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"Ha pasado mucho tiempo.
Nos vemos alado de las vías del tren a las 5:30.
¿Te importaría llevar mis caramelos favoritos, cariño?

Siempre tuya,
Vee"

Se leía en el papel dentro del sobre que acabada de encontrar en mi escritorio.

Vee... Vee... Vee...
Ella era tan sólo un recuerdo de mi pasado, un fantasma más que me atormentaba por las noches.

Hacia mucho que no hablaba con ella y mucho menos la había visto. ¿Qué podría decirme alado de las vías del tren?

Vee... Vee... Vee..

Aquella morena de grandes ojos ya no figuraba en mi vida, no tenía ningún tipo de compromiso a asistir.

Pero...

Probablemente sea la última vez tenga la oportunidad de verla, pensé al recordar sus metas a futuro. Debo ir.

Ni siquiera me interesaba como había entrado a mi casa, ella estaba de vuelta. Necesitaba verla.

El día transcurrió demasiado lento desde que recibí aquella carta, las clases se me hicieron más pesadas de lo habitual, no podía esperar llegar alado de las vías del tren; aunque sabía, desde muy dentro, que estaba mal que yo deseara tanto aquel encuentro.

Finalmente dieron las 5:30 y yo ya estaba sentado en la banca alado de las vías y aunque era la única alma que rondaba por ahí decidí esperar.

No fue hasta las 5:55 que una delgada mano tocó mi hombro.

-¿Trajiste los caramelos, gordo?- dijo la dueña de aquella mano

Un escalofrio recorrió mi cuerpo y las fuerzas que emplee en evitar que se notará fueron enormes.
Giré rápidamente a verla; vestía de negro totalmente , su cabello oscuro tenía algunas mechas rojas y llevaba un poco de brillo en los labios.

-Vee... -se me escapó en un suspiro.

-Gordo- dijo haciendo una pequeña reverencia.

-Esto... traje los skittles.

Ni siquiera sabía porque estaba tan nervioso, jamás me había comportado así con ella o con alguien más.

-Se agradece -dijo sentándose alado mío y tomando los caramelos.

-¿Estás usando...?- pregunté después de un pequeño silencio

-¿Maquillaje? Sí, bueno, sólo un poco en los labios. Ya es demasiado para mi de todas formas -susurró. Después de eso se quedo viendo hacia enfrente sin decir una sola palabra.

-¿Por que estamos tan callados?- tomé el valor de preguntarle, susurrando

-No se suele hacer mucho escándalo en los funerales

-¿Estamos en un funeral?

- Por eso la ropa negra...- silencio - ¿Sabes qué?- pregunto de repente gritando -A la verga el silencio, hagamos ruido.

1 0 0   D Í A SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora