Dionisio

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/ Dionisio es el hijo de Zeus, el dios del vino, el éxtasis y el desenfreno, a cambio de una ofrenda él es capaz de otorgar el poder de convertir el agua el oro /

Judal había salido del agua por primera vez en semanas y lo más fantástico era no ser un maldito pez o algo así. El gusto le duro poco; sentía que los pies eran como plomo. Cuando había abierto los ojos era como brea ardiente despegándose dolorosamente de sus poros. Eso era, el despertar de un no vivo. La garganta le ardía y llenar de aire de nuevo sus pulmones, había resultado como un exhalar de fuego que le había causado un dolor lacerante. Pero la tibia luz del día le mantenía cuerdo y su furia era más mucho más grande que cualquier dolor mundano.

Aquel moreno de rastas estaba de pie esperando a que el otro se recuperara. Lograr que el otro sujeto saliera del mar con él le había tomado bastante tiempo, pero al fin el trato, era que, siempre que saliera el otro lo acompañaría – Con el tiempo, esa mierda deja de doler – Kassim siempre estaba absorto en su mundo, pero era la persona con la más hablaba desde que había llegado a ese otro mundo marino con Neptuno. No eran amigos, eso quedaba claro para ambos, sencillamente sus objetivos en algún momento habían coincidido y, lastimosamente, para ambos ver la cara del otro había terminado por sentirse familiar. – y, aquí es donde le entregas el trasero a los dioses para cumplir sus sueños "princesa" - El azabache chasqueó con la lengua.

Apenas se estaba adaptando a la luz y había dado unos cuantos pasos. Traía puestos esos harapos de algodón enmohecido que usaba antes de morir. El olor era nauseabundo, pero era menor el impacto al ver su rostro reflejado en un charco de agua, su cara estaba un poco más pálida y sus mejillas ya no mostraban el color rosado. Pero sus ojos, eran tan rojos y severos como los rubíes. – Primero quiero darme un baño, no soy un maldito mal viviente como tú – Judal apretó los puños y al final se puso de pie. La risa socarrona de Kassim le hizo comprender que sus planes al fin comenzarían

Había logrado tener tres días en tierra firme cada mes y podía llegar a casi cualquier parte del mundo donde hubiera una costa cercana, a cambio entregaba su poder de clarividencia al dios Neptuno, eso y una serie de favores que estaba dispuesto a dar a cualquier dios que se lo pidiera, aún si eso implicaba mancillar su cuerpo. La venganza, en ese momento valía mucho más que cualquier perjurio. Lo habían matado, habían causado su muerte y se habían olvidado de él mientras lentamente se ahogaba en el mar, ahora, haría que todos aquellos sufrieran esa misma pena. Que sus voces agonizantes sonaran con fuerza y que, absolutamente nadie les tendiera una mano. El mismo dolor que había sufrido, les haría pagar y con creces.

-Vamos a ver Dionisio, él te dará todo el dinero y bienes que necesites a cambio de lo único que tienes ahora - Judal sabía a qué se refería con eso. Se mordió los labios y por un instante se preguntó si el otro había hecho lo mismo. No considero conveniente preguntar.

Le siguió mientras miraba con cierto desdén el paisaje de ese lugar, era un pueblo pequeño pesquero, en donde no tardó más de unos minutos para robar unas cuantas prendas, en una caravana de gitanos se había dado una ducha a cambio de los habanos de Kassim que prácticamente le había arrancado de la boca. Se vistió sin reparo alguno justo antes de entrar al templo por donde el otro le había conducido. – bien, a partir de aquí yo tomaré mi camino, buscaré a Afrodita si me queda de paso. Estaré en la orilla del mar pasado mañana al amanecer – La mirada fría se posó en los ojos rojos del oráculo.

Si bien, el moreno no había conocido a nadie como en él después de morir, sentía la misma nauseabunda lástima que por cualquier otra alma condenada, incluso más.

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⏰ Última actualización: Feb 28, 2020 ⏰

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