Antes De La Tormenta

680 28 12
                                    

Sin ningún lamento ni pena por condenar a uno de mis medio-hermanos a permanecer en mi antigua prisión de oscuridad; apresado, desesperando, moribundo y atado; tal y como me sentía yo internamente todos estos milenios. Me dispuse a salir de este lugar y sin tener en mente un retorno y sin despedirme de nadie, ya no tenía nada que perder por allí. Sentí una euforia interna y una esperanza de que Hermes solo estuviera diciendo falsedades para asustarme y que Deméter se hubiera quedado más atrás esperando mi retorno.

Mundo terrenal, unos campos irreconocibles.

Pero no fue así. Hermes no mintió por primera vez en millones de años. Todo a mi alrededor parecía el mismo inframundo del que salí, lleno de oscuridad, sombras, peste y una gran cantidad de tierra quemada. Todos los animales morían cada vez con más rapidez por la falta de cosechas y las malas condiciones de su entorno, madre jamás habría permitido esta situación y descontrol, no sólo por mi y el bienestar que tanto quería Zeus para el mundo, si no por ella también, ama su labor de Diosa de la naturaleza y se siente viva cuando ve que sus obras son admiradas por todo ser divino y mortal.
Por mucho que intente comunicarme con ella a través de nuestros poderes de la vegetación no obtuve una respuesta de ningún tipo. No era posible que una de las diosas más importantes para el mundo y de todo el Olimpo hubiera desaparecido con tanta facilidad. Cada segundo que pasaba la desesperación llenaba más mis pensamientos, llegando a imaginar que mi mismo esposo había intentado dañarla para obligarme a permanecer junto a él sin límite temporal o incluso que el mismo quería destruir los mundos y hacerlos una simple expansión del inframundo, empezando por los mismos dioses, su familia. Pero mi oleada de pensamientos cesó con la llamada de atención de una voz demasiado familiar, una que escuchaba mucho en los viejos tiempos, con bastante frecuencia.
Atenea, la gran diosa de la sabiduría y estrategia militar se situaba detrás de mi cubierta con una capucha y dejando atrás su vestimenta divina, como si necesitará esconderse de algun ser o cosa.

- Hermana has vuelto... siento muchísimo que tengas que haberte enterado de esta forma de todo lo ocurrido estos meses... Pero debemos permanecer unidos los dioses restantes y volver a equilibrar el mundo.- Dijo con un toque de misericordia.

No pude comprender... "Los dioses restantes". Esas palabras no me daban seguridad, y mucho menos su tono similar al que se utiliza cuando se sufre una derrota o una gran pérdida. Pero me negué a seguir escuchándola y buscar más lógica en sus palabras, solo pude manifestar mi ira contenida ante ella. No había acto que más rabia me hacía sentir que escuchar de su voz la palabra Hermana.

- Oh Atenea... ''Hermana mía", me hablas de piedad, unión y fortaleza... Pero donde estaba esa voluntad cuando Hades me raptó y selló mi destino ¿ Donde estabais el resto se "mis hermanos" y tu? Oh cierto, regozijandote con el resto de los dioses o bien haciendo de diosa madrina de muchos de los héroes mortales. Todos los seres son dignos de tu ayuda menos tu propia familia, es cierto... Dudo que si mi madre hubiera sido un ser externo al Olimpo me hayas brindado tu ayuda.- Conteste con soberbia y sarcasmo a su vez.

- Debes dejar el pasado atrás y escucharme Perséfone, admito que no he sido una de los héroes que necesitabas pero solo con la unión podremos forjar un nuevo futuro para los dioses y mortales, Deméter es...

- ¡Poco me importa el mundo y su sufrimiento! Encontraré yo misma a mi madre, este asunto está ageno al interés de los dioses y me demorare más de lo que sea necesario, con tal de devolver todo el dolor y aliviar mi necesidad de justicia.- Dije cortando sus palabras.

- Perséfone... Tu madre pereció por propia voluntad. No podia aguantar más milenios siguiendo este proceso y tener que alejarse tanto tiempo de su hija. Zeus ha otorgado los poderes de naturaleza a su misma esposa, Hera, pero ella no está actuando en modo de venganza por las infidelidades de nuestro padre. Prefiere causar la muerte de toda Grecia mortal y divina, los mortales están perdiendo la fe en nosotros y se aferran a nuevas creencias paganas o desconocidas a nuestro entendimiento, viendo así que no sólo existe nuestro Panteón Griego, varios mortales han traído creencias diferentes y corraborado la existencia de miles de dioses . Dependemos de su fe y necesitamos revelarnos ante nuestra madrastra. Sólo así tenemos esperanza por recuperar la fe de los mortales y obtener más fortalezas para la gran guerra de Panteones que se aproxima.- Me contestó en un tono firme y realista.

Mantuve un gran silencio y aleje mi mirada de mi odiada hermana. Todas mis esperanzas internas murieron y perdí la fe en recuperar mi propia felicidad, sabía que sin una vida inmortal no podía sentirme viva realmente, mi madre no sólo era la representación de la primavera y la naturaleza, no sólo hacia florecer los cultivos y la vida por todo el mundo, sino también, hacia florecer la felicidad y el sentimiento de estar siendo amado dentro de mi. Esa sensación jamás ya podría volver y se que jamás podría entender los motivos de mi bella madre de arrebatarse así misma la vida sabiendo que iba a volver con ella al mundo terrenal, como siempre hacía, pero lucharía por recuperarla, no por este mundo, que poco nos había ofrecido, si no por nosotras y nuestra felicidad. Lejos de Grecia. Si, ese es mi objetivo y al fin había descubierto mi propósito.
Convoque un ejército de esqueletos de antiguos mortales guerreros que me sirvieron fielmente siguiendo la orden de atacar a Atenea. Al quedar Grecia sin vida, pude invocar mis poderes del inframundo pero mis poderes naturales se vieron inútiles, las hojas se deshacía con facilidad y almenos eso pudo servir para hacerlas caer sobre ella y causar más distracción para la diosa y nublar un poco su vista.

Nuestra pelea fue dura y encarnizada, sabia que llevaba la gran desventaja y que Atenea estaba apunto de noquearme y someterme, llegué a encontrarme en ese punto sin salida, donde ella me tiro al suelo y inmovilizo mis manos para evitar que siguiera lanzando mis hechizos oscuros. Sabía que su siguiente paso era llevarme de vuelta a Zeus a delatar todos mis planes y hacerme confesar todo lo que hice a Hermes y a ella misma. Pero contemple algo inaudito y que desee jamás olvidar.

Un disparo de arco me libero de las cadenas donde me apreso Atenea, y ella se vio lentamente inmovilizada y sin capacidad de liberarse de unas telas de araña viscosas y con gran fortaleza. Contemple como Aracne, la antigua hilandera mortal más famosa entre todos los mortales, la cual fue convertida en un ser semi-aracnido por la misma Atenea por desafiarla y ganar en un duelo de hilaje. La apreso con sus mismos hilos en señal de venganza.
A su lado estaba una figura que no había visto en mi larga vida. Era una niña con rasgos pálidos y unos ojos rasgados con alas a su espalda y una especie de arco moderno y desconocido, el cual tiraba sus flechas presionando un complejo mecanismo. Pese a no parecer una mortal ni una habitante de Grecia pude entender sus siguientes palabras;

- ¿Estas preparada? Necesitamos más compañeros, un ser divino no es suficiente para destruir al resto.

Todo lo vivido estaba siendo real, se venía una gran guerra entre figuras divinas, cada una con sus fines y motivos, acepte sin dudarlo y hicimos camino lejos de esas tierras, habían más dioses que descubrir y lograr destruir.
Jing Wei fue esa niña mítica que me rescató. Ella también desea el fin de los dioses porque los dioses del panteón chino la revivieron a cambio de una misión imposible de cumplir. Vaciar todos los mares. Los demás Panteones que descubrí existentes son el Romano, Chino, Maya, Nórdico... Todos ellos por lo que se merecen condena. Pero yo sigo con mi visión de derrocar al Olimpo completo, quien sabe cuanto tiempo permanezca con Aracne y Jing Wei pero se que esta guerra he de ganarla por mi misma. Todos los mundos sufrirán.

Perséfone, pensamientos no expresadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora