Deseo

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Al despertar el paisaje hermoso y pacífico fue sustituido por un cielo lúgubre, una tierra marchita y miles de almas vagando por aquellos cielos sombríos, mi cuerpo temblaba al mismo tiempo de darse cuenta del lugar donde había ido a parar, sin duda alguna estaba en aquel lugar donde ningún ser vivo podia pisar y salir indemne: El reino del Hades.
En primer lugar por mi mente pasó la idea de haber perecido al acercarme a lo que podría haber sido una flor con grandes cantidades de veneno mortal a su alrededor, pero la sombra que vi en el mundo terrenal cogió la forma de un hombre, un hombre sombrío y que clavó su mirada cautivada y llena de deseo en mi, como si se tratase de tener enfrente de sí a la mismisima  Afrodita ofreciéndote su cuerpo y amor eterno. Aquel hombre era sin lugar a duda mi tío y rey del inframundo, Hades.

- Perséfone... Querida, al fin despertarste... - Dijo en un tono amable y muy embelesado.

- ¿ Por qué estoy aquí Hades? Siento mi cuerpo y alma vivos, y no tengo la intención de quedarme en este lugar lleno de penumbre y muerte. -Le respondí en tono con rabia y amenaza.

- Me temo que volver no es una opción, Querida mía eres la más hermosa de todas las mujeres, la que más debería ser admirada entre mortales y divinidades. Y en una parte vas a serlo porque te has convertido en mi esposa, lo mío es tuyo y todas estás almas condenadas son lo más similar a un lazo familiar que podremos tener.

Quedé paralizada por un segundo por la noticia, ese acto injusto y sin honor no podía ser aceptado como si nada. Con ira intente enfrentarlo pero el me pudo sin golpearme, su poder oscuro lograba contenerme. Intente sin descanso enfrentarlo pero siempre lograba vencer, en el reino del Hades no puedes ganar si no eres un ser tan egoísta como poderoso como el, acabe rindiendome, refugiandome en los campos elíseos cuidando de las pequeñas almas como forma de evitar estar cerca de su presencia. En mis pensamientos nunca desapareció la figura de mi madre Deméter, todos mis hermanos e incluso a mi padre, al que menos veía y al que se le notaba la poca relevancia sobre mi bienestar, el tiempo pasaba y mi esperanza no quería desvanecer el sueño de salir y volver con mi familia y los alegres campos que cuidaba y organizaba madre. Todo tiempo pasado en el Hades parecían milenios eternos.

Perséfone, pensamientos no expresadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora