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Santiago me lleva a cenar a un restaurante bastante bonito y agradable en el centro de la ciudad, muy bohemio podría decir. Las mesas tienen ese look de madera vieja y hay muchas plantas a nuestro alrededor, y sobre nosotros cuelgan focos de luz cálida que le dan al ambiente un toque romántico. Él con destellos en sus ojos me mira y se reí de mis chistes, siempre me la paso tan bien con él, pero por dentro de mí siento un miedo que apareció desde hace unos días cuando Leticia me hablo de su compañía de danza.

¿Qué vamos a hacer? Solo podía pensar en eso. Aún no le había dado una respuesta, seguía pensándolo porque claro que quería ir, era una oportunidad inigualable, pero ¿y Santiago? ¿qué haríamos?

No soy de esas chicas que dejan sus sueños por su pareja y él nunca me lo pediría, sabe lo mucho que significa para mí, pero nosotros hemos estado juntos tanto tiempo y sé que es él con quien quiero estar para toda mi vida. Es una decisión que no solo me incumbe a mí, también a Santiago y eventualmente tendremos que hablarlo aunque hago todo lo posible por evadir el tema.

–Cuatro años –dice Santiago mientras toma mi mano sobre la mesa–. No sabes lo feliz que me hace pasar mis días contigo.

Le dedico una sonrisa.

–No puedo creer que el tiempo pase tan rápido –le digo–. Todavía nos queda mucho más por recorrer.

–Lo sé y lo estoy esperando con ansías –hace una pausa–. Pero creo que es necesario que hablemos de ese tema que tanto has estado evitando estos últimos días.

–¿Cuál tema? –traté de hacerme la loca, pero me conoce mejor que nadie y sabe cuando algo me anda dando vueltas a la cabeza.

Me mira con nostalgia.

–Sofía, no le has dado respuesta a la directora de la compañía. Hoy ya es martes, ella se va el sábado, ¿qué piensas hacer?

–Es que... –murmuro–. No me gusta lo que esta decisión pueda significar.

–¿Que tendrás una oportunidad maravillosa y tu vida cambiará por completo?

–Ya sabes a que me refiero, Santi.

–No tienes que preocuparte por mí.

–Me preocupo por nosotros –remarco.

Santiago suspira y veo que en su interior busca las palabras correctas, pero temo que esas palabras sean las que no quiero escuchar.

–Creo que no tenemos de que preocuparnos, hay muchas parejas que tienen relaciones a distancia, ¿no? –dice con optimismo.

–¿Y cuántos de esos casos han sido exitosos? –detesto ser esa persona que ve la parte negativa.

–Nosotros no somos como cualquier pareja, somos nosotros, Santiago y Sofía.

–¿Quieres intentar larga distancia? –digo dudosa.

–¿Tú quieres ir, no?

–Sí.

–Entonces no hay más, por ti podría intentarlo todo.

Escuchar esas palabras me llenaban de alivio, no sabía lo que pasaría pero ver tanto optimismo y ganas de hacer funcionar las cosas me inundaron el corazón de felicidad y de deseo por este hombre sentado frente a mí.

–Te amo tanto que ya ni siquiera las palabras pueden describir lo que siento por ti.

Me toma la mano y deposita un beso en el dorso de ella.

–Por ti haría cualquier cosa y necesito que entiendas que nuestro amor no es frágil. Tenemos algo fuerte, que nada puede quebrarlo y que aunque pensemos que no podemos más siempre habrá alguna manera de solucionarlo y encontrar el camino de regreso a nosotros porque te amo y eso no va a cambiar nunca –me dice con una tranquilidad que me deja respirar–. Estos son los momentos que nos ponen a prueba y estoy más que dispuesto de aceptar los retos que nos pone la vida porque de esto se trata, de comenzar a ver como se va formando nuestro futuro juntos. Claro, si tú también quieres.

–¡Claro que quiero! –exclamé con lágrimas en los ojos.

Santiago siempre ha sabido decir las palabras correctas en el momento correcto y es aquí donde entiendo el porqué estamos juntos.

Después de unas cuantas lágrimas de mi parte, terminamos de comer y nos levantamos de la mesa. Nos subimos a su auto y me lleva a un mirador donde podemos ver toda la ciudad, estamos solos y la luz de la luna nos da cobija en esta noche tan fría. Estoy temblando y Santiago me da su chamarra, poniéndola sobre mis hombros y abrazándome mientras deposita besos en mi mejilla. Contemplamos las luces por un rato y él es el primero en romper el silencio.

–Creo que deberías llamarla.

–Lo haré mañana.

–¿Por qué no ahora?

–Eh, no sé, quiero estar en este momento contigo.

Toma mi rostro entre sus manos y me ve directamente a los ojos.

–Tenemos toda una vida para estar juntos, esto es algo importante, llámala.

Suspiro y asiento, le doy un beso largo antes de sacar mi celular y presionar los números que claramente me aprendí de memoria de tanto ver la tarjeta tratando de decidir que hacer.

Comienza a sonar del otro lado y escucho la voz calmada de Leticia contestar.

–Hola Leticia, soy Sofía, me diste tu tarjeta el viernes pasado... –digo tartamudeando.

–Claro, claro –ni siquiera me dejo terminar–. ¡Pensé que nunca llamarías! Ya me estaba comenzando a preocupar.

–Solo necesitaba unos días para pensarlo.

–¿Y entonces? –pregunta ansiosa–. Dime ya que la incertidumbre me está matando.

–Me interesa mucho, es una oportunidad increíble la que me estás ofreciendo y me gustaría saber más –digo con entusiasmo.

–Ah, ¡me encanta! Eres muy talentosa Sofía –me dice con emoción–. Estaría encantada de contarte todo con lujo de detalles, ¿te parece si nos vemos el viernes a las cinco de la tarde en el mismo auditorio donde bailaste?

–Me parece bien –digo tratando de esconder mi emoción.

–Y una cosa más –espero nerviosa por saber que más tiene por decir–. Me gustaría que montarás una pequeña pieza, de lo que quieras, es completamente libre. Puede ser con música o sin, piénsalo como si fuera una audición.

–¿Para el mismo viernes? –pregunto incrédula.

–Si.

Vaya, eso si que es poco tiempo, tendría que ensayar desde ya, pero nunca me he asustado por un pequeño reto de danza.

–Sin problema –digo con valor y confianza.

–¡Así me gusta! –dice Leticia al otro lado de la línea soltando una risa de victoria–. Nos vemos el viernes.

–Hasta entonces –cuelgo.

Mi primer instinto es saltar y dar unos gritos de felicidad y alivio, ya está, ya quedó. Tendría que empezar todo desde ahora, pero ya venían muchas ideas a mi casa y estoy tan entusiasmada que no puedo contenerme, salto sobre Santiago y él me abraza con fuerza.

–Asumo que todo fue bien –me dice sonriendo.

–Si, se escuchaba muy entusiasmada por mi llamada –digo con felicidad–. Nos veremos el viernes para conversar sobre todo esto, pero antes de conversar quiere que audicione por última vez.

–¿El mismo viernes? –dice sorprendido–. Es muy poco tiempo, te quedan dos días.

–Lo sé, pero siento que puedo, me siento tan feliz. Sé que puedo hacerlo –digo caminando de aquí para allá sin contenerme.

–Sé que puedes –y esa mirada me mata.

Lo beso con pasión y me olvido de todo por un momento, estar con él es lo mejor que me ha pasado y no sé si es la euforia la que me hace sentirme así pero algo me dice que estaremos bien. Podemos con todo y mucho más.

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⏰ Última actualización: Apr 01, 2020 ⏰

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