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Cobarde.

La palabra que más cruza por mi mente estos días.

Tonta.

La palabra que define cómo me siento.

Lástima.

La palabra que define como otros me miran.

Fea.

La palabra que define lo que soy.

Si, ya lo sé, mi opinión acerca de mí misma no es la mejor, pero para ser sincera ¿Cuándo fue mejor?

Cuando eras la llorona.

Las veces que pienso en la respuesta a esa pregunta siempre vienen a mi mente recuerdos de cuando era niña, no porque yo fuese mejor en ese tiempo, de hecho ahí ya tenía sobrepeso (a decir verdad toda mi vida lo he vivido) y sumado a eso era un desastre sentimental que lloraba hasta por las más pequeñas nimiedades, tremendamente tímida y muy ingenua.

¿Cuál era la diferencia entonces?

Aquello no te preocupaba.

Tal cual, en esos tiempos no se trataba de si tenía defectos o no, de si hacía las cosas siempre correctamente o no, en esos tiempos simplemente me dejaba fluir, ni siquiera me lo preguntaba, era yo misma, como un reflejo de mi ser interior.

¿Te ha pasado?

Yo hasta hace un tiempo solía preguntarme ¿por qué la gente anhela tanto los tiempos anteriores? ¿por qué la nostalgia más grande y el deseo de volver vienen a nosotros cuando recordamos la infancia?

Me costó tener una respuesta, no porque no la viera, sino porque encontrar esa respuesta también dolía.

De pronto la imagen de una niña con el pelo largo, gordita y sonriente viene a mi mente.

Sí, aquellos eran buenos tiempos.

Recuerdo que había tenido que cambiarme de jornada de estudios cuando comencé a cursar mitad de primaria, por lo que tendría que levantarme temprano para estar a las ocho de la mañana en el colegio, lo cual sabía que me costaría, sin embargo me entusiasmaba la idea de tener más nuevos compañeros además de los que ya tenía y a los cuales tenía mucho aprecio.

Estaba junto a mi mamá, mi hermana y mi abuela sentadas en unas bancas, esperando a que se diera por iniciada la jornada escolar. Me sentía nerviosa, pero también muy feliz.

Estábamos a la espera del toque de la campana cuando una mujer que estaba sentada cercana a nosotras comenzó a conversar con mi mamá, aquella mujer resultó ser la mamá de un chico que iría a la misma clase que yo.

Así fue como conocí a Alex Morrison.

Mi Mejor Amigo.

Otro recuerdo viene a mi mente; habiendo llegado a dos años (contando el que transcurría) de acabar la secundaria y llegando a clases junto con mis compañeros, el profesor jefe como de costumbre se dispuso a ver la lista antes de comenzar a pasarla, una vez hecho esto y mientras yo conversaba con mis amigos escuché la voz del maestro llamándome, supe entonces que este año tendría desde ya algo para contar.

Mis sospechas fueron confirmadas una vez que, habiendo conversado con el profe, salí de la sala sin decir nada y cuando volví fue únicamente para recoger mis cosas y volver a salir de la sala, ante la mirada desconcertada de mis compañeros y amigos.

Al final resultó que, debido a un error del personal de mi escuela, había sido inscrita en la sección "B" en lugar de la "A" de dónde siempre había sido.

Me encaminé entonces hacia el otro salón, te mentiría si te dijera que no sentí miedo en ese momento, sin embargo, creo que mas que nada se debía a que en ese curso no conocía a nadie y por otro lado, aunque suene tonto, sentía que ya echaba de menos a mis amigos y los que habían sido mis compañeros de curso hasta ese momento.

Debo reconocer que decir que no conocía a nadie tampoco era del todo cierto, pero es que conocer a la mayoría de profesores con los que tendría clases no cuenta tanto ¿o sí?

Había sido por un error que estuve alrededor de tres a cinco meses con aquel curso, sin embargo, no se siente como tal, de hecho, puedo decir que francamente esta es una de esas experiencias que parecen equivocaciones pero que cuando las vives, sabes que no te arrepientes de ello.

Si bien me costó un poco en un principio, el curso fue muy agradable conmigo, en ese corto tiempo logré llevarme bien con todos y disfrutar de ir conociendo personas nuevas e incluso nuevos maestros.

No me malinterpreten, no significa que no extrañase a mi antiguo curso, es solo que aún si en ese momento no era consciente, lo que me hacía sentir contenta en aquel lugar y con todos ellos era el hecho de haber podido acercarme a la gente y conocerles e incluso encariñarme con ellos, es el hecho de que aún si en un principio fue por obligación, había logrado acercarme a otros sin la cantidad de tiempo que tal vez me habría tomado si ellos hubiesen sido otros, porque lo cierto es que, en esos tiempos si bien podía ser una chica muy tímida, eso me significaba hacer gran esfuerzo para acercarme a otros, sin embargo, lo hacía, porque tenía el sincero deseo de conocer a otros y hacer amigos.

No podía creer que, habiendo vuelto a mi curso "original" sentía que una parte de mi los extrañaba, lo cual por cierto, no duró mucho y no porque me olvidase de ellos, sino porque el año siguiente los cursos "A" y "B" pasarían a ser uno solo.

Aquello realmente me hizo muy feliz.

Si tuviera que definir a la chica que fui en aquel pasado diría que solía ser esa chica tremendamente sensible, no podía estar peleada mucho tiempo con mis amigos porque eso me dolía demasiado, cuando sentía que algo era realmente injusto pero no sabía como expresarlo, las lágrimas comenzaban a derramarse de mis ojos, era realmente una total llorona.

Y así mismo también podía ser lo contrario, era del tipo de chica que reía y sonreía mucho, a muchos les resultaba contagioso, otros tal vez pensaron en mi como una tonta por ser tan risueña...

Suspiro.

Que tiempos aquellos...

Sí, como puedes ver también soy de aquellas personas que anhelan el tiempo pasado.

A veces por instantes me pregunto que pensaría aquella chica de mi y sinceramente, la primera vez que lo pensé casi lloré, porque pensé que la chica de aquellos años se reiría de mi, luego deseché ese pensamiento, porque en el fondo sabía que esa chica nunca podría llegar a ser esa clase de persona, sin embargo, la que soy ahora probablemente lloraría al encontrarse frente a ella.

Lloraría de angustia y tristeza, pero aún más de vergüenza, ya sea por no cumplir mis promesas, por no lograr mis metas...

Por no ser feliz.

¿Lo irónico?

Cuando en un principio creí que aquella niña se reiría de mi, sé que habría sido todo lo contrario, ella simplemente me habría abrazado y me habría consolado, diciéndome que todo estaría bien, que estaba bien querer comenzar de nuevo, que lo importante era poder seguir sonriendo cada día desde el corazón.

Una niña tan distinta de mí que aún viéndola en fotografías no podía convencerme que alguna vez esa fui yo.

Una niña que llora porque se siente triste, una que consuela y ayuda a quien lo necesita, una que cuando está feliz ríe sin contenerse, una que da el corazón en todo lo que hace.

Hey pequeña...   ¿Aún estas aquí?



¿Podrías abrazarme?

Mi Peso en AutoestimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora