EGOÍSTA⠀•⠀Taekook ˖ Yoonmin⠀[ +21⠀﹫Libro 2 ]

05

Pov Yoongi

Sentía a Jimin asustado, nervioso. A pesar de estar protegiéndome, su brazo me apretaba con fuerza haciendo doler mis costillas. Mis piernas temblaban por lo sucedido hace un rato. Estaba algo entumecido, pero sabía que estaba sangrando al punto de empapar por completo mi pantalón.

No quería mostrar mi rostro. Le quería advertir a Jimin que me dejara, que se salvara él. No podía simplemente arriesgarse tanto por mí ¿Por qué era tan terco? ¿Por qué hacía todo eso?

— Jimin. — Murmuro bajo para que solo él pueda escucharme. Saco de mi bolsillo trasero las dos placas que le quité a los oficiales. A pesar de estar desangrando por el culo, no pasé de largo aquel detalle que podía ayudarnos. Por suerte en las placas no mostraba los nombres.

Jimin entiende mi señal y agarra ambas placas, extendiendo ambas hacia el policía con su mano temblorosa, dando una gran y muy real sonrisa. Fue lo que noté de reojo, ya que mi cabello cubría gran parte de mi rostro lleno de lágrimas, además, el gorro del uniforme ayudaba.

Esperamos unos minutos mientras el incompetente oficial escaneaba las placas. Mi corazón estaba sufriendo de una increíble taquicardia. Aunque no lo pareciera, sufría un exagerado estado de pánico justo ahora. Porque si nos descubrían, iba a ser el fin.

Un sonido junto a una luz verde dió a confirmar la máquina que nuestras placas eran válidas. El oficial se las devolvió a Jimin, lo escuché agradecer y caminé con su ayuda aferrando mi brazo a su cuerpo. La puerta se abrió dando paso a las afueras de lo que era ese asqueroso lugar.

— El auto azul marino, tengo las llaves. — Hablo levantando la mirada, intentando encontrar en medio de la oscuridad dicho auto que coincidía con las llaves de mi bolsillo. Jimin lo encontró primero por lo que aceleró su paso.

Saqué las llaves, se las entregué, y apenas cuando abrió la puerta del asiento del copiloto, me senté allí con dificultad. Cerré la puerta y lo ví fijamente. Sus brazos estaban más marcados, tenía algunos tatuajes, sus cabellos naranjas habían perdido color, por lo que su cabello era más castaño ahora. Se acomodó en el asiento poniendo el seguro y subiendo los vidrios. Encendió el auto luego de dar tres giros a la llave, movió la palanca y arrancó con rumbo a algún sitio donde estaríamos a salvo. No sabía dónde me llevaría exactamente. Mi cabeza dolía, mi cuerpo estaba más que desgastado, deseaba no morir aquí, desangrado, sin embargo, sería la mejor muerte de todas, porque estaría viendo al chico que amé verdaderamente con todo el corazón.

— Jimin.

Mi voz se desvaneció junto a mi consciencia. Me desmayé, hundiéndome en un profundo sueño lleno de recuerdos. Toda mi vida pasó por delante de mi deteriorada alma.

Cuando mi madre, una prostituta, me abandonó en la gasolinera a mis once años con la excusa de que esperara por ella mientras iba por gasolina para el auto, fue la primera vez que confié alguien. Haciendo una mueca la esperé bajo el sol. Desde afuera la vi pagar la gasolina y luego caminar apresurada al auto, en el cual vino conmigo y se fue sin mí.

El origen de mi padre era misterioso, debido al currículum sexual que mi madre poseía, era difícil saber cuál sería mi progenitor. Estuve esperando allí por semanas, durmiendo en la parte trasera de la gasolinera con tan solo un cartón cubriendo mi cuerpo del frío. A pesar de todo, tenía la esperanza de que volviera por mí, más no lo hizo. Comencé a odiarla por haberme tenido, por haber visto como estaba con otros hombres que no eran mi padre, por haberme abandonado. La odiaba por todo lo que había hecho para deshacerse de mí cuando yo aún la amaba.

Después de tres meses, el chico que trabajaba en la gasolinera, me vió dormir detrás del contenedor de basura. Me hizo miles de preguntas, yo no supe cómo responder. Por suerte sabía leer y escribir, pero solamente eso. Me refugió, me bañó, y me dió asilo en su casa. Era alguien que vivía solo, un adolescente con comodidad de vivienda. Su casa estaba cerca de la gasolinera en el bosque. Era una cabaña cómoda.