre los míos en un cálido beso, la nieve dejó de caer hacía rato, tal vez el calor de mi cuerpo por aquel beso lo había derretido al igual que solo él podía parar mi lluvia desenfrenada por mis emociones encontradas.

Nos dejamos llevar fundiendo nuestro beso que comenzó de manera dulce, en un beso apasionado.

Cuando nos separamos nos miramos avergonzados, el sonrió, yo sonreí... ahora me tocaba a mí ser feliz.

Juvia ya no me iré a ninguna parte... -Me abrazó mientras me susurraba al oído.

Gray-sama... Juvia no quiere separarse más de Gray-sama...

Y no lo harás –Respondió esta vez mirándome a los ojos- de ahora en adelante, estaremos juntos hasta el final de nuestra vida Juvia.

Para siempre... -Dijimos al unísono y empezamos a reírnos levándonos del banco que había sido testigo del inicio de nuestro amor, para dirigirnos a su habitación pues la noche era larga casi tanto como su historia llena de aventuras con los chicos del gremio.